My Authors
Read all threads
"A las 4.00 del día 6 de setiembre de 2001, estoy durmiendo y me despiertan unos ruidos.

Salgo al pasillo y veo unos guardias civiles discutiendo con mis padres. Me acerco y me preguntan si soy Unai Romano, a lo que contesto que sí (...)
Me dicen que estoy acusado de «colaboración con banda armada», y en ese momento empiezan a subir por las escaleras guardias civiles vestidos de paisano y la secretaria del Juzgado.

Me ponen las esposas y me dicen que van a registrar el piso.
Empezamos por mi cuarto.

Miran papel por papel, libro por libro.

El registro de mi cuarto es eterno (...) Lo que les interesa lo van dejando encima de la mesa (...)

Luego se levanta acta de todas las cosas que se llevan de mi cuarto y pasamos al siguiente (...)
(...) Cuando estamos entrando no se fían y se cubren conmigo, mientras tienen la mano en la pistolera.

Cuando bajamos a casa, me permiten que me duche, me vista y me despida de mis familiares pero sin abrir la boca, como ha sucedido en todo el registro.
Me bajan al soportal (...) y, al final, me tapan y me llevan dos de ellos.

El coche me lleva a un sitio que desconozco. Todo el trayecto lo he hecho en silencio y con la cabeza entre las piernas. Nada más bajarme del coche hay unas escaleras, no me avisan y me caigo de rodillas
Me meten a un calabozo con pasamontañas y me ponen contra la pared.

Tengo problemas para respirar y el guardia civil que me cuida dice que no tengo derecho a respirar.

Me meten en una furgoneta, al rato, y sin esposar me llevan a Madrid.
El viaje se realiza a gran velocidad, según deduzco por el ruido.

Durante el traslado se mete alguien en donde estoy yo y me pregunta por qué creo que me han detenido. Le respondo que es porque conozco a algún detenido.

Me aconseja, como amigo, que colabore.
Me llevan a una comisaría, me cachean y me dan cuatro consejos muy importantes allí: obedecerles, tener los ojos cerrados, no mirarles a ellos a la cara y, si me cruzo con algún otro detenido, no mirarle.

Me meten en un calabozo y me obligan a permanecer de pie.
Empiezan los interrogatorios.

Me piden que colabore continuamente, mientras me golpean en la cabeza con unos palos forrados en espuma o cinta aislante.

Que si conozco a fulano, que si conozco a mengano, que si puse un coche bomba, que si disparé a alguien...
Me dicen que he hecho todo ese tipo de cosas, lo que yo niego rotundamente.

Al instante de negarlo, me golpean tres o cuatro veces con los palos forrados. Luego me preguntan de nuevo.

Cuando estoy grogui paran y me preguntan sobre la cuadrilla, sobre los familiares...
Cuando me tranquilizo un poco y después de que me den un poco de agua que me recupera mucho, no sé si estaría drogada o algo por el estilo­ empiezan de nuevo (...)

Todos los interrogatorios los hago con un antifaz puesto en los ojos (...), y por encima me ponen un pasamontañas.
Cada vez los interrogatorios son más duros y me llegan a colocar hasta tres pasamontañas.

Yo creo que es para amortiguar los golpes, pero la sensación de agobio es terrible, y no paro de sudar la gota gorda.

Otra cosa que me hacen es la bolsa.
Me colocan una bolsa en la cabeza y la cierran aguantándola, y así hasta que me tambaleo.

Me lo hacen hasta unas ocho veces en total.

Luego lo mismo; cuando estoy atontado, preguntas sobre mi forma de vivir, de dónde andaba y con quién, más agua y vuelta a empezar.
También me obligan a realizar flexiones. Estoy de pie y me hacen ponerme en cuclillas ­a esto le llaman «el ascensor»­.

Me tienen mucho tiempo haciendo esto y acabo totalmente empapado en sudor.
En una de éstas me hacen firmar una hoja para el Juzgado, según recuerdo, que tengo que volver a repetir ya que la he dejado totalmente mojada del sudor que me cae de la cabeza y del que tengo en las manos (...)

