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¿Qué pasó el pasado miércoles en el Camp Nou y por qué?

Hilo: El Clásico entre límites y limitantes.

*Hoy analizaré el 1er tiempo y mañana engancho el 2o por donde lo deje.
Ernesto Valverde soprendió no solo con la elección del XI, también con la disposición y funcionabilidad asignada al mismo.
De entrada ya daba la sensación de que situando a Rakitic en la base, su jugador con peor balance entre agilidad y calidad en la secuencia control-pase más velocidad mental para encontrar la salida que requiere la jugada, y a De Jong a espaldas de la presión, significaba (...)
(...) hacer un all-in a lo hace no tanto antes debía ser un buen día de Luis Suárez y el miércoles tenía que ser extraordinario.
El uruguayo tenía la misión de ganar el juego directo. No era imposible, pues es un jugador que aprovecha las dinámicas a favor e impacto emocional que generan sus acciones como casi ningún otro jugador, sobre todo partiendo de situaciones de aparente inferioridad.
No era extraño pensar que si superaba, a rivales más altos y corpulentos que él, en las 2-3 primeras disputas por posicionamiento, fortaleza clavándose en él y sentido de rebeldía ante la adversidad, como en aquel día vs Benatia-Boateng, el rival dudaría y él se agrandaría.
Haría de ese foco de salida una fuga incontrolable que podría obligar a Zidane a destinar recursos extras, que desestabilizarían la disposición general que venía usando el equipo merengue en campo rival sin balón, para controlar el balón suelto de su disputa.
Y aquí viene lo interesante: si ésto se daba, al tener a FDJ a la espalda de la presión y no de cara a ella, acercaría a la dejada del uruguayo a su compañero con mejor equilibrio entre físico explotable a campo abierto y dinamismo-imprevisibilidad conduciendo con balón al pie.
Lo cual repercutiría en que obligaría a dividir atenciones, ya sea en el transcurso o final de la jugada, con un Messi que, en transición, sigue pudiendo exponer siempre su mejor versión actual.
Y no solo éso: lo podría hacer partiendo en ventaja posicional en la carrera hacia la descarga de Suárez, con respecto a un Valverde (por estar por delante suya) que está marcando auténticas diferencias corrigiendo corriendo hacia su campo cuando el rival intenta contragolpear.
Pero no ocurrió. Suárez perdió los dos primeros intentos y eso hizo que su equipo se quedase sin salida tanto en largo como en corto.
Era una apuesta enmarcada en un conservadurismo general, pero ambiciosa dentro de él.
Cuando el Barça buscaba salir desde atrás por abajo, el Madrid estrechó muchísimo su sistema defensivo desde su izquierda y liberó por completo a un Semedo al dejaba solo prácticamente hasta que llegaba el frente del ataque y chocaba con Mendy.
Intentaba forzar que el equipo culé saliese, primero, progresase y hasta acelerase la jugada por él, después; y lo consiguió no pocas veces.
En ello, Isco tuvo un papel destacadísimo.

En campo rival, mientras el Barça intentaba entrar en el madridista, trabajó bien la línea de pase sobre Rakitic, que siendo el mediocentro culé era quien veía el juego de cara y debía servir de péndulo de la circulación blaugrana.
Y cuando el FCB le comía metros al campo madridista y la pelota se acercaba a 3/4, Alarcón hacía lo mismo sobre el punto de encuentro, buscado desde fuera, con Messi, que acabó abandonando la banda con el pasar de los minutos para buscar pesar más en zona de aceleración interior.
Al impedir ésto, el Madrid expulsó al argentino hacia delante de su 2a línea. Obligándole a tener que cambiar el ritmo del juego de su equipo desde una posición y en unas condiciones en las que, a día de hoy, ya no puede hacerlo -al menos de forma regular-.
ZZ consiguió que los suyos prioricen la defensa de su espacio y actuasen más sobre los pases que sobre las recepciones, cosa que, ayudado por el buen posicionamiento de partida y coordinación colectiva para ajustar, permitió que el RM controlase a Leo-FCB en esta fase del juego.
El mejor síntoma de ello fue que un Casemiro liberado por la fijación de Isco con Rakitic que hacía enfrentar a interiores culés y madridistas, no tuviese que perseguir a nadie en carreras largas o ir a tapar desajustes lejos de su posición de inicio cuando se equipo replegaba.
Una vez el RM robaba abajo, alternó la salida por izquierda, su lado fuerte, y por el derecho explotando el latifundio que dejaba la espalda de Griezmann, la deficiente basculación del equipo culé hacia ahí una vez fijaba el foco de presión se encuentra en la otra punta y (...)
(...) la ganancia casi segura del juego directo en la zona Jordi Alba.
Resultó segurente, por lo provechoso que fuese para su equipo, observar a Mendy irse de su par en su campo, aprovechando que encaraba no-defensas y que la organización de la presión post-pérdida culé no era la mejor.
Como la perdía mal, al ir al robo tras hacerlo ofrecía espacios de más y eso impacientaba y forzaba al que saltaba, que no se paraba bien al llegar al poseedor en algunas ocasiones.
El lateral francés también ayudó a su equipo distrayendo por fuera cuando soltaba balón y eran Kroos e Isco los que participaban en la jugada.
El malagueño con balón actuó de ‘mediapunta izquierdo’ mostrando una marcada y tremendamente llamativa ‘movilidad contenida’.

