Pedro Torrijos Profile picture
💡 Cuento historias. 3 bestseller: Territorios Improbables, Atlas de Lugares Extraordinarios, La Tormenta de Cristal. LO ÚLTIMO: La Pirámide del Fin del Mundo.

Mar 10, 2022, 61 tweets

Bajo Disney World hay una red de túneles para que los actores no se crucen con el público. No son subterráneos: todo el parque se construyó A 5 m. DE ALTURA.
Por eso es un sitio tan falso.

¿O es al revés?

En #LaBrasaTorrijos de hoy, El lugar más real sobre la Tierra.

HILO 👇

(Se recomienda la lectura del episodio de hoy acompañada de la siguiente banda sonora)

open.spotify.com/track/7sqKNroM…

En algún momento de 1956, mientras paseaba por el área de Tomorrowland de la recién inaugurada Disneylandia, Walter Elias Disney se topó con una visión aterradora, con algo que su mente no aceptaba, con un ser imposible.

Se cruzó con un cowboy.

No, no podía ser. Un cowboy en medio del mundo del futuro era un error garrafal. Arruinaba totalmente la experiencia del visitante, arruinaba la magia.

No pertenecía a ese lugar.

No debía estar allí.

No, no, no.

Así que cuando la compañía emprendió la construcción de un nuevo parque en Orlando, al otro lado del país, el tío Walt tuvo claro que los cowboys, los astronautas, los Mickeys y los Goofys nunca deberían ir de un lado a otro del parque a la vista de todos.

Irían por debajo.

El problema era que debajo de Florida no podía haber prácticamente nada: el nivel freático tan superficial hace imposible excavar.

Pero claro, Walt no iba a arriesgarse a otra atrocidad como la de California, así que tiró por la calle del medio.

LEVANTARON TODO EL PARQUE.

Al construir todo el Magic Kingdom a una cota de 5 metros, dejaban sitio perfecto para colocar una red de túneles que conectasen las distintas áreas del parque para que los actores (y todo el personal de servicio) pudiera ir de un lado a otro sin romper la magia.

Así, mientras en planta baja se ven escenas bastante peculiares (y un poco deprimentes) de nuestros amados personajes en medio de tuberías y conductos...

...en la planta superior, el visitante podía seguir sintiendo la magia sin percartarse de ninguno de los engranajes que permitían que esa magia existiese, y que corrían literalmente bajo sus pies.

A esa red de túneles se le llaman "utilidors" (contracción de utility y corridor) y el mapa tiene una pinta que recuerda un poco a LOST.

Y sí, todo el Magic Kingdom de Orlando está elevado sobre la cota cero. Lo que pasa es que los visitantes no nos damos cuenta porque todo el recorrido desde el acceso hasta el meollo del parque se realiza por una pendiente muuuuuuy tendida. Casi imperceptible.

En estas dos imágenes del antes y el después del parque de Shanghai, donde sucede algo similar, se aprecia bien cómo funciona la magia de la pendiente imperceptible.

A partir de Orlando, todos los parques de Disney suelen contar con un sistema de utilidors.

Lo que no sabía el tío Walt es que, al proteger tanto la magia, estaba creando una frustración urbana a la que daría nombre.

La ciudad perfecta: la "disneyficación".

Porque lo que hizo Disney fue más allá del propio entretenimiento. Construyó una ciudad real a partir de una colección escogida de mentiras.

Y la llamó nada menos que "El Lugar Más Feliz Sobre La Tierra"

Puestos a ser falsos, Disney no fue exactamente el primero. Las Vegas ya se había refundado el 26 de diciembre de 1946 cuando Bugsy Siegel inauguró el Flamingo Hotel & Casino.

De hecho, la estructura arquitectónica de lo falso era una tradición norteamericana desde la construcción de los parques de atracciones de Coney Island a principios del XX o de la Exposición de Chicago en 1893.

Esta lógica de la imitación era evidente en artilugios híbridos como el fastuoso hotel-elefante habitable de Coney Island.

AL LORO AL ASUNTO.

(Y lo mismo la culpa de todo la tuvo Viollet-le-Duc cuando, en el XIX, "medievalizó" de manera totalmente arbitraria la ciudadela de Carcasona)

Pero en ninguno de estos casos se era verdaderamente consciente de lo que se estaba haciendo, solo respondían a una manera —arquitectónica y experiencial— de entender el mundo. Disneylandia era distinta.

