Un pueblo en el que sus habitantes son observados.
Ceden sus datos, sus hechos objetivos, y dejan pasar el tiempo para regalarnos sus consecuencias.
Hoy un #HiloYTal sobre un lugar que se ha hecho números para cambiarnos la vida.
Todo empezó con el final de Franklin D Roosevelt.
Roosevelt vivió marcado por la polio y murió por un problema cardiovascular (hemorragia cerebral).
Su muerte fue luz y taquígrafos para un elefante que llevaba tiempo asentado en la habitación.
Harry Truman, sucesor de Roosevelt, asumió que la sociedad tenía dañados su corazón y vasos sanguíneos.
Por ello firma la ""National Heart Act".
Tras poner un nombre vendrían los hechos.
El problema es que necesitaban datos para transformar creencia en conocimiento.
Tras una cuidadosa búsqueda, en 1948 los epidemiólogos del recién creado "Instituto Nacional del corazón, pulmón y sangre" encontraron una población idónea.
Framingham.
Massachussets.
Gentes de vida normal para cambiar la salud pública y quizá, por extensión, la medicina.
Plantearon un estudio en el que solo iban a "mirar" y describir lo que ocurría con el paso del tiempo.
Mirar a mucha gente que debía prestar sus minutos, horas y segundos.
Necesitaban sus actos y consecuencias destilados en cifras.
Necesitaban miles de personas de generosidad constante y mantenida.
Seleccionaron de forma aleatoria dos tercios de la población.
Obtuvieron el consentimiento de 5209 hombres y mujeres.
Se puso en marcha el estudio observacional más grande jamás creado.
LA COHORTE DE FRAMINGHAM.
Así, en mayúsculas, porque en mayúsculas van mejor los regalos.
Cada dos años se recopiló información.
La vida bajo la mirada de los que interpretan tendencias.
Los datos desde los logros, las penas, los éxitos y las desgracias de cada participante.
Hijos.
Padres.
Abuelos.
En 1959 llegó el primer resultado.
El primer artículo derivado de Framingham fue un martillo sobre la cabeza de las tabacaleras.
Fumar se vinculaba al riesgo de enfermedad coronaria.
Inapelable.
Indeludible.
Fumar objetivamente no era recomendable.
Fumar era comprarse terrenos en el cementerio.
Después, en un caer que retumbaba en despachos y batas blancas, se continuó generando evidencia.
Lo que hoy parece sentido común fue ayer producción científica surgida desde las gentes y calles de Framingham.
Así, se describen asociaciones como las siguientes:
1961 ➡️ presión arterial y el colesterol elevados incrementan el riesgo cardíaco.
1967 ➡️ la obesidad y la falta de actividad física aumentan el riesgo cardíaco .
1970 ➡️ la presión arterial elevada aumenta el riesgo de ictus.
En los setenta se incluyen nuevas cohortes de población.
Añaden a hijos de participantes.
Incluyen a hispanos, afroamericanos, asiáticos...
Abren la imagen.
Framingham se amplía en todas las direcciones del espacio-persona-tiempo.
Continúan los hallazgos.
1974 ➡️ diabetes y riesgo cardíaco.
1976 ➡️ aumento de enfermedad cardiovascular tras menopausia.
1983 ➡️ arritmias cardiacas e ictus.
1984 ➡️ recomendaciones sobre colesterol.
1988 ➡️ estudios sobre osteoporosis.
1990 ➡️ muerte por daño del ventrículo izquierdo cardíaco.
A finales de los ochenta, principios de los noventa, algunos de los primeros participantes alcanza la vejez.
Comienza la observación de alteraciones cognitivas, demencia, enfermedades neurodegenerativas o Alzheimer.
En 2006 se añade el estudio del genoma en los participantes.
En 2017 se obtiene el genoma completo de 4200 participantes.
Cada hallazgo condiciona o una puerta abierta a nuevos hechos.
