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Datadista @datadista
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¿Qué nos enseña el pasado de los culpables, los cómplices y los que miraron para otro lado en uno de los casos de corrupción más conocidos de este país? ¿Hacemos un pequeño viaje? #DíaInternacionalcontralaCorrupción #StopCorrupción
18 de agosto de 1991. 3:40 de la madrugada. Jesús Gil, que tres meses antes había arrasado por primera vez en las elecciones de Marbella (19 de 25 concejales), se presenta en el Puerto Deportivo rodeado de policía local y seguridad privada.
Sus insultos y amenazas a los jóvenes acabarán en batalla campal. Todo premeditado. Detrás de los números circenses de Gil, siempre había un plan. elpais.com/diario/1991/08…
Esa noche, con los medios avisados, paseando entre las mesas, alzando el dedo corazón hacia los jóvenes que empezaban a responder a sus insultos, no se marchó hasta que empezaron a lloverle escupitajos. Le lanzaron un vaso de güisqui. Un cámara de televisión se llevó un manotazo.
Dicen las crónicas que se marchó diciendo: “Ya tengo lo que quería. Ya he demostrado que todos estos son unos delincuentes”.
Gil ofrecía a sus votantes riqueza para todos (él no la necesitaba, aseguraba, porque ya era un empresario de éxito y no tenía que robar como otros políticos); lucha contra el fraude (de los otros políticos) y orden, aunque fuese él quien provocase el caos. ¿Les suena?
¿Qué buscaba aquella noche en el Puerto? Gil quería llevarse la zona de copas a la playa de Banana Beach. No era un terreno cualquiera. El Plan General decía que ese suelo debía destinarse parte a zona verde y el resto era dominio público.
Convertirlo en zona de ocio nocturno era un modo de mantenerlo ocupado hasta que llegase el momento adecuado, cuando la máquina de la corrupción hubiera hecho su trabajo.
Una máquina que instalaron y empezaron a engrasar desde que el GIL (Grupo Independiente Liberal) llegó al poder. El punto de conexión entre la política y los promotores inmobiliarios.
Esa máquina se escondía tras una empresa pública, propiedad del Ayuntamiento de Marbella, llamada Planeamiento 2000, fundada por el GIL al llegar al poder y a cuyo frente puso a Juan Antonio Roca, quien con el tiempo sería identificado como el cerebro de Malaya.
Planeamiento 2000 localizaba los mejores suelos, negociaba con los promotores los convenios urbanísticos e iba dando forma al futuro Plan General en el que tendrían cabida esos convenios ya pactados, aprobados y en muchos casos con los edificios ya construidos. El mundo al revés.
La ley obliga a que los convenios se ajusten al Plan General en vigor, no a un presunto plan futuro. El GIL abusó de esta ilegalidad tan a sus anchas que en Marbella se llegaron a conceder licencias para construir 38.439 viviendas ilegales. Y (casi) nadie hizo nada para pararlo.
Porque "el Estado de Derecho terminaba en los confines del término municipal de Marbella".
La playa de Banana Beach, aquella a la que Gil trasladó la zona de copas tras su número nocturno, acabó ocupada por 297 apartamentos. Ni siquiera el PGOU 2010, el mayor intento de legalizar la Marbella ilegal (anulado por el Supremo), se atrevió a legalizar esto. Allí sigue.
Para entender cómo fue posible que esto ocurriese una y otra vez en Marbella, hay un ejemplo perfecto. La prueba de que, incluso cuando un juez detuvo una de aquellas edificaciones ilegales, no hubo modo de enfrentarse al escudo que protegía a Gil.
La maquinaria corrupta de Gil localizó un terreno junto al antiguo huerto del Padre Barragán, al este del hotel El Fuerte. Allí se levantaba una pequeña casa de una planta con una terraza que ocupaba toda la azotea y desde donde podía verse la línea continua del mar.
En esa casa, propiedad de la familia de su marido desde hacía generaciones, vive Carmen Suárez. Al poco de llegar Gil al poder, unos hombres del Ayuntamiento los visitaron para hacerles una oferta por la casa. Carmen y su marido dijeron que no. Era una buena casa. Su casa.
El Ayuntamiento, que fue expropiando y comprando los terrenos alrededor de la casa de Carmen, construyó frente a ella una avenida con fuentes, palmeras, olivos. Ocupó el terreno mientras negociaba.
Y un día llegaron las máquinas y empezaron a taladrar la avenida. A principios de 1998, una constructora recién creada, Belmonsa, empezó a construir un edificio de 12 plantas pegado a la barandilla de la terraza de Carmen. Pegado es literal. Es menos de un metro.
Carmen buscó un abogado. Nadie quería hacerse cargo de su caso. Hasta que encontró una abogada en Málaga dispuesta a enfrentarse al Ayuntamiento de Marbella, Inmaculada Gálvez.
