Es cierto, Russell Westbrook tiró 3-19 en TC. También es cierto que Kawhi Leonard, con 38 puntos -incluyendo 25 en la segunda mitad- fue el MVP frente a Suns. Igualmente, tantas veces criticado, hoy desplegamos alfombra roja: sin Westbrook, los Clippers no ganaban. Abro hilo.
Sin Paul George, Westbrook fue energía, pero también cerebro. Las estadísticas dicen verdades, pero también ocultan cosas. Ayer Westbrook hizo un grandísimo partido pasando la pelota. De su traslado y asistencias sus compañeros lanzaron 8-13 de campo.
Siempre señalado por no proteger el balón, ayer perdió solo dos pelotas en 36 minutos. Fue pura intensidad, cargó al rebote ofensivo con una claridad conceptual brillante. De sus once rebotes, cinco fueron ofensivos y con relevancia en el desenlace final.
Atrás fue una garantía. Tan es así que con 10.1 segundos en el reloj controló a Devin Booker en la acción decisiva del partido, lo tapó y le hizo rebotar el balón en los pies para controlar la posesión que le permitió a los Clippers ganar el Juego 1.
Justo antes, y pese a su noche errática con el aro, convirtió a 17.7 segundos del final dos tiros libres fundamentales que le permitieron a LA tener la ventaja clave de tres puntos, para finalmente cerrar la victoria en una localía complicadísima.
"Cuida lo que dices", le gritó Westbrook en el entretiempo a un fan de Suns que le había faltado el respeto. En otra oportunidad esto pudo verse mal, pero en esta fue un signo de lo metido que estaba. Venía con una misión y la cumplió.
"Es corazón, es timing, es el deseo de ganar", dijo Westbrook al ser consultado por su habilidad de rebotear pese a su diferencia de estatura. "En ese momento, siendo humilde, nadie es mejor rebotero que yo". Esta confianza es la necesaria para ganar partidos.
"Es un base categoría Hall of Fame", dijo Leonard al cierre del partido. "Ya fue grande en Playoffs antes. Estuvo en Finales. Siempre espero que juegue genial y haga lo suyo".
El trabajo sucio paga. Westbrook, además de lo anterior, tuvo que bailar con la más fea al defender por momentos a Kevin Durant. "Esos tres rebotes ofensivos en el cierre, la defensa sobre KD, el freno a Booker al final. Estaba enfocado", dijo Tyronn Lue.
Héroe o villano, elogiado y criticado en partes iguales, Westbrook está de nuevo en carrera. Gracias a sus pequeñas cosas, ayudó a su equipo a hacer algo gigante. Nunca es demasiado tarde para volver a creer. #NBAPlayoffs
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Manute Bol fue uno de los primeros africanos en llegar a la NBA. Altísimo, fue un mito. Y una leyenda rodea su historia: se decía que, cuando era un jovencito, había matado un león con sus manos.
Su historia, sin embargo es mucho más fascinante que una curiosidad de revista.
Bol medía 2.28 metros. Aún sobrevive en el imaginario popular la fotografía con Muggsy Bogues, el jugador más pequeño de toda la liga. Bol fue subestimado y malinterpretado. Lo tomaron como una excentricidad, como un fenómeno de circo.
Pero fue un imprescindible para su pueblo.
Sudán del Sur. La selección que llegó a competir con dignidad en los Juegos Olímpicos 2024. Que ganó su pasaje en el Mundial 2023.
Octubre de 1991. Craig Hodges ya es campeón de la NBA con Chicago Bulls. Los dirigidos por Phil Jackson son recibidos por George Bush en la Casa Blanca. Hodges viste un dashiki blanco, prenda inusual en esta clase de eventos.
Tiene, además, una carta para el presidente.
Hodges, tres veces campeón en continuado en triples en los All-Star Game (90, 91 y 92), está en la cima del mundo. Compañero de Jordan, elige la plataforma que le toca para expresarse.
Como alguna vez hicieron John Carlos, Tommy Jones y Muhammad Ali.
Es una carta de ocho hojas. Cuando llega a la Casa Blanca con esa vestimenta, un empleado del Salón Oval le pregunta de dónde es y cuál es su idioma nativo: "De Chicago, Illinois", contesta Hodges.
Supongamos que usted es bueno en algo. No bueno, muy bueno. Más bien excelente. En ese recorrido, recibe reconocimiento. Usted es joven, aún no tiene edad para conducir, no le permiten ingresar a los bares.
Tiene la vida por delante.
Pese a todo, usted sabe que pronto -muy pronto- su vida tendrá mucho de esto. Y habrá que convivir con esas luces. Porque la fama está ahí, a la vuelta de la esquina. El séquito alrededor le palmea la espalda.
El coro insiste en que usted es el elegido.
Se presenta la oportunidad de su vida, dejar de ser un niño para convertirse en un hombre. Abandonar el estado de confort para llegar a la meca.
Y con el recorrido a cuestas, usted sabe bien que los derechos vienen con obligaciones.
La NBA tiene un problema. Muchos fanáticos culpan al uso -o abuso- del triple como la pérdida de atracción. Siendo justo, y habiendo sostenido muchas conversaciones, no creo que este sea el problema.
Lo veo como un tema de contexto.
Y en esta oportunidad aportaré soluciones.
Empecemos por el triple. Primera pregunta: ¿Todos los triples son iguales? ¿Es lo mismo Curry generando desde el dribbling que los Celtics alcanzando un tiro abierto con pases?
Tiempo atrás, mover el balón y lograr un lanzamiento cómodo era elogiado.
¿Qué es lo que ocurre ahora? Considero, desde mi humilde lugar, que hay varios factores que deberían ser tenidos en cuenta que son más relevantes que tirar mucho de tres puntos.
Un 26 de diciembre, pero de 1976, Pete Maravich hacía 50 puntos con el Jazz ante los extinguidos Bullets.
Fue, para muchos, el mejor jugador universitario de la historia. Un deportista de culto.
Sin embargo, es protagonista de una historia espeluznante que provoca escalofríos.
Ahora bien, ¿Quién fue Pete Maravich? Fue apodado Pistol porque llegó a promediar 44 puntos en LSU, números a los que nadie ni siquiera se pudo acercar.
Sus calcetines grises fueron su marca registrada.
Fue Magic Johnson antes de que Magic Johnson deslumbre al mundo.
Maravich fue creatividad en estado puro. Un quinto beatle. Revolucionario, significó un alarido de vanguardia que resquebrajó patrones establecidos.
Fue electricidad, habilidad extrema, movimientos icónicos y diversión garantizada.
El Dream Team de Barcelona 1992 generó una cantidad interminable de micro historias. Una de ellas, maravillosa, tiene que ver con Michael Jordan, el podio y una foto que recorrió el mundo.
Bienvenidos, entonces, a su Majestad y la bandera de la discordia.
Jordan sabía que las cámaras estarían con él en la premiación. Ese equipo infinito lo tenía como su máxima figura. Magic Johnson y Larry Bird ya habían hecho el traspaso de mando. MJ venía de ganar su segundo campeonato en Chicago.
El mundo le pertenecía.
El Dream Team, que significó el desembarco de los NBA en el planeta tierra, ganó la final contra Croacia 117-85. Así fue todo el torneo. Un desfile con alfombra roja. Rivales que tomaban fotos.
Un Tour que tuvo triunfos con margen de 47 puntos promedio.