Me habéis preguntado por esto y os debo una explicación. Y esa explicación que os debo os la voy a pagar. Dentro #TurraIncoming de verano: El Ejército Pepsi.
Julio de 1959, Parque Sokolniki, Moscú: en un intento de llevar los valores del capitalismo a la Unión Soviética, el gobierno estadounidense ha montado una exposición en el corazón de la Madre Rusia. Arte, tecnología, cultura pop… de todo.
Los yanquis están tan puestísimos con el tema que envían al vicepresidente, Richard Nixon, para que inaugure la exposición y se encuentre cara a cara con el presidente del consejo de ministros soviético, Nikita Khrushchev. Y allí que se planta Richard con su mejor cara (o así).
Durante el encuentro, Nixon y Khrushchev empezaron a debatir sobre capitalismo y comunismo. La discusión (mejor dicho, discusiones) se emitió en las televisiones de ambos países, y se conocen hoy día como “El debate de la cocina”, por el escenario en el que sucedió.
La cosa se fue calentando y la gente empezó a sudar pensando qué podía pasar si se liaba una tangana entre Nixon y Khruschev. Hasta que alguien tuvo una idea: Donald Kendall, el vicepresidente de Pepsi, le ofreció un vaso de refresco al premier ruso.
La reacción de Khrushchev al probar la Pepsi fue tal que así:
(Por cierto, hay quien dice que el momento de tensión fue algo planeado por Kendall y Nixon para llegar al tema de la Pepsi. Si es cierto, tiene que ser la operación de marketing de guerrilla más bestia de la historia).
En cualquier caso, que a Khrushchev le flipó tanto la Pepsi que decidió permitir que se vendiera en la Unión Soviética. No fue fácil, claro, y en realidad Pepsi no empezaría a vender en la URSS hasta 1972, cuando Khrushchev ya estaba muerto.
Uno de los escollos para las negociaciones era el tema de los pagos: el rublo apenas tenía valor fuera de la URSS, así que hubo que encontrar una forma alternativa de pago: VODKA.
La URSS pagaba los envíos de Pepsi con una cantidad igual de vodka Stolichnaya, que se vendía la mar de bien en Estados Unidos. Y así pasaron unos cuantos (bastantes) años de negocio mientras presumiblemente en Coca-Cola se daban cabezazos contra la pared.
Avancemos el calendario hasta 1989: en la URSS se bebe Pepsi a chorrones, tienen plantas de embotellado en Rusia y hasta han emitido anuncios protagonizados por Michael Jackson. No he encontrado el anuncio concreto, pero sí este otro que tiene su gracia:
Peeeeero hay un problemilla: la guerra de Afganistán (la de los soviéticos) ha provocado que en Estados Unidos se vea a la URSS peor de lo que ya se veía hasta entonces. De hecho se ha llamado al boicot a los productos soviéticos y claro, el vodka ha dejado de vender como solía.
Pero los rusos quieren seguir bebiendo Pepsi, así que desde el gobierno se sientan a negociar con The Pepsi Company para ver qué se puede hacer. Algo habrá que se pueda intercambiar, ¿no?
Y sí, lo había. Si algo tenía la URSS de los últimos años era MATERIAL MILITAR. Pero mucho. Muchísimo.
Así pues, en la primavera de 1989 el gobierno soviético y The Pepsi Company firmaron un contrato, digamos, peculiar: una cantidad industrial de Pepsi a cambio de 17 submarinos, una fragata, un destructor y un crucero de guerra.
Y así, calippos de fresa, es como The Pepsi Company se convirtió en la sexta potencia militar naval del planeta: gracias a un contrato con la Unión Soviética.
La cosa no duró mucho, claro, porque no era plan de que una compañía privada tuviese una flota de guerra y porque en realidad lo que los rusos habían entregado estaba hecho polvo. Así que Pepsi vendió todo aquel material como chatarra a una compañía sueca de desguaces.
Eso sí, Kendall no se pudo privar de soltarle al entonces secretario de defensa, Brent Scowcroft, que Pepsi estaba desarmando a la Unión Soviética de forma más rápida y efectiva que el gobierno americano.
Y así llegamos al fin de la #TurraIncoming veraniega. Espero que os haya gustado, cuquis. Nos vemos en septiembre con la siguiente temporada de hilos turbio-chungos. ¡Sed buenos hasta entonces!
P.D.: Si os ha gustado, dadle RT al primer tuit del hilo. Os lo agradeceré con una ola virtual y un vaso de Pepsi bien fría 😘
Tyburn, Londres, 23 de noviembre de 1499. Un joven de apenas 25 años es ahorcado sumariamente. Con él acaba una conspiración que ha durado seis años y ha puesto en jaque a la reciente dinastía Tudor. Esta es la historia de Perkin Warbeck, aquel que dijo ser Ricardo de York.
