Este es el puente de Pelješac. Parece un puente más o menos normal pero es un puente que SALTA SOBRE UN PAÍS.
Y la culpa de que exista (al menos en parte) es de Drácula. En serio.
Acompañadme al Adriático en #LaBrasaTorrijos de hoy.
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(Se recomienda la lectura del episodio de hoy acompañada de la siguiente banda sonora).
open.spotify.com/track/6s3FV8At…
Como muchas buenas historias, esta comienza con algo inesperado.
En este caso, un meme. (Y sí, el meme tiene marca de agua porque si no, no sería meme ni nada).
Bosnios: Queremos salir a nadar.
Croacia: No.
Un momento, ¿como que no? ¿Qué es eso de ahí?
Vamos a hacer zoom a ver...
Pues eso es Neum. El único pueblo costero de la única zona costera de Bosnia y Herzegovina.
20 kilómetros en total de línea marítima, lo convierte a Bosnia en el país con menos costa de los que cuentan con salida al mar.
Pero aún más curioso que esa costa tan chiquitica de Bosnia es el hecho de que la preciosa ciudad amurallada de Dubrovnik, al sur de Neum, esté en un exclave separado del resto de Croacia, país al que pertenece.
Para entender este follón de mapa, tenemos que hablar de un personaje muy importante en la zona.
Tatachán: Drácula.
Pero no Drácula el de la novela epistolar de Bram Stoker ni el de la estupenda adaptación de Coppola, sino el hombre real en el que se inspiró el personaje: Vlad III el Empalador, príncipe de Valaquia a mediados del siglo XV y héroe nacional de Rumanía en la actualidad.
La cosa con Vlad es que se tiró toda su vida liándose a hostias con y contra los otomanos, que por esa época ya eran un Imperio muy poderoso.
Y digo "con y contra" porque a veces se alió con ellos y a veces se aprovechó de ellos y a veces les tocó mucho las narices.
La vez que más se las tocó fue en 1462 cuando el sultán Mehmed II mandó unos emisarios para que Vlad le rindiera vasallaje y el tío Vlad decidió hacer con ellos lo que mejor se le daba hacer: empalarlos.
Al final, Mehmed II derrocó a Vlad pero las hazañas (y la crueldad) del Empalador recorrieron Europa durante siglos.
Mientras, la situación en la zona se mantuvo durante 200 años como era normal en la época: guerreando día sí y día también todos contra todos. Que si los venecianos, que si los otomanos, que si los Habsburgo, que si los húngaros, que si el Sacro Imperio Romano Germánico...
Bueno, todos no.
En Dubrovnik pasaban bastante de esas movidas.
Ellos llevaban siendo república independiente (la República de Ragusa, que no veas como mola el nombre) desde 1358 y, aunque tenían una relación de semivasallaje con los otomanos desde el siglo XV, en realidad iban a su bola comerciando por el Adriático con quienes les apetecía.
Pero entonces llegó 1683 y el Imperio Otomano, al mando del gran visir Kara Mustafá, intentó hacer lo que no pudo conquistar Sulimán el Magnífico un siglo antes: conquistar el corazón de Europa.
Tomar Viena.
El segundo sitio de Viena enfrentó a los otomanos contra —atentos al nombre— la Liga Santa.
(Bueno, en realidad no era *la* Liga Santa, sino *una* Liga Santa, concretamente la novena que se formaba en la historia).
El caso es que esta Liga Santa Mark 9 estaba compuesta por la casa Habsburgo, el Sacro Imperio Romano, la Confederación Polaco-Lituana, el Zarato de Moscú y (ojo con esto) la República de Venecia.
¿Y por qué digo que ojo con la República de Venecia? Pues porque las las verdaderas ambiciones de los venecianos era reconquistar la provincia romana de Dalmacia. O sea, la costa este del Adriático.
O sea, hasta Dubrovnik.
Los ragusos estaban acojonaos por que los venecianos quisieran conquistarlos mientras el resto de la peña estaba liada en Viena, así que pidieron ayuda a los otomanos.
Pero los otomanos dijeron que un momento, chavales.
Como ya dije, las hazañas de Vlad el Empalador perduraron (y perduran) durante siglos, así que los otomanos no estaban por la labor de mandar emisarios a republiquitas a cambio de nada, no sea que se los cargasen.
Y entonces, la gente de Dubrovnik decidió llevar a cabo una maniobra diplomática formidable: se remangaron los pantalones.
Es decir, cedieron un trozo de su territorio al Imperio Otomano.
Exactamente ESTE trozo de su territorio. Tadáaaa!
De esta manera, demostraban a los otomanos que eran buenos vallasos cediéndoles territorio y, además, si los venecianos querían conquistarlos tenían que atravesar territorio otomano y la cosa era mucho más chunga que enfrentarse solo a los ragusos.
Y la cosa funcionó.
Dubrovnik se mantuvo independiente hasta la conquista de Napoleón en 1808.
Después llegaría el Imperio Austriaco y el Austrohúngaro y, como se ve en este mapa de @elOrdenMundial, ese pequeño trozo de tierra dejó de tener sentido porque todo era más o menos lo mismo.
Lo mismo pasó con la Yugoslavia de Tito tras la Segunda Guerra Mundial: todo era lo mismo.
Pero luego llegó la Guerra de los Balcanes, que es un periodo demasiado reciente y demasiado sangriento como para bromear sobre él.
Con la llegada de la paz, la doble frontera de Neum entre Croacia y Bosnia-Herzegovina se convirtió en un engorro para los croatas, más aún tras la entrada del país en la Unión Europea en 2013.
Como no podía ser que tú disfrutases libertad de movimiento por 27 países pero luego para ir a Dubrovnik tuvieses que pasar dos puestos fronterizos en 20 kilómetros, las autoridades croatas decidieron solucionarlo con, lo habéis adivinado, un puente.
El puente de Pelješac.
Un puente desde la península de Pelješac hasta el resto del país, que se inauguró en julio de 2022 y mide 2404 metros.
Un puente que salta sobre Bosnia y el Adriático pero, sobre todo, salta por la atribulada historia de una de las zonas más atribuladas (y más bellas) de Europa.
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(Fin del HILO 🌉☪️✝️🧛♂️)
UN PAR DE CODAS MAÑANERAS.
1. El trazado del puente, para que veáis como sortea el problema.
2. Por qué llamamos "Drácula" a Vlad III.
Es sencillo, Vlad III era hijo de Vlad II Dracul, así que se usaba el patronímico Vlad Drăculea (o sea, Vlad, hijo de Dracul) para referirse a él.
Resultado: Vlad Drácula.
(Bram Stoker no se inventó el nombre, vamos).
3. El hecho de que Bosnia formase parte del Imperio Otomano durante siglos es lo que explica que más dea mitad de la población del país sea musulmana. Y por eso, los monolitos del memorial de Srebrenica están en árabe.
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