Hombrecito, casos de la vida real. #ComoHombre
El juez dicta la sentencia: cuarenta años de cárcel por abuso sexual y homicidio agravado. La madre, presente en el juzgado, llora desconsolada y se pregunta qué hizo para merecer esto. Nadie la acompaña.
Abro hilo👇
El juez dicta la sentencia: cuarenta años de cárcel por abuso sexual y homicidio agravado. La madre, presente en el juzgado, llora desconsolada y se pregunta qué hizo para merecer esto. Nadie la acompaña.
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Su marido fue a trabajar como todos los días. "Lo que le pase a ese cabrón ya no es mi problema, ya tiene pelos en el culo", le dijo a su esposa cuando se enteró que lo habían arrestado. "¿Quién lo manda a hacer esas cosas? Eso no lo aprendió en mi casa.
Yo le enseñé a ser hombrecito, y como tal que ahora pague las consecuencias de sus actos". Y como hombrecito fue educado. "Niño, deja de llorar, pareces niña". "Niño, ve y dile a tu madre que se apure con la comida, que ya tenemos hambre". Y el niño obedecía y aprendía,
porque como hombrecito debía dar órdenes desde chiquito, a exigir tortillas en la mesa, más agua, el salero, "Apúrate, quiero más", y "¿Quién va a lavar los platos?", "Pues mis hermanas, para eso sirven las viejas". Y el niño salía de la cocina y se iba a su cuarto a ver
televisión, donde también se educó hasta llegar a la pubertad, viendo películas de ficheras, programas de comedia, donde los hombres eran los astutos y las mujeres las tontas en minifalda o las gordas feas, y los programas de deportes, porque los deportes son para los machos, ah,
y también los noticieros donde la chica del clima debe verse buenísima, chichona y nalgona, en microfalda. Y el niño dejó de ser niño sin que nadie le hablara de sexo ni de respeto a la mujer ni a las niñas. El joven aprendió a masturbarse y a comprar revistas y películas porno.
Y también aprendió a alburear, ese juego de palabras mexicano, en el que todo se relaciona con la verga, sí, el pinche el pito, a meterlo y sacarlo, no importa a quién se lo metan, aunque sea el amigo, la cosa es cogerselo en el universo verbal del albur.
Y luego, todo su vocabulario se llenó de vulgaridades, chúpame la verga, pinche puta, ah, ¿qué nalgotras ocasiones no nos conocimos? Ni quién le dijera nada al joven, ¿cómo por qué? ¿para qué? Así son todos. "Ay, si sólo está bromeando". Y el joven llegó a los 16 sin novia.
"¿No serás puto?", le preguntó su papá. Y para demostrar que no era puto, se buscó una novia, pero ninguna de las que a él le gustaban le hacía caso. Y pues también ya le urgía tener su primer acostón, pos pa ver qué se sentía. Todos sus amigos ya habían cogido, según ellos y él,
tenía que apurarse para no hacer el ridículo, "Además está bien gacho que se burlen", pensaba. Y un día la tía fulanita tuvo que salir de la ciudad por dos semanas y le dejó encargada a su hija de diez años a la madre del joven. Al fin que ella sólo se dedicaba a su quehacer,
y como dicen que el quehacer no es trabajo, pues ella podía cuidar a la chamaca. Pero el quehacer también incluye hacer de comer y para hacer de comer hay que ir al mercado, "Mijo, ahí te encargo a tu prima, voy a comprar la despensa".
Y la prima, que pensaba que su primo era cariñoso, nomás por ser su primo, se quedó contenta, "Vamos a jugar", le dijo, sin imaginar que el juego terminaría en una violación. "Y si le dices a tus papás, les digo que tú fuiste la que se me ofreció. Además no te van a a creer".
Y la prima obedeció. Y como ella miles más pasaron por lo mismo entre los cinco y quince años. Y como ella, miles no dijeron una palabra. Y como ella no dijo nada, al joven se le hizo fácil volver a violarla, una y otra vez, hasta que ella creció y pudo negarse a ser botada
en casa de la tía cada vez que la madre tenía asuntos que atender. Y él se convirtió en hombrecito. Un cabrón hecho y derecho: buenazo pa los golpes, alburero de hueso colorado, futbolero, apostador, un gañán, como debe ser. Y para su suerte, se consiguió una novia guapa, decente
, como manda la regla, niña bien, obediente, "No como esas que andan por ahí enseñando las piernas y el escote, que se sienten feministas", presumía. Y cuando a ella se le ocurría usar algo provocativo, que Dios la agarrara persignada, porque vaya madrizas que le ponía,
para luego pedirle perdón de rodillas. "No me hagas enojar. Yo no quiero ser así, pero tú me provocas, me haces enojar, ahí estás chingue y chingue la madre, sé que es por las hormonas, pero, yo ¿qué culpa tengo?"
Y el día que ella le dijo que se iría de la casa, fue EL DÍA, lo único que no imaginó fue que se iría, golpeada, violada y asesinada.
