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PEQUEÑA ACLARATORIA sobre la naturaleza y sentido estratégico del «Manifiesto de la Sociedad Civil Independiente Venezolana»:

El objetivo fundamental del Manifiesto que he puesto a circular es hacer que la sociedad civil independiente venezolana pueda concretizar su voluntad de
manera legal y vinculante mediante un recurso muy práctico pero muy poderoso, como lo es la recolección de firmas a través de una plataforma digital (que permite también alcanzar a la diáspora venezolana mundialmente), con el cual estoy seguro que podría impedirse que nuestro
país quede —tras una intervención militar extranjera, cuya probabilidad es hoy potencialmente alta— en manos de la falsa oposición (e incluso nuevamente del chavismo), pues sería imposible que un documento como éste fuese ignorado por su destinatario principal (Estados Unidos) si
el mismo lograse contar con millones de firmas.
Pero permítanme solicitarles su más total comprensión del punto siguiente: la verdadera fuerza de este documento no está sólo en el número de firmas sino también en quiénes lo firman. Lo firman los miembros de la sociedad civil
independiente, es decir, no de una nueva organización civil, sino de «LA» sociedad civil misma, no organizada.
¿Por qué es superior la fuerza, en las actuales circunstancias, de «LA» sociedad civil independiente NO ORGANIZADA, a la de una organización civil? La respuesta es
muy simple: porque una organización por muy civil que sea es igual en rango a un partido o a un proto-partido, y nosotros debemos alejarnos de esas categorías por dos razones:
1. Postulamos en el Manifiesto que deploramos la partidocracia que nos caracteriza a los venezolanos.
2. La comunidad internacional no ignora (aunque no lo exprese) la calaña de la clase política venezolana, y no la deplora menos; por lo cual debemos evitar al máximo ser asociados a la categoría asociativa, en cualquiera de sus formas.
Es por ello que debemos en este
momento hacer algo estratégicamente distinto. Si nos ponemos en los zapatos de la comunidad internacional, que está al corriente —especialmente Estados Unidos— de la incoherencia y turbia ética de nuestra «oposición», se trata de países que no quieren saber para nada de
organizaciones venezolanas; que desconfían —muy justificadamente— de nosotros. Y allí es justamente donde debemos sorprenderlos. Nos conviene mostrarnos frente a ellos como un país entero aparte que se expresa sin ningún tipo de nombre asociativo, ni registro, ni estructura, ni
portavoces, ni personajes de ningún tipo; es decir, sin rostros en quien dudar, y que dice de una manera realmente colectiva e impersonal en dicho Manifiesto lo que quiere en concreto: una transición sin participación alguna de la clase política tradicional opositora,
partidocrática y ultra-embarrada hasta los tuétanos de muchos consistentes —y por ende sospechosos— «fracasos».
Si mostramos, en cambio, que existimos como un país irreductible a esta casta mal-reputada, le damos a la comunidad internacional la ocasión de tener a alguien
distinto con quien entenderse: el verdadero país, su gente. Es lo único que le falta para poder decirle a esta falsa oposición, «un momento, Sres, aquí hay otros interlocutores, mayores en número que vosotros, aunque a pesar de vuestra total impopularidad os auto proclaméis como
representantes oficiales de la oposición y dueños del futuro de Venezuela».
Esto debemos comprenderlo bien: nuestra estrategia radica en no ser una organización, porque no serlo es, en este caso, aquello que nos da más legitimidad. Así, contar con este tipo de interlocutores
en Venezuela le da pié a los interventores extranjeros para hacer tabla rasa con el Stablishment local, y es entonces, y sólo entonces, que habrá que encontrar por nuestra parte alguna forma de organización para constituir un Gobierno de Transición. En otras palabras, a la falsa
oposición la matamos como país, no como organización. Como organización nos mata ella.
No necesitamos ninguna organización, no ahora al menos. El mensaje de la sociedad civil independiente firmante del Manifiesto debe «pasar» y «llegar» sin ningún tipo de filtro ni estructura
organizativa para que tenga mayor contundencia y legitimidad. No estamos aún en la etapa de la transición, estamos en una previa a la intervención y al cese de la tiranía. No debemos querer estar preparados para después, debemos preparar el antes. Es necesario que frente al
Manifiesto firmado EEUU y el resto de la comunidad internacional se pregunten «¿…pero quiénes están detrás de esto?», y no encuentren nada, sólo un manifiesto, firmado por millones. Es algo inédito, suis generis, la sociedad sola y su claro mensaje.
Ojo, no es un Manifiesto
para pedir que se haga una intervención militar extranjera. El manifiesto da la intervención por única solución posible (así lo expresa claramente), pero no es para pedirla sino para informar a la comunidad internacional que una vez dada dicha intervención, si se da, el pueblo
venezolano no está dispuesto a aceptar un Gobierno de Transición con la participación del régimen NI de la MUD-FA. De eso es que trata fundamentalmente el Manifiesto. Eso sí es algo que pide expresamente, y más que pedirlo lo exige. Decimos allí que no lo aceptaremos. A tal
efecto, proponemos que el Gobierno de Transición esté compuesto por una presencia militar observadora extranjera y un concejo de actores de la sociedad civil independiente. Pero estos actores no deben ser desde ya presentados, ni siquiera aludirse a una existencia de ellos,
porque eso arriesgaría la imagen de nuestra iniciativa, sería percibido desde el extranjero como una organización que se disputa el poder con otra (la MUD-FA), y nos pone al mismo nivel que ella: un nivel de organizaciones. Allí la comunidad internacional entonces se diría a sí
misma que decidir entre organizaciones no es asunto de su incumbencia, y que frente a ello está obligada a optar por la legalidad. Nos gana la organización oficial, por tratarse de la Asamblea Nacional. En cambio, si no se trata de dos organizaciones disputándose el protagonismo,
sino de un país contra una organización, gana el país. Un país que para ser percibido como tal debe ser impersonal, sin rostro, armado de sólo un nombre, Venezuela, y millones de firmas.
El sentido de este Manifiesto es que con una intervención extranjera se derroque no sólo
al régimen sino a la falsa oposición, y para que ésta sea derrocada también nuestra estrategia fundamental es que no seamos una organización, que por muy «civil» que se llame se parece demasiado a un partido (con directiva, comités internos y toda una jerarquía), sino que seamos
sólo un país con su Manifiesto; un Manifiesto que puede escribirlo otro u otras personas (no tengo que ser yo, sino cualquiera, con tal de que esté bien; y tampoco debe llevar mi nombre, ni nombre de ninguna persona). Así le ganamos a la AN, a la MUD-FA, y a lo que sea. Si en
cambio seguimos el camino tradicional de hacer las cosas, perdemos. Esta vez, “we gotta think out of the box.” No names. No personas. Al menos no por ahora. Después de la intervención, es decir, de la guerra (porque se tratará de guerra, hay que saberlo), cuando entonces haya
que establecer un concejo de actores independientes, la comunidad internacional necesitará a algunos rostros representativos de este país —que hasta ese momento ha sido representado sólo por un Manifiesto— para organizar un gobierno de transición, y allí entonces se escucharán
propuestas, y propuestas aparecerán. Por supuesto la gente puede y debe irse organizando para ese momento, pero si empieza a mostrarse desde ahora individualmente como grupos, y no como país, pierde la oportunidad. Nadie debe mostrar grupos ni individuos en esta etapa, o habrá
desperdiciado la sola estrategia que puede sacar de juego a la falsa oposición junto con el régimen, porque se habría colocado al mismo nivel de ella, que es de grupos, de partidos.
He aquí un último elemento: si no nos presentamos como organización sino como país, uno que
sin filtros de ninguna especie le da la bienvenida a una intervención, entonces la comunidad internacional, que no la llevará a cabo porque se la pidan, sino porque ella la quiere, ya no necesitará tampoco de la invitación formal ni de la luz verde de la AN (con su 187-11 de la
Constitución chavista, ni del TIAR) para realizarla: le bastará con que el pueblo lo manifieste y lo apruebe con su firma, que será también más cuantiosa y tendrá más relevancia que la de la AN.

