—A no ser... —dice uno de los operarios.
—No, imposible.
—¿Qué significa esto? —les grita encolerizada la ministra de justicia— ¿dónde está Franco?
—Tranquilícese, señora ministra —dice una voz metálica proveniente de las paredes— tranquilícese.
—Lamento decirle que eso no es posible, señora ministra.
—¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que pretende?
—Debo confesar que empecé a pensar que no vendrían a desenterrar a Franco, pero al final aquí están, justo como había planeado... muahaha.
—NADIE SALE DEL VALLE DE LOS CAÍDOS —grita la voz metálica.
—¡Vosotros! ¡Vosotros sabíais esto! ¡Vosotros nos habéis conducido aquí! ¿Qué es lo que queréis?
—Nos-otr-os no quer-emo-s nad-a, mi-ni-stra —responde el nieto-robot de Franco—. Som-os am-igo-s.
—Somos el futuro, ministra —responde la voz metálica—. Gobernamos durante siglos… y volveremos
«13 HORAS SIN CONEXIÓN CON EL INTERIOR DE LA BASÍLICA» aparece en la parte inferior de la pantalla.
—Atención porque parece que hay movimiento en las puertas del Valle de los Caídos —dice Ferreras.
Del interior sale un hombre malherido vestido con un mono.
—¡Identifíquese!
El operario alcanza a decir cinco palabras antes de perder el conocimiento.
—La tumba... vacía... ya vienen.
—Tranquilo, está usted a salvo en el hospital —dice una voz.
La cabeza le da vueltas. Los sucesos de las últimas horas le parecen ahora irreales.
—¿Quién es usted?
—Soy la inspectora encargada de averiguar que pasó el jueves pasado en el Valle de los Caídos.
—¿Se refiere a las puertas de la basílica? Porque estas no se...
—No, no, el portal, cruzaron el portal, el portal que hay donde debería haber estado el ataúd de Franco.
—Imposible. No había ataúd, solo un trozo de papel que decía que Franco nunca existió, yo mismo lo cogí.
—¿Se refiere al mismo trozo de papel que llevaba en la mano cuando salió de la basílica?
—¡Sí! ¡Exacto! ¡Analícelo!
—Pero este papel es solo un albarán de material relacionado con la exhumación.
—Ha estado inconsciente mucho tiempo —dice finalmente la inspectora.
—Debo continuar con la investigación. Avíseme si sus recuerdos se aclaran —le entrega la tarjeta—, a cualquier hora.
—No entiendo nada, ¿me estoy volviendo loco?
—... intente descansar. Le pediré a una enfermera que le traiga un calmante.
Despierta al oír cerrarse una puerta. La oscuridad es absoluta, salvo por la tenue luz de una farola que entra por las rendijas de la persiana y que dibuja una silueta a los pies de su cama.
—¿¡Qué sois!? ¿¡Qué queréis de mí!?
—Nos-otr-os no quer-emo-s nad-a, op-er-ario —responde la silueta-robot—. Som-os am-igo-s.
—T-odo va se-gu-n lo pr-ev-isto, op-er-ario. El -general- est-á cruz-and-o el vac-ío te-mpo-ral. La ll-eg-ada se co-mpl-eta-rá dur-ant-e la e-ntr-e-vi-sta.
—¿Qué?
—La e-ntr-e-vi-sta.
—Est-o es r-e-al —dice la silueta al tiempo que deposita un trozo de papel a los pies del operario—. Ah-ora de-sca-nsa par-a la e-ntr-e-vi-sta op-er-ario.
La silueta-robot emite un pitido agudo y el operario pierde el conocimiento.
—Hola, soy Antonio García Ferreras.
—Estamos viviendo acontecimientos históricos estos días —le dice Ferreras al operario, como dirigiéndose a una cámara imaginaria.
—¡Exacto! —responde entusiasmado Ferreras—. La gente en sus casas se hace esa pregunta. "¿Qué está pasando?". Es obligación nuestra responder esa pregunta —una pausa dramática—. Es momento de hacer periodismo.
—Al contrario. Tienes que contar qué se vivió dentro del Valle de los Caídos el pasado jueves. Ante España. Esta noche. En directo. Programación especial.
"E-ntr-e-vi-sta", escucha decir al robot en su cabeza.
El operario comprende que la entrevista es la clave para entender quién está detrás de todo lo que le ha pasado.
—Sí. Haré esa entrevista…
—Perfecto. Esta tarde vendrá el equipo, pondremos cámaras aquí, aquí y aquí…
—Sí, pero es real, está pasando de verdad. Y se avecina algo gordo. Anoche el robot me dijo que algo llegaría durante la entrevista. Es esta noche... el portal se va a volver a abrir esta noche.
—Sí, el portal en la tumba de Franco. Tenemos que impedirlo. Tenemos que volar el Valle de los Caídos.
—Pero hay que hacer algo rápido —advierte el operario.
De repente, el sonido se interrumpe de forma abrupta, y el silencio se hace absoluto.
La inspectora comienza a andar hacia la luz.
—¿Cuál es mi cámara?
—Bien, bien —responde el zombie mientras se sitúa delante del objetivo.