Desde su propio discurso de inauguración, pronunciado por el mismo Walt el 17 de julio de 1955, Disneylandia destilaba y cristalizaba los Estados Unidos en una ciudad.

"A todos los que llegan a este lugar feliz: Bienvenidos. Disneyland es vuestra tierra. Aquí los mayores reviven los buenos recuerdos del pasado; aquí los jóvenes saborean la promesa del futuro. Disneyland está dedicado a los ideales y los sueños que han creado América".

Disneylandia no era un parque de atracciones, era un lugar conformado fuera del pasado y fuera del futuro. Se colocaba con precisión fuera del tiempo y fuera de cualquier límite que no naciese de los sueños más o menos imprecisos de una América entendida como artefacto emocional.

Los parques de Disney se entendían —y se entienden— como islas de felicidad controlada, aunque se cimentasen sobre una serie de mentiras, de máscaras corregidas y aumentadas, extraídas de los productos de la Walt Disney Company.

El europeo castillo de Cenicienta, más europeo que cualquier construcción del Viejo Continente; Frontierland, mucho más amable y mucho más limpio que los pueblos del verdadero Far West; Tomorrowland, tan en el futuro que ningún futuro llegará nunca a ser igual.

Todo construido como el decorado de un teatro. Un escrupuloso envoltorio de fachadas de cartón piedra y madera pintada que imitan madera real y piedra real, mientras los cuerpos de los edificios son despreciables y permanecen ocultos porque tienen que ser invisibles.

Porque el prestidigitador nunca revela sus trucos y nadie quiere saber que, al final, la magia es un entramado de distracciones visuales.

Una coreografía donde más importante es saber qué hay que enseñar qué no. Y lo que se enseña en Disneyland es perfecto. 160 acres perfectos.

Y lo más perfecto y lo más intrincado no son las montañas rusas ni los castillos; el lazo que ata el simulacro es la avenida que articula toda la ciudad: Main Street U. S. A.

En Disneylandia, la calle también es una máscara.

Esa Main Street no pertenece a ningún lugar concreto, sino que representa a todo el país.

U. S. A.

Los Estados Unidos solidificados en fachadas pintorescas, en bancos pintorescos y en farolas pintorescas.

Aunque todo sea igual al tacto.

Aunque a veces la segunda planta, demasiado baja, no tenga detrás ningún espacio porque no hay altura libre suficiente para albergarlo.

El espacio urbano es una ilusión óptica. Un trampantojo arquitectónico perfecto.

Tan perfecto que se repinta CADA NOCHE.

TODAS LAS NOCHES.

Disneyland fue un éxito total: 160 000 personas visitaron el parque californiano el día de la inauguración, 3.5 millones el primer año.

Todo el mundo quería experimentar una ciudad perfecta y la Walt Disney Company les concedió su deseo.

Disney World abrió sus puertas en 1967, Tokyo Disneyland en 1983 y Euro Disney en el 92. El desembarco en Europa desencadenó una fiebre global y, en cosa de dos décadas, cientos de parques temáticos de todo pelaje y condición acabaron poblando el planeta.

Todos los países y todas las regiones del mundo querían tener una ciudad perfecta. Así que, para ser perfecto, el mundo acabó imitando a la imitación.

Tal es así que, en 1991, el profesor universitario Peter K. Fallon acuñaría el término "disneyficación": el proceso según el cual un lugar real es desprovisto de su carácter original para ser sustituido por una versión higienizada y desinfectada del mismo.

El bucle se cerró en 1996, cuando la Walt Disney Company fundó la ciudad de Celebration en Florida, a unos pocos kilómetros de Disney World. Celebration se concibió como una comunidad meticulosamente calculada para ser feliz: calles peatonales, anchos amables, tiendas atractivas.

Celebration es una máquina de ingeniería social para ofrecer la imagen de mayor paz, tranquilidad y felicidad posible. Celebration era un pueblo real disneyficado desde su propio planeamiento urbano.

La compañía imitaba a la imitación de la imitación.

Celebration es demasiado perfecta, demasiado fabricada, demasiado nostálgica y absolutamente falsa. Sus calles parecen la pesadilla de color pastel que Tim Burton filmó en Eduardo Manostijeras.

La gente no experimenta Celebration durante cantidades limitadas de tiempo; vive una vida real dentro de ella. Y la realidad es muy difícil de controlar.