X. P.
MANIFIESTO DE LA SOCIEDAD CIVIL INDEPENDIENTE VENEZOLANA POR LA LIBERACIÓN DE VENEZUELA

Los venezolanos abajo firmantes, miembros de la sociedad civil independiente y verdaderamente mayoritaria de Venezuela, nos dirigimos a los países de la comunidad internacional que nos apoyan
en nuestra lucha contra la narco tiranía chavista para informarles que:

I. Siendo el régimen de Nicolás Maduro un conglomerado criminal narco-terrorista que sólo cesará su tiranía y su amenaza en la región mediante una intervención militar extranjera, la comunidad internacional
que enhorabuena la lleve a cabo debe saber que ninguno de los miembros del régimen puede cualificar, como es lógico, para participar en las elecciones libres que serían realizadas ulteriormente a su propio derrocamiento por la fuerza.

II. La comunidad internacional debe saber
igualmente que los conglomerados partidistas MUD (Mesa de la Unidad) y FA (Frente Amplio), conocidos como fuerzas políticas de oposición que reúnen a todos los partidos tradicionales del país (ampliamente rechazados en la actualidad por la sociedad civil independiente), han
estado estrechamente vinculados al régimen chavista por dos décadas (política y financieramente), lo cual explica su insistencia en una salida electoral inclusiva para el régimen, así como su explícita aversión a la intervención militar extranjera propiamente.

III. Por lo tanto,
tras una intervención de este tipo que erradicase totalmente al régimen chavista, el Gobierno de Transición no debe ni puede estar compuesto por representantes del chavismo ni de la MUD-FA, sino por una delegación de observadores internacionales, con presencia militar continua in
situ, y por un concejo de actores independientes de la sociedad civil venezolana cuyos miembros no hayan pertenecido a ninguna organización política en los 20 años del régimen chavista.