Durante los interrogatorios oigo gritos de dolor de gente.
No sé quiénes o si los producen ellos mismos, pero son espeluznantes (...)

En una de éstas, cuando me sacan de un interrogatorio y me tienen en el calabozo de pie, entra uno de ellos y solamente me coloca el antifaz (...) y me lleva a una habitación donde está una mujer.
Se identifica como médico forense y me enseña su carné (...)

Me pregunta por mi estado de salud en general, y le digo que estoy reventado físicamente y lo de los golpes en la cabeza.

Me pregunta por las operaciones que había tenido y le comento lo de mi arritmia asintomática
(...) Los guardias civiles están detrás de la puerta y me imagino que ellos nos oirían a nosotros como nosotros les oímos a ellos.

Me meten en el calabozo y me ponen el antifaz y la capucha. Me meten en otro lugar y me preguntan qué le he dicho a la médico forense.
Empiezo a contárselo y me interrumpe uno de ellos gritándome como un loco que ya sabía lo que le había dicho. Al instante, me golpea unas veinte veces seguidas con aquellos palos, creo.

Empiezan los interrogatorios. Estos son mucho más salvajes que los anteriores.
Las preguntas son las mismas o parecidas (...)

Siempre que contesto que no, me golpean duramente.

Yo estoy de pie.

Me preguntan constantemente y me caen golpes cada vez más fuertes, pero ahora me van girando ellos, una vuelta para aquí, media para allá, ahora para aquí...
Todo ello entre golpes y preguntas.

Dos guardias civiles me suben en sillas y comienzan a golpearme desde arriba.

Cada vez más agresivos y los palazos que me meten son de campeonato.

Los golpes son siempre en la cabeza y en la frente. No sé cuánto tiempo llevo ni qué hora es
Me tienen haciendo ese tipo de flexiones, de pie, en cuclillas...

Pero cuando estoy en cuclillas me golpean en la cabeza y con el mismo impulso del golpe me caigo al suelo, aunque siempre me cogen antes de que caiga del todo (...)
Me dejan descansar y me dicen que soy el único «hijo de puta» que no ha hablado y que como no les diga nada, voy a salir como «el Lasa ése» (...)

Más agua, más preguntas y empezamos.

Ahora me tienen sentado en una silla.
Ya no me aguanto de pie, y me gol-pean constantemente.
Las preguntas ya no son tan habituales, pero los golpes son constantes.

Me tienen en una silla con respaldos para los brazos y ando grogui de un lado para otro.

No quieren que me desmaye, y cuando ven que no puedo más, se controlan un poco.
Uno de ellos me habla al oído suavemente diciéndome que diga cualquier cosa, que me lo invente, que es su trabajo.

Viene y le digo que no lo he hecho, se pone histérico y me dice que a partir de ahora le voy a rogar que me mate.

Me agarran y me golpean más fuerte en la cabeza.
Ellos se cansan y se van turnando.

Me ponen los electrodos con una porra eléctrica en los genitales, en el pene, en la parte superior de la oreja, y detrás de las orejas.

También me ponen la bolsa, y me siguen golpeando.
Estoy roto y me empiezan a amenazar con que mi novia y mi hermano están de camino y que les van a hacer el doble de lo que me han hecho a mí.

Los golpes continúan mientras me agarran entre algunos y me empiezan a decir que han detenido a mi madre y que está camino del pantano.
Los golpes continúan.

Yo les ruego que dejen a mi madre, que nunca ha hecho nada.

Me dicen que le están haciendo «el ascensor» en la presa, atada por los pies y en el agua.

Se oyen llamadas como que están hablando con los del pantano.
Uno de ellos pega un grito y se callan todos.

Me sientan en una silla y uno de ellos me comunica que mi madre ha fallecido (...)
Me llevan al calabozo y me dejan allí alrededor de una hora.

Se me está hinchando la cabeza a una velocidad increíble, y ya no veo nada.

El pensamiento me juega una mala pasada y me creo lo de mi madre. La cabeza me está quemando y lo único que quiero es salir de allí.
Viene uno de ellos y me ve que me estoy levantando de la cama.

