Thread by @PsyForButterfly

Muchas personas me preguntan el papel de la familia y la educación en el desarrollo del comportamiento delictivo de sus hijos. En este sentido, ya nadie pone en duda que la familia es la principal fuente de socialización.

Son numerosos los estudios que han puesto de manifiesto que la delincuencia tiende a ser mucho más frecuente entre los jóvenes que proceden de ciertos tipos de familia o ambiente social. Las características familiares más relacionadas con la delincuencia juvenil y adulta son:

1) la criminalidad de los padres;
2) la ausencia de supervisión educativa;
3) las actitudes educativas crueles, pasivas y negligentes;
4) una disciplina errática o severa,
5) el conflicto matrimonial;
6) el número de hijos.

De todas estas, me gustaría incidir y hablar sobre la educación y las transacciones familiares, es decir, el funcionamiento del afecto en la familia y el funcionamiento de los estilos de control de los padres sobre los hijos.

En cuanto al afecto, son muy significativas las pobres relaciones con
los padres: ausencia de actividades de ocio compartidas; ausencia de comunicación íntima entre padres e hijos; ausencia de identificación afectiva con los padres; ausencia de afecto y de interés por ejercer ...

... el papel de padres. Algunos autores incluso han encontrado que el sentimiento de los adolescentes de pertenencia a una familia, medido a partir de su grado de participación e implicación en las actividades familiares, es un factor protector frente a la conducta delictiva.

Respecto a las estrategias de control paterno, se ha encontrado que los padres de niños problemáticos, emplean el castigo con mayor frecuencia; dan más órdenes; son más propensos a dispensar atenciones y refuerzos positivos a
sus hijos en respuesta a una conducta «desviada»,

tienen menos probabilidades de percibir como desviadas ciertas conductas; son más propensos a involucrarse en discusiones e intercambios coercitivos con sus hijos; dan órdenes más vagas; y son menos efectivos a la hora de atajar la conducta desviada de sus hijos.

La evidencia sugiere que una supervisión educativa pobre por parte de los padres guarda una mayor relación con la delincuencia de los hijos. De la combinación de dichas dimensiones aparecen cuatro diferentes estilos de relación (Maccoby y Martin, 1983):

1) el autorizativo, donde se produce una relación de aceptación y al mismo tiempo de demanda hacia el niño;
2) el indulgente, que acepta al niño, pero sin formularle ninguna demanda;
3) el autoritario, producido cuando existe un rechazo y al mismo tiempo se producen una serie de

demandas;
4) el negligente, en el que se conjugan factores de rechazo y de ausencia de demanda.
De los cuatro estilos relacionales señalados, la disciplina autorizativa es la que mejor suscita la capacidad de autocontrol y de autoconfianza.

Al contrario, el estilo autoritario posee un impacto negativo sobre el niño, al dificultar su desarrollo moral, generar un nivel de agresión elevada y una baja autoestima. Los estilos indulgente y negligente tienen como consecuencia una deficiente socialización.

La relación de las discordias intrafamiliares con la delincuencia es también patente: las discusiones frecuentes y prolongadas; la separación temporal de los padres debida a sus disputas, así como el divorcio o separación permanente.

La expresión de hostilidad y sentimientos negativos entre los miembros de la familia, las actitudes de desprecio hacia los hijos; gritos y castigos frecuentes; y la tendencia a que pequeñas desavenencias entre dos miembros de la familia den lugar a intercambios hostiles.

En fin, prevenir es educar, es evitar. Conociendo esto, en nuestro papel como padres y educadores, estaremos contribuyendo a prevenir ciertos comportamientos desviados futuros en nuestros hijos, al menos en la parte que a nosotros nos corresponde.

Si con este hilo he podido arrojar un poco de luz sobre cómo podemos ser mejores educadores y padres, me doy por satisfecha. Gracias por leerlo. FIN