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Según cuenta SJ Gould en "El mito de la Tierra plana", la idea de que Colón tuvo que convencer a religiosos ignorantes que consideraban que la tierra era plana, de que era posible llegar a Asia dando una vuelta al mundo es, cómo el título lo adelanta, un mito. 
Nunca en ningún sector académico habría sido una posición dominante la idea de la Tierra plana. El mito habría sido inventado en una versión maniqueísta de la historia de la ciencia, para exagerar el enfrentamiento entre ciencia y religión, en defensa de la educación laica.
Las historias oficiales, como cuenta Kuhn, suelen tener este matiz maniqueísta, porque la idea no es dar una versión verídica de la historia, sino defender y esparcir valores presentes. De allí que estas versiones de la historia sean anacrónicas y simuladamente acumulativas.
A los que valoramos la historia por su capacidad de iluminar el presente, y porque el dispositivo más efectivo para tomar consciencia de nuestros marcos conceptuales y sus limitaciones consiste en conocer su génesis, no nos gustan las historias oficiales.
Gould siempre dice todo convincentemente bonito. Las historias oficiales pueden ser efectivas para sumar soldados a causas (y no hay causa más preciada que la de la educación y el estado laico). Pero son peligrosas.
Las historias oficiales son peligrosas porque reafirman hábitos arraigados que impiden el progreso, y porque generan falsa consciencia que nos vuelve manipulables. Ahora, la realidad nos muestra un problema más.
Inventar, en las historias oficiales, enemigos de la razón para reafirmar tu posición, puede llevar a que al tiempo tengas que lidiar con ellos. Estos muñecos de paja imbéciles que nunca habían existido, los tierraplanistas, ahora están ahí.
¿Surgirá de nuestras fantasías históricas un Colón que lidie con ellos? ¿O la ignorancia histórica solo genera monstruos?