Pocas veces fija en banda y, desde luego, su patrón de movimientos nada tuvo que ver con el Isco-mediapunta de 2017.
Cuando su equipo la tenía, el malegueño no invadía, jamás, el espacio de delante del interior derecho ni el trasero del izquierdo. Es decir, Toni le marcó los límites de la altura -inferior- y Valverde la amplitud -por el extremo contrario- de su desplazamiento buscando recibir.
También su rutina de movimientos, una vez entró en contacto con el balón, fue más estable que en épocas anteriores. No comenzó nunca interviniendo en una banda y siguió la jugada hasta volver a tocarla en la otra.
Eso le otorgó un radio de acción bastante menor, aunque siguió mostrando una actividad y movilidad altísima y manteniendo que su principal función en él era la de crear líneas de pase para juntar y darle tiempo y espacio a su equipo; en especial a Toni Kroos.
Seguramente su movimiento más importante fue el apoyo entre lateral y central rival.
Este movimiento no sólo repercute en el alemán por darle espacio para intervenir y adelantar su puesto, al absorber el malagueño la presión culé en ese punto (ya sea recibiendo o amenazando la recepción) empujando, así, la 2a línea culé hacia atrás y hacia él por ese lado.
También tiempo para ocupar avanzar su posición y confianza para hacerlo. Decidiendo el alemán, de esta manera, abandonar la posición de “falso lateral izq.” que usa como punto de recepción seguro desde el que decidir el cómo y cuándo se dará la salida-progresión de su equipo.
Isco es, más allá de su calidad técnica, personalidad y afán protagonista, que es algo que contagia a su equipo de una confianza y optimismo que se hace palpable en secuencias como esas. A Alarcón le gusta acudir a zonas calientes. Y este Madrid de Kroos necesita que lo haga.
Además, Isco permite a Karim influir más arriba, pues Benzema no elige a dónde ir o qué hacer; interpreta.

Sus movimientos de compensación se los determinada la jugada y sus necesidades.
Claro que verle responder a ellos lo posibilita la rarísima coincidencia de tener, por un lado, una lectura de ello y, por otro, una capacidad para ejecutar lo demandado, en casi cualquier circunstancia, de superdotado de ésto.
Por eso dejar de necesitar al francés tan abajo, le mantiene arriba, haciendo que sus intervenciones, las de Isco y las de Kroos, formen, en muchas ocasiones, una escalera a través de la que el Madrid se desliza desde 3/4 o mitad de campo hasta el área rival casi por inercia.
Una vez el Madrid llegaba a la inmediaciones del área del equipo culé, tras una posesión controlada en la que se daba tiempo y permitía dominar posicionalmente el campo rival, sí presentó algunos problemas que ya se los marcaba la propia alineación.
En ellas, el equipo de Zidane acabó abusando de los centros por un doble motivo: faltó regate en los lados e inventiva/agilidad asociativa por detrás de balón en la frontal.
El lateral francés ni desbordaba en el 1vs1 ya sin tantos espacios ni inercias de jugadas favorecedores como en su campo, ni ofrecía soluciones asociativas como puntos de apoyo o rupturas fuera-dentro que hicieran a su equipo entrar al área desde las alas sin que el balón volase.
Se notó muchísimo, en éstas, la ausencia de un Marcelo que sí transforma situaciones de centro lateral en acciones que acaban en pases de la muerte (dándolos él directamente o creando el marco para que lo haga otro), a través hacer virtud las dos deficiencias anteriores.
Por otro lado, Fede de interior es un jugador que, al llegar a la frontal en ataque posicional, no ayuda a mover al equipo rival en la circulación, aunque sí pueda desordenar a las piezas que tiene justamente delante rompiendo con ese dentro-fuera que exhibe en ocasiones.
No tiene esa secuencia de control-pase necesaria para subir la marcha a la que le llega la jugada, ni una visión especialmente acentuada para encontrar lo que no se ve o (...)
(...) una peligrosidad en la conducción desde parado que obligue a atraer contrarios en el espacio reducido para explotar luego los espacios liberados.
Encima Gareth Bale no se mostró activo dejándose ver entre líneas para agilizar la posesión y buscar poner a Fede a atacar la última línea en conducción.
Más bien se tendió a aislar en banda sin generar en el uno 1vs1 cuando le llegaba, o a incrustarse entre la última línea culé sin tener “esa jugada” necesaria para activarse y activar al resto recibiendo en esa situación.
*Desde la previa esta combinación se planteaba problemática en estos términos.

