Una vez que fui de visita a casa de los abuelos paternos, sabéis,
Los dos eran unos malditos mandones.
Pero bueno, que me sentí avergonzada porque me dijeron que estaba equivocada.
Pero no lo estaba.
Si lo hubiese estado, la situación actual no sería esta.
Ahora es él el que alguna vez tantea divorciarse y echarnos de casa por todo el morro y él mismo cambia de idea. Supongo que le gusta jugar, y nosotras debemos aceptarlo, porque él manda.