Para saber quién fue Perkin Warbeck y su relevancia en la historia inglesa tenemos que retroceder hasta el final de la Guerra de las Rosas y uno de sus hechos más trágicos: la desaparición de los Príncipes de la Torre.
Tras el auge y caída de Ricardo III la guerra quedó finiquitada. Su gran vencedor: aquel príncipe casi irrelevante llamado Enrique Tudor, el último rey de Inglaterra en ganar el trono por derecho de conquista y que la historia conoce hoy como Enrique VII.
Hola crêpes Suzette, hoy volvemos a Francia para terminar la historia de esa follonera extraordinaria que fue Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse. La semana pasada vimos sus movidas con el duque de Buckingham y Ana de Austria, pero lo mejor está por llegar.
Y es que apenas se había apagado el fuego provocado por Buckingham cuando Marie, que se aburría con facilidad, decidió meterse en un nuevo fregao. Bienvenidos a la conspiración de Chalais, cuquis.
La conspiración de Chalais se llama así por Henri de Talleyrand-Périgord, conde de Chalais, novio de Marie y figura central de toda esta historia, que básicamente fue un intento de cargarse a Richelieu y, ya de paso, reemplazar a Luis XIII por su hermano, Gastón de Orleans.
Hola crêpes Suzette, empezamos la temporada en la Francia del siglo XVII. Conspiraciones palaciegas, aventuras, gente liada con otra gente y una mujer que estuvo en el cogollo de todas las intrigas durante medio siglo. Hoy: Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse.
Marie Aimée de Rohan-Montbazon nació en París en diciembre de 1600, en la más alta nobleza francesa: su padre, Hercule de Rohan, duque de Montbazon, era gobernador de la capital, par de Francia, Gran Cazador y ‘prince étranger’* en la corte de Enrique IV.
*Lo de los ‘princes étrangers’ es complicado de explicar, pero baste decir que los Rohan eran descendientes directos de los duques de Bretaña, que habían sido gobernantes independientes hasta el siglo XV.
El 16 de enero de 1977 dos excursionistas ascendían el Pinnacle, en la Ruta de los Apalaches al este de Pennsylvania. Vieron una cueva y, al echar un vistazo, encontraron el cadáver congelado de un hombre.
Su identidad ha sido revelada 47 años más tarde, hace solo tres días.
El cadáver fue trasladado al hospital de Reading y la autopsia determinó que era un hombre blanco de entre 25 y 35 años, de ojos azules y pelirrojo, con el pelo rizado y largo. La causa de la muerte había sido una sobredosis de fenobarbital y pentobarbital, tal vez un suicidio.
¿El problema? No llevaba nada encima que pudiera identificarle y nadie reclamó el cadáver. Se le tomaron huellas dactilares y dentales, y se realizó un retrato robot muy… bueno, muy de los años 70.
Hola medoviks, hoy os traigo una historia con muchos protagonistas que dicen ser el mismo. Un señor que se murió, pero en realidad no, pero luego sí, pero resulta que no y… ya me entendéis. Vámonos a la Rusia del siglo XVII para conocer al Falso Dimitri. A TODOS ELLOS.
Empecemos por decir que sí hubo un Dimitri real: se llamaba Dimitri Ivánovich, nació en 1582 y fue el último hijo de ese señor encantador y para nada turbio que la historia conoce como Iván IV el Terrible. Su madre fue la última esposa de Iván, María Nagaya.
La cosa con Dimitri el Auténtico es que: A) Técnicamente el matrimonio de sus padres era ilegal ya que la iglesia ortodoxa solo reconocía los cuatro primeros, y María fue la sexta (otros dicen que la octava) esposa de Iván; B) Su padre murió cuando él solo tenía 2 años; y C) Los hijos de Iván tendían a morirse mucho*.
Hola galletas de jengibre, hoy tenemos una historia de lo más dulce. Y pegajosa. Y es que si pensábais que la ola de cerveza que arrasó Londres* fue mala, lo de esta semana es la versión turbopringosa de esa historia. Hoy: la Gran Inundación de Melaza de Boston.
*¿Una ola de cerveza arrasando Londres? ¿De qué hablas, Wurtzel?
Nuestro escenario es la ciudad de Boston, capital del estado de Massachusetts y lugar de nacimiento de Edgar Allan Poe. Que llevaba casi cien años muerto para cuando sucede nuestra historia, pero menudo cuento de terror se podría haber marcado con ella, amics.