Por eso, cuando los balones llegaban a Mendy, ni se había movido a la defensa blaugrana -ya fuese porque la circulación venía sin generar ventajas del lado derecho al pasar por Kroos/Isco para encontrarle, o porque el ataque jugada nacía directamente por su lado-, (...)
(...) ni tenía opciones de hacerlo él por sí mismo u apoyándose en Isco por no tener esa calidad ni sentido asociativo comentado antes.
No le quedaba más remedio que el centro lateral. Y no solo eso, sino hacerlo con la defensa culé, quieta, esperando en el sitio que iba a ocupar al llegar el balón al área; eliminado así la obligación y el perjuicio para ellos de tener que reubicarse.
Y eso fue demasiada ventaja para un Piqué que leyendo y defendiendo esa jugada es un auténtico prodigio.
No obstante, el Madrid dominó la segunda jugada proveniente del centro, encontró varias veces a Valverde en posición de disparo y dominó la transición ataque-defensa cuando no pudo robar arriba a partir de su buena disposición de piezas en campo blaugrana, donde (...)
(...) destacó un Fede Valverde que, ahí sí, eleva el nivel de su equipo de forma notable.
El control del partido, en este 1er tiempo, estuvo claramente a manos del Madrid de Zizou; el del resultado más repartido pero los límites del Barça en su capacidad para hacer daño se los fijó el equipo de Zidane y los del conjunto madridista las características de sus jugadores.
Esto es, si a Valverde le preguntan por acciones de ataque concretas que no quiere que su equipo conceda colectivamente a su rival y a Zidane también, observamos como se dieron, en bastante mayor medida, las que que nombra el primero.
*su centrocampista xd
Empieza el segundo tiempo.
La principal novedad con respecto al primero estriba en que Ernesto Valverde fija de forma permanente a Rakitic entre los centrales en salida.
El principal efecto inmediato que tiene ésto es que, al contrario que en el 1T, cuando el Barcelona saca el balón de su área y se dispone a cruzar la divisoria, Casemiro está sujeto a un rival desde el inicio de la jugada.
Antes, con la liberación de Semedo, el trabajo de Isco sobre la línea de pase a Rakitic y KB sobre los CTs, emparejaban a interiores madridistas con los culés, a Bale con Alba y a la línea defensiva con la MSG, dejando al brasileño sin marca fija y con la posibilidad de corregir.
Ahora ya no es posible.

El equipo catalán se dividió el origen de la jugada con tres hombres en lugar de, cómo antes, un 2+1, ganando amplitud en el carril central.
Por eso Benzema deja de poder trabajar sobre dos a las vez con un mismo movimiento y, al haber menos escalones, a Isco le queda más lejos la ayuda, arriesgando entonces hacer el retorno a la defensa de la zona Messi a destiempo; así que quien va es Fede Valverde.
Mientras, Casemiro-Kroos saltan sobre el apoyo que llega de arriba.

