Hola a todos. Después de unos meses, creo que ya nos vamos conociendo y sabemos cómo es cada cual. Si es así, el post de hoy no les sorprenderá. Si no me conocen, hoy les voy a caer fatal. Un insulto por persona, recuerden. Porque voy a hablar de derecho y deber. Dentro hilo.
Entendemos derecho por aquello que deseo, y se me garantiza. Yo quiero unas vacaciones en Hawaii. Pero nadie me las garantiza. Por tanto no es un derecho, es un deseo. En cambio, yo quiero tener derecho a decir lo que pienso. Y eso se garantiza. Es la libertad de expresión.
Entendemos deberes por aquello que yo tengo que hacer, quiera o no. Yo tengo el deber de pagar impuestos. Los deberes pueden ser legales, como los impuestos. Pero hay otro deber, que es el deber moral. Yo tengo el deber de proteger a mis hijas. Nadie me obliga: lo tengo.
La historia de occidente es una de conquista de derechos. Derecho al descanso en fin de semana. A votar. A un juicio justo. Mil conquistas que se han ganado a sangre y fuego, a base de huelgas y conflictos. Por eso Europa es modelo en el mundo entero, aún con sus defectos.
Pero se produce el fenómeno extraño de que, a más derechos, a veces olvidamos nuestros deberes. Y olvidamos que todo eso no es gratis. Y hay gente que no paga impuestos. O que se escaquea en el trabajo. Pedimos derechos, pero a veces no cumplimos nuestros deberes.
Por eso de vez en cuando nos lo tienen que recordar. Resuena aún el discurso de Kennedy en su proclamación: “No pienses en lo que tu país puede hacer por ti: piensa en lo que tú puedes hacer por tu país”. En otras palabras: no exijas tu derecho, cumple tu deber.
Si son más como yo, de la cultura de masas, recordarán la Spiderman con su tío Ben (“con el gran poder viene la gran responsabilidad”). Sabían que esa frase, originariamente, es de Winston Churchill? Pues ahora ya lo saben.
Y vendemos el deber por todos lados: quien no ha oído hablar de juegos como “Call of Duty” (la llamada del deber). O visto películas heroicas de gente que cumple con su deber, desde Titanic a Salvar a Soldado Ryan? El deber nos rodea, y al mismo tiempo no lo conocemos.
El mundo ha pasado épocas tranquilas, épocas en la que nuestro nivel de preocupación ha sido bajo. En esas épocas, lógicamente, nos hemos centrado en el derecho. Que si se regula el derecho de divorcio. Que si se regula la educación, y así hemos ido mejorando.
Bien, es posible que me equivoque, pero los próximos meses, váyanse quitando eso de la cabeza. Esto es Septiembre de 1939, y Hitler acaba de invadir Polonia. No es momento de decir “ya, pero es que yo tengo derecho a X Y Z”. El deber nos llama. A todos.
O somos capaces de entender nuestro deber, y hacer lo que es moralmente correcto, o estamos enfrente de la mayor crisis que van a ver en sus vidas. Recuerdan mi pronóstico de infectados y muertos? Recordarán que predije 3000 infectados // 30 muertos/día el Domingo.
Se superó 4 días antes, el Jueves. El virus hace su trabajo más rápido que en mi “alarmista” modelo. Tenemos que ir rápido nosotros también. No es sólo protegernos: es parar la cadena. Porque igual usted lo pillará y no pasará nada. Pero lo transmitirá, y morirá gente.
Y por eso tengo que hablar de un concepto que no nos gusta nada, pero que es el hermano del deber: es la culpa. A partir de hoy, si este virus circula, es culpa nuestra. Dejémonos de memeces: sabemos perfectamente lo que hay que hacer. Si no lo hacemos, somos culpables.
Podemos ser el país que cumplió su deber, paró el virus en seco, y crecernos. O podemos ser el país irresponsable, en que la gente no hizo su deber, culpable de hacer el problema mucho peor. Pensemos qué dirá el mundo sobre España en cada caso. Nos jugamos mucho.
Me decía ayer una amiga que tiene una hija que quiere ir a una fiesta este fin de semana. Y me preguntaba: “cómo la convenzo?”. Le dije: “dos bofetadas quitan la tontería al momento”. Señores: cada interacción social es un posible contagio. Y vuelta a empezar.
Ya sé que el hilo tiene un tono claramente épico. Pero es que, por no haber vivido nunca una crisis así, hemos olvidado cómo son. De lo que ustedes hagan las próximas semanas depende que haya 1000 muertos o 10000. Sí, vamos a hacer historia. Pueden elegir si buena o mala.
No esperen que los políticos lideren esto. Como ya vimos ayer, muchos tienen carencias apabullantes. Y Pedro Sánchez, les caiga bien o mal, suficiente tiene con intentar que el país entero no colapse, un reto enorme. El deber es por tanto suyo, de cada uno de ustedes.
Con lo cual, solemnizando lo que a estas alturas es evidente, les recuerdo su deber: tienen que quedarse en casa. Todos. Tienen que retirarse de la sociedad. Monten grupos de whatsapp para que los niños socialicen. Monten gimnasios en casa. Teletrabajen. Vuélvanse profes.
Desinfecten la casa. Vigilen de los mayores. Si alguien se salta la norma, recuérdenle su deber. No acumulen recursos: tiene que haber para todos. Sean ejemplo de otros. Preocúpense de los débiles. Cuando salgan a la calle, dos metros de distancia, e interacciones, las mínimas.
Me importa tres pitos que no les hayan obligado a meterse en casa. Métanse. Si el ritmo de contagios sigue, los hospitales colapsarán, y morirá gente que se podría salvar. No esperen que Pedro Sánchez, Casado o el Rey les digan lo que tienen que hacer. Háganlo. No son críos.
Recuerden todo lo que generaciones anteriores han tenido que hacer, cuando ha llegado su momento. Éste es el nuestro. No oyen? El deber les llama. Respondan.
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