#TalDiaComoHoy se cumplen 214 años de la toma de #Zaragoza por las tropas napoleónicas en 1809. Uno de los momentos más importantes de la Guerra de la Independencia española. Te contamos cómo fueron esos últimos días del asalto a la capital aragonesa⬇️
El 26 de enero comenzó con fuertes bombardeos franceses sobre un frente de unos mil quinientos metros en el río Huerva. Al día siguiente, el mariscal francés Jean Lannes dio la orden de lanzar el asalto con tres columnas.
La dirigida a Santa Mónica fue rechazada, la columna que fue hacia el centro consiguió penetrar en el molino de aceite, ocupando algunas casas, y las tropas polacas consiguieron entrar en Santa Engracia, tomando la puerta del Carmen y el convento de Trinitarios.
Sin embargo, los franceses no pudieron profundizar en el casco urbano, pues se encontraron las calles bloqueadas con barricadas y las casas convertidas en fortines. Comenzaba una nueva fase de operaciones, caracterizada por el combate callejero, en casas y minas.
Mientras se desarrollaban tales hechos en la ciudad, los franceses obligaban a replegarse a algunos núcleos españoles en la carretera de Barcelona, al otro lado del Ebro. Quedaban así dueños de todo el campo abierto en el perímetro del Arrabal.
En la noche del 31 de enero las tropas francesas construyeron la primera trinchera paralela frente al convento de Jesús. Avanzaron rápidamente y el 8 de febrero ya ocupaban el edificio, prácticamente demolido.
La construcción de túneles también fue una de las prácticas empleadas por los sitiadores, que cuando eran advertidas por los españoles, estos respondían cavando contraminas, produciéndose sangrientas emboscadas con cuchillos, picos y palas, sin apenas luz o en completa oscuridad.
Terminadas las galerías desde el hospital general hacia San Francisco, el día 10 los franceses explotaron una mina que reventó la entrada principal y el claustro, sepultando a muchos defensores. Tras esto, acontecen dos días de combates atroces que dejan una escena espeluznante.
#Zaragoza es testigo de combates y bombardeos continuos. Mientras, la epidemia mengua las fuerzas españolas, que observan como la guarnición se reduce a la mitad. Por su parte, los franceses no consiguen avanzar y comienzan a fatigarse por las bajas sufridas.
Desde el convento de Jesús se trazó la tercera paralela, cerca del muro de San Lázaro. Desde esa trinchera se desencadenaría el ataque definitivo que ocupó el barrio del Arrabal el día 18 de febrero. Este último ataque francés se saldó con pocas bajas para estos.
Los españoles caían a centenares, sin poder hacer frente a las maniobras y las trincheras de asedio. Tras ello, los franceses tenían el camino despejado para alcanzar el Pilar y el centro de la ciudad.
La capitulación se tornó en inevitable, ante la amenaza de Lannes de volar el resto de la ciudad y la falta de brazos para sostener la defensa, produciéndose apenas 48 horas más tarde.
Entre los intentos por romper el cerco, los hermanos Palafox, que se encontraban en Sariñena preparados para entrar en Villamayor con sus nueve mil hombres y trescientos caballos, al enterarse de la caída del Arrabal se reunieron con sus oficiales.
Estos acordaron retroceder y entrar en Zaragoza por Torrero. Esta operación era más compleja y larga que la anterior, exponiendo a las tropas, “pero no había otra”. El 20 de febrero llegarían a Berbegal.
El 25 de febrero llegarían hasta Fraga, donde ya con noticias de la capitulación de Zaragoza el día 21, decidieron quedarse allí esperando a los refuerzos valencianos y pasar a cubrir la línea del Cinca para defender la entrada de Cataluña.
El mariscal Lannes, impresionado por la defensa, afirmaría que “la ciudad arde por cuatro puntos distintos y llueven sobre ella bombas a centenares, pero nada intimida a sus defensores… ¡Qué guerra! ¡Qué hombres!”. A lo que añadiría “la victoria da pena”.
Capitulada Zaragoza, entraron en ella los franceses el #21deFebrero de 1809 y encontraron destrucción, miseria y miles de cadáveres entre sus ruinas. Las bajas españolas en la guerra, sumando las enfermedades, llegarían a las 55 000. Las francesas ascendieron a 10 000.
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