➡️ 1/6 Una cuestión política central en todo el occidente demoliberal de nuestro tiempo es que hay una parte sustancial de las élites socioliberales (y tristemente, de su base social, los escombros de la clase media y la burguesía asalariada) absolutamente incapaz de entender ➡️
➡️ 2/6 que todo lo ocurrido ecológica, económica y políticamente en la última década no es producto de un fallo accidental de gobernanza, del que pronto escaparemos para volver a la "línea temporal correcta" de la "globalización feliz", sino un colapso sistémico epocal e ➡️
➡️ 3/6 irreversible. A esta facción insensata del socioliberalismo hay que sumarle otra que, aún peor, comparte en lo esencial el consenso imperante en el flanco conservador de que la salida de ese fallo de gobernanza pasa por un tajante endurecimiento social, en forma de ➡️
➡️ 4/6 restricciones democráticas, brutalización securitaria, homogeneización racial y religiosa, etc. Y ambas partes prefieren mil veces, una por creerlo accidental, la otra por creerlo necesario, dar el poder a las derechas antes que el menor coqueteo con fuerzas que pongan ➡️
➡️ 5/6 en cuestión, siquiera tan levemente como lo hace UP, los sacrosantos consensos neoliberales de Estado y mercado. Fue lo que ocurrió en 2016 en EEUU, cuando para Hillary y el aparato demócrata fue preferible Trump que Bernie). Corbyn sería ejemplo de una socialdemocracia ➡️
➡️ 6/6 que escapa de esta trampa mortífera, y Sánchez, ejemplo de la que sigue presa en ella y con ello nos arroja a todos al abismo de la fascistización social y estatal. Esto es lo que subyace a la posición del PSOE de estos meses y explica su probable pacto con el PP tras #10N