Gálvez había conocido al periodista Félix Bayón en abril de 1996, en una cena. Pegaron la hebra nada más conocerse, hablando sobre lo que estaba ocurriendo en Marbella. Y decidieron inaugurar el Código Penal de 1995, que había introducido por primera vez el delito urbanístico.
Aquí contábamos la historia de Carmen Suárez y su pesadilla antes de Navidad.
El juez Santiago Torres, recién llegado a Marbella, lo vio clarísimo. La obra era ilegal. La paralizó e imputó a los concejales del Ayuntamiento implicados, incluido Jesús Gil. Pero la jueza decana, Pilar Ramírez, apartó a Torres del caso y la obra se reanudó.
Esa jueza fue expulsada de la carrera judicial en enero del año 2000 por los negocios inmobiliarios de su familia en Marbella. El Supremo redujo su condena y hoy está en la Audiencia de Málaga, juzgando. elpais.com/diario/2002/04…
No fue la única. Los jueces de instrucción archivaron de forma sistemática las causas contra el urbanismo de Gil durante años. Gálvez recurría los archivos. Nadie detenía las obras. Los edificios se fueron terminando. También el que ha dejado en sombra la casa de Carmen.
La banca, confiada en que allí no pasaba nada, financiaba las construcciones. Cuando el juez Torres paralizó la construcción de Belmonsa, el Banco Santander, que la financiaba con 1.167 millones de pesetas, no tardó en enviar al Ayuntamiento una consulta sobre qué estaba pasando.
La Junta de Andalucía, cuya Dirección General de Administración Local debía controlar la legalidad de todos los acuerdos de los ayuntamientos, pasó años sin controlar los convenios urbanísticos de Marbella.
En marzo de 1994, el ministro de Justicia socialista Juan Alberto Belloch firmaba el “expediente de indulto de Jesús Gil”, condenado por estafa, para que pudiera presentarse a las elecciones en Marbella en 1995. (Era el segundo indulto a Gil tras el de Franco en los setenta).
Gil fue inhabilitado en 2002 por otra causa del juez Santiago Torres (el caso camisetas). Le sustituyó en la alcaldía Julián Muñoz y entonces la Junta intentó pactar una solución a las decenas de miles de viviendas ilegales de Marbella. La mafia marbellí se revolvió contra Muñoz.
Hace un año lanzábamos la primera entrega multimedia de #PlayaBurbuja. Así contábamos el viaje de los concejales que firmaron la moción de censura contra Muñoz, el papel del actual alcalde de Estepona (PP) y lo que encontró la investigación de Malaya.
Pero Malaya llegó tan tarde que solo pudo conseguir pruebas para reconstruir una mínima parte de la historia de corrupción de Marbella, el final de la fiesta.
Hasta el fiscal que llevó la causa, Juan Carlos López Caballero, que durante tanto tiempo contribuyó a dilatar los procesos contra el urbanismo marbellí, pone en duda que Malaya pueda considerarse un éxito.
Para entonces todo el mundo parecía dispuesto a sacar al GIL del poder. ¿Qué había cambiado? El propio fiscal reconoce que trabajaron en la investigación con ciertos “vientos de cola” a favor de la misma.
Periodistas como @ARubioCampana habían contribuido a cercar a Jesús Gil, con investigaciones entre otras sobre las facturas falsas emitidas por el Ayuntamiento (casos Saqueo I y II). Aquí, Rubio entrevista al cerebro de Malaya. elmundo.es/elmundo/2008/0…
Julián Muñoz da otra pista en su libro 'Julián Muñoz: la cruda verdad'. El GIL había ido ganando alcaldías y "ya no se conformaba con Ceuta y Melilla, sino que anunciaba que iba a presentarse a las generales y a hacer más de un roto a los grandes partidos".
Jesús Gil iba a los mítines y hacía que ganasen candidatos que ni habían pisado antes la ciudad. En esos mítines, no se privaba de “llamar hasta perros judíos a sus antiguos amigos de la Junta y del PP”, dice Muñoz.
En junio de 2018, Datadista lanzó Playa Burbuja, un viaje al reino de los señores del ladrillo. Un recorrido por la costa peninsular mediterránea, la corrupción, el papel de los políticos, los jueces, las historias de ciudadanos que, como Carmen Suárez, siguen pidiendo justicia.
Queremos agradecer la acogida que habéis dado al libro, cuánto nos estáis ayudando a difundirlo, vuestras invitaciones a puntos de la costa para hablar de nuestra investigación (la próxima semana estaremos en Cartagena y Cádiz).
Para celebrarlo con vosotros, estas fiestas, gastos de envío gratuitos. Para que la historia no se borre. Porque el ladrillo vuelve y no ha aprendido la lección. A la venta aquí 👇 tienda.datadista.com/products/playa…
Porque la corrupción lleva muchas décadas en nuestro país, aunque los ciudadanos no siempre la perciban como uno de los problemas más importantes, como se ve en este gráfico con datos del CIS. #DíaInternacionalContraLaCorrupción #StopCorrupción
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