Cada habitante un elemento de cambio.
Ellos son la dínamo que pone en marcha el descenso de muertes por enfermedad cardíaca.
Ellos son la primera palabra en cada artículo científico derivado.
Y hoy, cuando escribo estas palabras, la observación continua.
Miles de habitantes que compran el pan.
Ven la televisión.
Comen.
Ríen.
Lloran.
Actos que son bisagra para el cambio.
Desde un pueblo de Massachussets que nos ha prestado sus calles.
Ciudadanos que con una generosidad que atraviesa familias prestan su día a día destilado.
Evitando enfermedades y muertes.
Un pueblo llamado Framingham.
Será imposible olvidarlo.
PD: agradezco tu paciencia para llegar hasta aquí.
En caso de que te haya gustado se agradece tanto el RT del #HiloYtal como los comentarios.
Un saludo!!!
PD4: y aquí está la página del estudio en la actualidad.
Información detallada y contacto.
Muy interesante pegarse un viaje por ella. framinghamheartstudy.org
PD: estimadl amigo @threadreaderapp, si me unroll lo de arriba para llevar se lo agradezco.
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En la feria de coches de segunda mano de Macungie un hombre cae al suelo.
Se llama Philip Solomon.
Su mujer camina delante, a unos metros, y cree que ha tropezado.
Pero no ha tropezado.
Cuando intenta levantarle entiende que algo ocurre.
Y siente miedo.
PHILIP SOLOMON
Philip abre los ojos
Un pistón golpea su pecho.
Ve llorar a su mujer y puede leer una palabra: LUCAS.
Intenta levantar los brazos pero no puede.
Alguien le mira tranquilo.
Es un tipo vestido de naranja.
Paramédico.
Después Philip pierde el conocimiento.
No hay nada.
Salvo Suecia.
¿Puede una botella de champú salvar vidas?
Esa es la pregunta que se hizo un hombre tras vivir tres sucesos terribles.
Silencio, llanto y oscuridad.
Os invito a conocer la historia de ese hombre y su pregunta.
Os invito a descubrir en este #HiloYTal el resultado de su respuesta.
Invierno de 1996.
El doctor Jobayer Chisti comenzaba su rotación en el servicio de pediatría del Hospital Sylhet de Bangladesh.
Al caer la noche de su primer día de trabajo presenció tres hechos que cambiaron su vida.
Tres neumonías.
Tres niños.
Tres muertes.
Tras la publicación de un artículo científico revisado puede que alguien piense que las conclusiones son erróneas.
Ante eso existe la posibilidad de comentarlo en la revista que lo haya publicado (y hasta se puede lograr su retirada).
Para ello se debe escribir un comentario refutando el trabajo en cuestión. Esto se debe referenciar y contrastar.
Una vez escrito se envía a la revista que lo revisa y, si procede, da la posibilidad a los autores iniciales de responder antes de hacer público el comentario.
De este modo se establece un diálogo entre autores y lectores que termina por acotar lo observado.
Y como he dicho, se puede llegar a retirar un trabajo si se demuestran errores que lo justifiquen.
Aquí puedes ver un señor que no conoces, un señor que sabe nadar, un señor que seguro que conoces y una rata pasándolo mal.
Los cuatro tienen algo que contarnos.
Ahora respira hondo porque empezamos un #HiloYTal en el que el oxígeno será fundamental.
1️⃣ El señor que no conoces.
Este hombre es Johannes A. Kylstra.
Es un científico, un tipo serio.
Desarolló su carrera profesional mostrando gran interés por esa magia que es la odisea del oxígeno a las células a través del aire y la sangre.
Kylstra hizo sus experimentos en los años 60 y 70.
Su objetivo fundamental era optimizar la difusión de gases.
Y de tanto optimizar llegó a una pregunta extraña: ¿existe un medio mejor que el aire para que el oxígeno difunda al torrente sanguíneo?