Me quema la cabeza, me la palpa y está exageradamente hinchada, me duelen los ojos y siento como si me fuera a estallar la cabeza.

Lo de mi madre me tiene histérico y decido autolesionarme mordiéndome las muñecas.
Vene uno de ellos y me dice que me levante y que le acompañe.

Me coge las manos por detrás y se da cuenta de lo de las muñecas.

Me llevan por los pasillos, me suben las escaleras y me meten en una habitación.

La médico forense está asustada, pregunta qué me ha pasado.
Me dejan con ella, estoy histérico, no reconozco la voz de esa mujer y no puedo verla (...)

Me obliga a sentarme y me pregunta qué tal estoy, a lo que le contesto que me va a estallar la cabeza.

Son las 10.00 del 7 de setiembre.
Pide un coche urgente a los guardias civiles y nos dirigimos al hospital (...)

Ellos me quieren llevar a un hospital militar, pero la médico dice que no, y que vamos al hospital «no sé qué universitario», no me acuerdo del nombre.
Por el camino me pongo histérico, y le digo al médico forense que han matado a mi madre y que llame a mi casa (...)

Llegamos al hospital, por urgencias.

Luego viene la médico forense, que me dice que ha llamado al juez y que no le ha pasado nada a mi madre.
Me empiezan a hacer las pruebas.

Su mayor preocupación es que no me hayan roto el cráneo o, mejor dicho, que no tenga rotura craneoncefálica (...)

No sé durante cuántas horas me tienen allí, pero la médico forense me comenta que me voy a quedar ingresado en aquel hospital.
Cada vez que me hacen una prueba, la médico forense viene y me dice que no tengo rotura de cráneo.

El dolor me mata vivo y no me quieren dar nada hasta que no tengan los resultados de todas las pruebas.

Ella me sigue dando la mano.
Con el paso del tiempo, me dicen que no tengo rotura craneoencefálica y que tengo un edema y contractura muscular en el cuello.

Tengo toda la cabeza y el cuello hinchados.

La médico forense me dice que tengo la cabeza morada y los ojos negros, pero que es normal con un edema.
Me quieren poner un collarín, pero como tengo el cuello tan hinchado no me sirven.

Tardan una hora en encontrar uno.

Le comento a la médico forense lo que me han hecho.

Cuando le digo lo de los electrodos, me mira la oreja y me dice que la tengo quemada e hinchada.
Me hacen un reconocimiento médico completo.

Queda por verme el oftalmólogo, ya que no puedo abrir los ojos.

Viene la médico forense y me dice que me llevan a la enfermería de una prisión, pero que primero tenemos que ir a la comisaría de antes y que después me llevan a prisión.
Me entra un miedo atroz, pero ella me tranquiliza diciéndome que el juez lo sabe y que no me van a hacer nada (...)

Me llevan a la comisaría y me meten junto con la forense en su habitación. Ella pide la silla más cómoda que tengan y me traen una sin apoyabrazos.
Me siento con ella.

Me traen hielo y me lo pongo unos segundos en cada lugar que creo oportuno (...)

Me traen la comida, aunque más o menos son las 18.00.

La comida consiste en dos yogures y un sandwich.

La médico forense se sienta a mi lado y me da de comer los yogures.
El sandwich no puedo masticarlo y no me lo como.

Ella se tiene que ir y me deja solo alrededor de dos horas.

Durante ese tiempo tengo a dos guardias civiles fuera de la habitación, mirándome y riéndose continuamente.
Se van turnando y se ríen del aspecto de mi cara, mientras me dicen cosas del estilo de que soy un cerdo, un monstruo, y más tonterías del estilo.

Yo mientras tanto, permanezco quieto y sólo me muevo para colocarme el hielo.

Hacen amagos de venir pero no me tocan ni un pelo.
Oigo cómo viene uno gritando que trae mi cena y escucho como agitan los yogures y se los beben mientras se ríen.

Pasa el tiempo y los dolores empiezan a aumentar de nuevo.

Me quejo de dolor y mandan a algunos de ellos a buscar a la médico forense, pero no aparece nadie.
Viene uno de ellos con una ampolla.

