Thread by @robertayque

Antes del final del juicio de Raniere, información que cura: Entre los muchos testigos que han desfilado por el juicio de Keith Raniere está la doctora Dawn Huges, psicóloga clínica forense con más de 20 años de experiencia.

La fiscalía la llevó para ayudar al jurado a entender los mecanismos de sumisión y dominación padecidos por las muchas personas, particularmente mujeres, que cayeron bajo la influencia del acusado.

Esto viene a cuento porque en estos tiempos de desesperanza parece redoblarse la toxicidad de entes carismáticos pero falaces, asumidos como filantrópicos, patrios o sagrados cuando en realidad son estafadores megalómanos con proyectos personalísimos de poder.

El viaje hacia la sumisión psíquica sigue los siguientes pasos. El 1ero es uno que llamaré el de la tierra prometida; es decir, la persona, generalmente vulnerable o frágil, llega al nuevo grupo para encontrarse lo que parece una hermandad afectuosa que la hace sentir apreciada;

muchos me preguntan que cómo mujeres de alta condición económica pudieron caer en garras de estos depredadores, y la respuesta es muy simple: las carencias que explotan son de naturaleza emocional. La soledad, el aburimiento, la baja autoestima,

la falta de afecto y los sentimientos de irrelevancia o de intrascendencia son, entre otros, impulsores poderosísimos que no respetan diferencias socioeconómicas.
El siguiente paso, luego de la corta luna de miel, es la supervisión y control, “para tu propio bien”

o “porque se te ama”. Los teléfonos y correos son revisados o intervenidos y los itinerarios celosamente escrutados, cayendo la persona en un estado de entre miedo, agradecimiento y dependencia; el clásico me cela porque me quiere.

De allí prosigue el aislamiento, el corte de toda relación o afecto anterior para dejar como único punto de referencia al nuevo grupo con el amado líder a la cabeza: se alimenta el monstruo de nosotros contra ellos,

donde todo el que no está abiertamente con el grupo es un enemigo al que hay que dar de baja. Los naturales cuestionamientos de familiares o amigos ante, digamos, las largas horas sin paga o los cambios notables en conductas y modos...

—un signo clásico de que alguien había sido copada por los Legionarios quienes, naturalmente, le decían que no dijera nada a sus padres porque no “entenderían”, es que la presa se dejaba de maquillar, se cortaba el pelo y se ponía falda largas—, eran vistos como “supresivos”,

o causados por “no entender la misión”. El resultado es que, progresivamente, la víctima se va vaciando de toda vida previa hasta que no le queda nada, rebasando el punto de no retorno.
Una vez allí comienzan las hostilidades.

Están diseñadas para romperla, para que renuncie del todo a su libre albedrío y a su capacidad de pensar. Para convertirla, pues, en un zombi. Bajo instrucciones del carcelero el antes amoroso grupo se vuelve hostil o reprobatorio, y a la víctima se le humilla y se le degrada,

diciéndole que es por su bien, que todo es pensando en su crecimiento o evolución; se le inventan culpas y se le hace ver cómo sus comportamientos, cualesquiera que éstos sean, están dañando a “la misión”, y cómo los castigos y penitencias, por más terribles, son “para ayudarla”.

En este punto el sentido de realidad y, con él, cualquier remanente de brújula moral, se desmoronan. La cautiva se llena de desesperanza, de una confusión profunda que desemboca, algunas veces, en suicidio; en otras, en arrojarse al servicio del amo, de manera radical, furiosa,

para obtener quizá, de vez en cuando, algunas migajas de aprobación y de legitimidad. En las menos, revienta y sale a buscar ayuda externa. El victimario, al final, siempre puede afirmar que sus devotas hicieron lo que hicieron de manera voluntaria, que todo fue consensual.

Ante esto Huges nos dejó una pequeña perla diagnóstica, un termómetro básico que puede servirnos para detectar qué tanto estamos atrapados en telarañas dolosas y ajenas: si no tienes la capacidad de decir que no, o si el miedo a los costos de decir que no te hacen decir que sí,

entonces no estás en una relación consensual.
Si alguien está en alguna situación como las arriba descritas, por favor, sálgase lo antes posible. El camino que viene puede ser largo y duro, pero siempre será mejor que donde están ahora.