Thread by @pmarisolmiranda

Les traigo hilo del significado, que tiene para mí, ser una víctima en estos tiempos #8M

Cuando una víctima habla sobre la violencia o abuso que experimentó, suele ser señalada por muchas personas de una manera nada empática, pero pocas veces se voltea a ver al agresor con la misma atención, e incluso, la etiqueta de víctima permanece mucho más que la del agresor.

Alrededor del #8M siempre habemos mujeres que hablamos de los abusos y violencias de las que hemos sido víctimas y creo que es por este ambiente de sororidad que se siente, que acompaña, apapacha y empodera para poder contar nuestras verdades (también para eso sirven las marchas)

Esta semana en curso, platicaba de la importancia que es creerle a las víctimas y @falvizz (la ponente) me decía "no sólo es importante, es el derecho que les corresponde": las autoridades, deben «de buena fe» creerle a la víctima, protegerla y después corroborar la historia.

Sus palabras hicieron eco en mí, pq lamentablemente, esta no suele ser la experiencia de todas las víctimas una vez que alzamos la voz. A muchas no se les cree, se les piden explicaciones y se escuchan frases cómo "¿cómo es posible si fulano es tan buen esposo/papá/amigo?"

Y parece que se nos olvida que el perfil de los depredadores es ese: seductores y cariñosos en público, manipuladores y agresivos en privado (razón por la que cuesta mucho reconocer la violencia). Pero eso son ellos, y víctimas somos nosotras (no siempre, no todes).

Creo que la etiqueta de víctima carga connotaciones negativas muy difíciles: una persona indefensa, que no pudo hacer nada, que sufre, pero ¿por qué es algo negativo? Las víctimas SOMOS ESO, estábamos indefensas, no pudimos hacer nada y sufrimos ¿y luego? 🧀❌🍵

Resignifico el papel de «víctima», pq sí somos todo eso, en ocasiones en silencio, solas, con miedo a alzar la voz y revictimizadas por nuestros propios pensamientos (y por los mensajes de la sociedad) que nos hacen creer que esa debe ser nuestra realidad, pero no tiene que serlo

Nombrar lo que nos ha sucedido no es sólo reconocerlo, sino lograr que exista, en mi cabeza y en las demás, y al existir puedo trabajarlo, moverlo, romperlo, lograr también sanarlo; pues en el silencio, la sombra de lo que sucedió, solamente se hace más grande.

Al final, las víctimas no le debemos nada a nadie, cada una sabe el momento, las condiciones y si quiere o no contar su historia. Es un proceso íntimo, de mucho dolor, pero también de mucha libertad.

Entender y reconocernos como víctimas es un camino propio que permite agarrar de la mano a la gente que deseas que esté a tu alrededor, y un espacio para reconciliarte contigo misma, porque a veces se olvida que la culpa no era mía.

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