No me fío y pego un traguito y cuando se aleja vacío el vaso en una silla acolchada de esas de tela que tengo a mi lado.

Lo poco que bebo me produce unas enormes ganas de dormir, por lo que tengo que hacer un gran esfuerzo para no dormirme.
A la hora, aproximadamente, me meten en un coche y empiezan a hacer tonterías mientras nos dirigimos a un lado que no sé.

Meten grandes acelerones y luego frenan bruscamente, ponen las sirenas y andan en zig-zag.

La música la tienen muy alta.
Paran el coche en un par de ocasiones, se bajan los que van sentados delante y hacen como que abren la puerta, pero luego seguimos adelante.

En una de las ocasiones en que hacen un zig-zag, tengo que apoyar la cabeza en el cristal para no golpearme y noto que tiene una cortina.
En una de estas ocasiones paramos, y el guardia civil que va a mi lado me pregunta si quiero hablar con la Guardia Civil.

Yo le respondo que no y me bajan del coche.

Comienzo a oír ruidos y puertas que se abren y se cierran continuamente. Creo que estoy en una prisión.
No me fío. Me sacan dos fotos y me toman las huellas (...)

Estoy totalmente ciego y algo atontado, y me llevan ante los médicos.

Me miran por encima, me preguntan algo y me dicen que me van a poner un apoyo para dormir. El apoyo es un colombiano que me ayuda a acostarme.
Me dan otras pastillas y duermo unas horas, según me dice el apoyo.

Por la mañana hablamos y me dice que tengo la cara totalmente hinchada, con los ojos negros y todo el resto morado, menos la punta de la nariz y los labios, que tienen un color normal. Me cambian de apoyo.
Me entero que he llegado a la cárcel el día 8 de setiembre, sobre la una de la madrugada.

Estoy en Soto del Real, en el módulo de enfermería, en la zona de aislados.

A las dos horas de llegar el segundo apoyo, me comunican que estoy incomunicado y no puedo tener apoyo.
A partir de ese momento, tengo que ir palpando todo, para poder ir al baño, a la cama, a comer (...)

Pasa el sábado día 8 y el domingo 9, hasta la tarde.

Me pego una ducha y empiezo a ver algo.

Al principio es borroso, pero con el paso de las horas veo mejor.
Tengo los alrededores de los ojos negros, lo que es el blanco del ojo ensangrentado, toda la cara hinchada y oscurecida, y el cuello y los hombros, hasta el pecho, oscurecidos también (....)

No puedo dormir, ya que al apoyar la cabeza en la almohada me duele.
Le digo al médico que me aumente el medicamento.

Quedamos en que me va a dar dos Nolotil, pero me da una pastilla verde que resulta ser demasiado fuerte.

He estado en dos ocasiones a punto de caerme al suelo, mareado, y le digo que no la quiero más y que me dé dos Nolotil.
Me tiene 24 horas al día encerrado en la celda de enfermería, y no quieren que me vea nadie ya que mi cara es bastante espectacular según me dicen los apoyos, ya que ellos sí que me ven al darme la comida.

El 10 de setiembre, viene otro médico forense del juzgado (...)
Toma nota de mi estado, sobre todo de la cara y del cuello, y cuando le quiero comentar algo, me dice que aquéllo es un mero trámite para poder pasar ante el juez.

Por la noche me comunican que me van a levantar a las 7.00 del día siguiente, el 11 de setiembre.
Me llevan a ingresos, me dan de desayunar y luego me ponen en manos de la Guardia Civil, que me va a llevar a la Audiencia Nacional.

Le comunico al guardia civil que tengo las muñecas heridas y que no me ponga las esposas, a lo que me responde con que si tengo un papel médico.
Le digo que no y me esposa a la espalda.

El viaje a la Audiencia resulta muy duro, ya que todavía no me encuentro muy bien.

Una vez allí me dejan en manos de la Policía Nacional, y uno de ellos comenta al otro que me han hecho «la del pulpo» (...)
Me llevan al calabozo y al rato me sacan para llevarme al médico forense.