El equipo culé, no obstante, siguió sin poder aprovechar esta sujeción del brasileño.
Los laterales culés fijaron altura más arriba y abiertos desde el inicio de juego, lo que les daría mejores condiciones de recepción (más tiempo y mejor perspectiva para ver el campo y pensar), pero no terminó su equipo de aprovecharlo mezclando salida interior con exterior.
Ni los usaron como puntos de distracción-atracción que facilitase a los de dentro intervenir, donde el entrenador azulgrana concentró al mismo tiempo a Messi y Griezmann en varios momentos.
Tampoco los interiores acabaron sintiéndose cómodos escalonándose ni, en especial Sergi Roberto, estuvieron terminaban de sumar desde el giro; De Jong necesitaba un espacio que no tenía. Por lo que el juego culé se volvió espeso desde los primeros pases.
Ante esta tesitura, el Madrid siguió dominando la salida culé a cualquier altura, en especial tiranizando el control de la zona de rechace en campo barcelonista.
El juego de ajustes entre permutas y decisiones de quién va, quién queda y quién corrige de la organización colectiva, que empujaba la posesión blaugrana lejos de su portería en base a dominar posicionalmente su campo, siguió siendo imponente.
El Barcelona estaba siendo incapaz de avanzar, subir el ritmo de la circulación y poner mirando hacia su puerta a los de Zidane con continuidad.
El Real siguió llegando fácil a campo contrario y, una vez allí, el FCB cedió metros a conciencia y replegó más abajo sin verse, en ese momento, forzado a ello; sabedor seguramente de que iba a acabar en ese punto igualmente e intentando hacerse fuerte en esa zona anticipándolo.
Los blancos, con espacio extra entre este repliegue y el descuelgue de Suárez-Messi, tenían grandes extensiones de terreno desocupado para maniobrar.
Buscaron mover al equipo de Ernesto Valverde en base a cambios de orientación que pudiesen aprovechar la basculación que en ese momento estaría dándose, pero no pudo explotarlo.
Mendy en ésto y en lo señalado antes en este hilo, siguió ahogando casi cada intento de ataque. Tampoco Bale produjo en los 1vs1 que estas situaciones, y otras, le presentaron por la otra ala.
Y entonces llegó el cambio de un Arturo Vidal que posibilitaría a Frenkie De Jong cambiar por completo el partido.
De entrada, el chileno compartiría altura con el holandés por delante de la salida lavolpiana que estaba intentando usar Valverde para abrir y retrasar la presión rival madridista.
El efecto directo de Vidal sobre el neerlandés fue doble: primero le liberaba el escalón de recepción del primer pase en el carril central, al irse arriba, y luego se lo limpiaba, al moverse por delante de balón distrayendo e impidiendo saltos sobre su recepción.
Lo cambio todo.

De Jong empezó a recibir más y, lo más importante aún, comenzó a poder moverse tras hacerlo; algo fundamental al ser un jugador cuyo juego crece a partir de la ganancia de la disputa individual, que normalmente requiere de espacio para hacerla valer.
Abajo, eliminó rivales y, en la continuación de la jugada, convirtió salidas de balón y ataques posicionales en transiciones, liberando en ellas, además, espacios con sus atracciones para que Messi actuase cómodo con el equipo contrario corriendo hacia su portería.
La mejores llegadas culés, y del partido, se sucedieron.

Si bien es cierto que a ello contribuyó un cansancio que a Valverde empezó a hacerle llegar tarde a algunos los sitios, no ir a otros y evitarle reengancharse a las jugadas una vez era eliminado.
Este hecho aflojó la estructura colectiva de su equipo e hizo que Isco, con balón y ante la falta de esmero de Bale de hacerse ver, tuviese que deslocalizar su posición en exceso; en ocasiones invadiendo, ahora sí, el espacio de delante del uruguayo.
De esta guisa se empobreció la ocupación de espacios y rutinas asociativas seguidas hasta entonces.
También se le acumuló al equipo madridista lo poco solvente que está mostrándose Dani Carvajal defendiendo hacia adelante.
Un Carvajal al que Zidane le está atando a media altura en las fases con balón, haciendo que, al contrario que en otras épocas, pocas veces rompa por delante de la línea de balón, siendo el asegurar la transición defensiva su principal función -donde sigue marcando diferencias-.
Con el paso de los minutos la fatiga se fue haciendo general.
Las transiciones se empezaron a volver tan comunes como inevitables.

Zizou buscó aprovecharlo incluyendo a Rodrygo, un ganametros a través de la conducción, y Modric, un interior derecho mucho más idóneo para activar a Bale que el uruguayo por lo explicado anteriormente.
El Clásico, finalmente, acabó siendo un partido confirmatorio de lo que se venía viendo.
Por parte madridista, ratificó que el Madrid de Zidane ya es equipo. Ha encontrado el qué y el cómo.
Un equipo que fluye con naturalidad y solvencia entre las distintas fases del juego sin haber grandes bajones de rendimiento en ninguna, gracias a lograr alcanzar una estructura que lo sostiene y le permite marcar el tipo de partido que se dará/le conviene.
No es, eso sí, un equipo infinito.

Tiene limitaciones que agravan ciertas dependencias extremas que también presenta y que se acentúan aún más cuando son coindentes.
En el Barça de Valverde, en cambio, constató que sigue siendo un equipo que se deja imponer las condiciones de partidos en demasía.
Así como que en Frankie De Jong tiene un fenómeno -al que debe intentar ayudar y en cuyo intento será imprescindible la entrada de Arthur Melo- en base al que evitar que siga sucediendo.
En buena parte, en función del holandés debería procurar el Barcelona que los límites de su temporada los marquen el talento de sus jugadores y no su incapacidad para hacerlo valer.
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