En cambio, Disneyland es genuina y auténticamente real.

Cuando desarrolló el concepto de hiperrealidad, Jean Baudrillard afirmó que «Disneyland es el lugar más real de los Estados Unidos porque no finge ser más de lo que realmente es: una simulación».

No tiene un modelo al que referirse porque es su propio modelo.

No hay frustración posible porque Disneyland solo es un decorado e, inherentemente, nada más que un decorado, tanto físico como emocional.

Un decorado de felicidad.

Las ciudades disneyficadas fingen ser parques temáticos mientras lidian con miles de circunstancias cotidianas; fingen ser ciudades mientras ofrecen la imagen de parques temáticos.

Disneyland y parece una glorificación de lo ficticio pero es una isla de realidad pura.

El problema es que esa realidad es la droga química más poderosa del planeta: tan precisa y tan pura que solo puede resistirse en pequeñas dosis.

Porque, como ya dije alguna otra ves: nadie sería capaz de experimentarla más de un par de días sin volverse loco.

Y con estas cuatro imágenes que resumen muy bien el hilo de hoy, vamos a despedirnos de Disneyland, de los utilidors, de Mickey, de Jean Baudrillard y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.

Si os ha gustado, hacedme RT al hilo, FAVs, follows o llevadme a ver Dumbo, que es la mejor peli de Disney, by far!

Si os gustan las historias como esta, el viernes 18 voy a estar en directo en la Biblioteca Regional de Murcia en el ciclo Cinemarq 2 contando la historia de la Máquina de Muerte de la Calle 63: el edificio construido para matar.

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Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Disney, PatTag2659, Norm Lanier, Lee, Tom Simpson, Library of Congress, Scott Smith, diamond geezer, steven van, DONGDONG, Joe Penniston, Vintage Las Vegas, Mike Christoferson, Jeff Krause, Mark Power, Brett Kiger y 20th Century Fox.

#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.

(Fin del HILO 🇺🇸🐭🏰 )

(Y en el episodio de la próxima semana, vamos a conocer la historia de la cicatriz más profunda en la arquitectura moderna española).

LAS CODAS, NIÑAS Y NIÑOS.

1. La experiencia de la magia es tan radical que el personal de seguridad muchas veces también está oculto. Limpiadores, "visitantes" e incluso Mickeys pueden ser personal de seguridad.

Esto se replica en muchos otros parques temáticos, y también en no-parques temáticos. No es infrecuente que en estadios o centros comerciales, por ejemplo, haya personal de seguridad disfrazado de visitante o de técnico.

2. Pero es que todo se ha replicado en otros parques temáticos. Si bien el sistema de túneles solo existe de forma tan compleja en el Magic Kingdom de Orlando (y uno más sencillo en EPCOT), todos los parques temáticos del mundo cuentan con pasajes "ocultos" al visitante.

No dejan de ser como las entradas de servicio o los backstages de los teatros. Y también pueden estar al aire libre y sus accesos, por supuesto, suelen estar separados de los del público.

3. No son solo los caminos de servicio. Eso, en realidad, es casi lo menos importante: se trata sobre todo de salas de descanso, cafeterías para personal, camerinos o vestuarios.

Es lógico que recuerde a un teatro porque ES un teatro.

4. La complejidad de los utilidors del MK de Disney World radica en que esas cafeterías, vestuarios y salas están bajo el parque. Y no solo eso, los utilidors también transportan el sistema de basuras por conductos.

5. En un rizo del propio rizo, los túneles de Orlando se han convertido en una atracción más del parque. Se pueden visitar, al menos en parte (aunque creo que hay que pagar un plus).

6. Y solo for the sake of it, una foto de la esfera de Fuller (la Spaceship Earth de EPCOT) en construcción.

Posiblemente es uno de los pocos edificios verdaderamente genuinos que existen en un parque temático.

7. Una corrección (que me bailan las cifras porque si no, no sería Pedro Torrijos).

Disney World comenzó su proceso de construcción en 1967, pero no se inauguró hasta 1971.

8. Una última tonterida que me resulta curiosa. Aunque no todos estéis familiarizados con Jean Baudrillard, estoy casi seguro que muchos habéis visto un libro suyo, aunque sea por fuera.

En The Matrix.

(Aunque también os digo que, con semejante tipo de letra, la edición de Simulacro y Simulación que tiene Neo en su casa más que un ensayo parece una edición de Dungeons & Dragons).

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