Le digo que tengo un dolor que es nuevo en el pecho, que se agudiza al moverme y que me deja cuatro segundos sin respiración.

Le cuento los tipos de torturas pero me dice que eso se lo diga al juez.
El trayecto desde el calabozo hasta el despacho del señor juez lo hago con una chaqueta en la cabeza que me impide ver nada.

Empieza la toma de declaración, respondo a las preguntas y niego las acusaciones.
Cuando me pregunta si quiero añadir algo más le comento las torturas que he sufrido y empiezo a contárselas.

Al cabo de medio minuto, me interrumpe diciéndome que lleva muchos años trabajando con la Guardia Civil y que mucha gente dice sufrir las torturas: no me cree.
Dice también que además, al no haber declaración policial, que ése no es el sitio indicado para denunciarlo, y que vaya al Juzgado para poner una denuncia.

Me quedo perplejo, le miro a la secretaria y asiente con la cabeza.
Mi abogada de oficio no me quita la vista de la cara y tampoco no dice nada (...)

Me bajan al sótano con la chaqueta puesta de nuevo en la cabeza y me meten en una furgoneta de la Guardia Civil que me lleva de nuevo a la prisión.
Yo esperaba poder ver a mi abogado, pero al parecer no quieren que nadie me vea la cara.

Una vez en prisión les digo que quiero hacer la llamada que me corresponde ya que me encuentro comunicado, y me dicen que hasta que llegue la notificación no puedo hacerla.
Me sacan de aislamiento y me llevan a una zona de hombres.

A la mañana siguiente pasa el médico y me dice que hasta que no me desaparezcan las marcas de la cara voy a seguir en la enfermería (...)
Para el día 14 creo estar en bastantes buenas condiciones para que me trasladen al módulo, pero no me llevan hasta el día 18, que es cuando han desaparecido todas las marcas, o casi todas (..)
He tardado tanto en escribirlo porque cada vez que me ponía a describir lo que pasó me ponía muy nervioso y tenía que ir poco a poco.

Se me ha olvidado comentar que en los interrogatorios me hicieron estar mucho tiempo desnudo".
El testimonio de Unai Romano se incluye en el informe «Tortura en Euskal Herria», referido al año 2001. Ha sido editado recientemente por Torturaren Aurkako Taldea (TAT).

Tortura ez da gertatu,
tortura gertarazi dute.
P.D.: El actual Ministro de Interior y ex-juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska no dio veracidad a este relato ni las propias fotos que demuestras las brutales torturas recibidas por el gasteiztarra Unai Romano.

Es más, las obvió cuando era juez.
Como he citado, en ese momento Grande-Marlaska era juez en la Audiencia Nacional y obvió el caso.

Sin embargo, también hay que señalar al juez Guillermo Ruiz Polanco: el gasteiztarra Romano compareció ante él y éste tampoco dio veracidad alguna.
Pero...

¿Sabías que de las 9 veces que desde 2004 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado al Estado Español por no investigar torturas...

en 6 de ellas el juez instructor fue el actual Ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska?
Missing some Tweet in this thread? You can try to force a refresh.

Enjoying this thread?

Keep Current with Igor Goikolea

Profile picture

Stay in touch and get notified when new unrolls are available from this author!

Read all threads

This Thread may be Removed Anytime!

Twitter may remove this content at anytime, convert it as a PDF, save and print for later use!

Try unrolling a thread yourself!

how to unroll video

1) Follow Thread Reader App on Twitter so you can easily mention us!

2) Go to a Twitter thread (series of Tweets by the same owner) and mention us with a keyword "unroll" @threadreaderapp unroll

You can practice here first or read more on our help page!

Follow Us on Twitter!

Did Thread Reader help you today?

Support us! We are indie developers!


This site is made by just three indie developers on a laptop doing marketing, support and development! Read more about the story.

Become a Premium Member ($3.00/month or $30.00/year) and get exclusive features!

Become Premium

Too expensive? Make a small donation by buying us coffee ($5) or help with server cost ($10)

Donate via Paypal Become our Patreon

Thank you for your support!