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Valorar y mantener el legado del pasado en nuestro presente es el más valioso paso que podemos dar hacia el futuro.

Apr 18, 2020, 15 tweets

"No hay nada más nacional, popular y democrático que el tequeño, ese minúsculo pasapalo con el que nos identificamos todos. Nadie se resiste a agarrar uno, dos o un montón cuando el mesonero se acerca con la bandeja humeante y olorosa..."

Miro Popic
Reflexiones sobre el tequeño

"... y no hay fiesta o reunión que se precie de buena en la que no se sirvan tequeños. Todos los comemos, nos gustan a rabiar, y los saboreamos aunque estemos satisfechos o el médico nos tenga a dieta."

Miro Popic
Reflexiones sobre el tequeño

"Fiesta sin tequeños no es fiesta. Matrimonio sin tequeños termina en divorcio. Y cuando queda el último en la bandeja, no hay educación que valga, todos quieren quedarse con él."

Miro Popic
Reflexiones sobre el tequeño

El tequeño, sin lugar a dudas, se ha convertido junto a la arepa, la empanada y nuestra tradicional hallaca en una de las delicias culinarias venezolanas más apreciadas a nivel internacional, asumiendo hoy un papel destacado como embajador gastronómico.

El origen del tequeño, como en tantas anécdotas venezolanas, ha tenido muchas variantes populares, siendo la más aceptada la que lo ubica en la casa de la familia Báez, ubicada entre las calles de Sucre y Páez en Los Teques, capital del Estado Miranda, en la década de 1920.

La receta original es invención de Josefina Hernández, la menor de cinco hermanas que habitaban la casa de los Báez, quien a sus 15 años era toda una experta preparando pastelitos, quesadillas y pasapalos.

Durante una reunión, Josefina habría sorprendido a los visitantes con unos "deditos de queso" envueltos en una fina masa de harina de trigo que usaba para los pastelitos. Maravillados por su sabor, los bautizaron como "enrollados de queso".

Los "enrollados de queso" pronto extendieron su fama más allá de Los Teques, haciéndose popular preguntar en las fiestas caraqueñas: ¿y dónde están los tequeños? Desde entonces, referirse a ellos con el nombre de "tequeños" se hizo costumbre...

Era tal la popularidad de los "tequeños" que tenían que ser despachadas grandes cantidades, ya listos para freír, a la estación Los Teques del 🚂 "Gran Ferrocarril de Venezuela" #GFV para ser trasladados en tren hasta Caño Amarillo y distribuidos en Caracas.

Al llegar el tren a Caño Amarillo se armaba siempre un gran alboroto en el andén, escuchándose como un estribillo "¡Llegaron los tequeños, llegaron los tequeños!"

La aceptación y el gusto por los tequeños fue tan grande que muy pronto se extendió por todo el país, adaptándose a los gustos locales con nuevas e interesantes combinaciones de sabores: el tequeyoyo zuliano con queso y plátano; jamón y queso, con tocineta y tequeños de jojoto.

... y a pesar de los años, nuestro apreciado tequeño se mantiene siempre a la vanguardia, innovando y superándose a sí mismo para estar a tono con los nuevos tiempos y gustos más exigentes, incorporando queso y guayaba, chocolate, arequipe y Nutella, entre muchos otros sabores.

El único problema real con esta delicia gastronómica está en que, desde sus inicios en la casa de la familia Báez, los venezolanos nos hemos criado bajo el síndrome de la insaciabilidad total de tequeños y, por lo general, éstos nunca son suficientes...

De acuerdo con algunos entendidos en la materia, el venezolano promedio necesita al menos diez tequeños para sentirse algo satisfecho, pero en general no accede a más de dos o tres en cualquier fiesta o reunión en donde se encuentre.

Bien diría Oscar Yanes:
¡Así son las cosas!

En agradecimiento por su interés en nuestro hilo sobre el tequeño, ese venezolano universal que se ha convertido en uno de los más conocidos, admirados y esperados embajadores gastronómicos, les dejamos una bandeja llena para el almuerzo...

¡Feliz domingo y buen provecho!

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