IV. Consideramos que un Gobierno de Transición así configurado, libre de ataduras políticas y
parapolíticas, es el único cualificado para encargarse de la transición de la tiranía narco-terrorista hacia la democracia, y el mejor y más apropiado para establecer las bases y condiciones para unas elecciones libres.

V. Los líderes políticos pertenecientes a los partidos
existentes en las últimas dos décadas no pueden, por haber llevado una vida de convivencia con el régimen, considerarse como fuerzas sociales pertenecientes a la clase opositora y carecen, por ende, de derechos legítimos a toda postulación; sólo los ciudadanos independientes
pueden ser considerados aún como potenciales legítimos opositores. Y, está claro que en un proceso de cambio de régimen sólo los ciudadanos opositores al mismo tienen derecho a participar.

VI. La comunidad internacional, que enhorabuena protagonizará la intervención liberadora
(que eternamente le agradeceremos), debe estar consciente, pues, de que la erradicación del chavismo y de su narco-terrorismo de Estado será superflua e inútil si sólo depone a Maduro y no complementa tal acción con medidas y condiciones que impidan que quede en su lugar un
Gobierno de Transición, compuesto por miembros del régimen y de esta falsa, impopular oposición que propone desde ya conformarlo con representantes del chavismo.

VII. La comunidad internacional debe así comprender que los ciudadanos independientes abajo firmantes nos opondremos
categóricamente a una intervención militar extranjera que resulte en la instalación de un Gobierno de Transición semejante, por lo cual la exhortamos a expresar desde ya de manera clara su aprobación de nuestro total rechazo a las intenciones inclusivas hacia el régimen por parte
de la MUD-FA.

VIII. Los miembros de la sociedad civil independiente abajo firmantes afirmamos preferir que no haya intervención alguna en vez de una intervención tras la cual todo siga igual, donde todo cambie falsamente, porque un Gobierno de Transición «inclusivo» consistiría
principalmente en un lavado de responsabilidades, en una condonación de la impunidad, y, lo más grave, en un reacomodo en el poder de las mismas fuerzas corruptas y criminales que hoy se encuentran al asecho precisamente de un falso cambio de circunstancias tras el cual
camuflarse para terminar reciclándose en las nuevas formas que adquiera el poder con la transición.

IX. También es nuestro deber advertirle responsablemente a la comunidad internacional que Venezuela, no disponiendo hoy en día de un Estado funcional, sino estando sujeta por la
fuerza a un complejo criminal transnacional con intereses geopolíticos, específicamente anti-occidentales y no desprovistos de ideología, no es precisamente el lugar ideal para dejarle, tras el esperado cambio de régimen, un libre acceso al poder a las llamadas fuerzas políticas
moderadas de la izquierda socialdemócrata, porque ellas están representadas en Venezuela por la MUD-FA y serían el caballo de Troya perfecto para el regreso del comunismo y del crimen organizado al poder.

X. Sólo luego de hacer tabla rasa y contar con una sólida
reinstitucionalización del país puede permitirse una pluralidad de tendencias políticas en el mismo; permitirlo antes sería ingenuamente exponernos —sin haber siquiera comenzado su reconstrucción— a una fatal vuelta del totalitarismo narco-terrorista.

XI. La comunidad
internacional no debe subestimar el hecho de que todos los partidos políticos tradicionales de Venezuela son sin excepción partidos de izquierda, los principales incluso siendo miembros de la Internacional Socialista; razón demás para considerar la FALTA DE PERTINENCIA de éstos
en un Gobierno de Transición y en unas elecciones libres.

XII. Para evitar ser malentendidos, y acusados a su vez de fascismo y totalitarismo, los miembros de la sociedad civil independiente abajo firmantes aclaramos que «falta de pertinencia» no es sinónimo de «prohibición» ni
de «censura» totalitaria o antidemocrática; «no-pertinencia» es simplemente «no-cualificación» para una convocatoria cuyas prerrogativas de orden institucional requieren la observancia de una máxima pulcritud en la hoja de vida de sus actores, que en el caso venezolano no pueden,
reiteramos, haber estado involucrados —ni bajo sospecha de ello— en la cohabitación parapolítica con el régimen antes evocada.

XIII. A tales efectos, los abajo firmantes tenemos el deber de presentarle a la comunidad internacional una lista (ver documentación anexa) de partidos
y personajes políticos presuntamente implicados en alguna forma de colaboracionismo, para su consideración y pronta investigación por los organismos competentes que fueren designados a tal fin, quedándoles así suspendida cualquier habilitación (por falta de pertinencia o
cualificación) para la función pública, especialmente en el Gobierno de Transición y en las ulteriores elecciones libres organizadas por éste.

XIV. La conducta ambigua y contradictoria de la oposición venezolana oficial, identificada mundialmente con la Asamblea Nacional y el
gobierno interino de Juan Guaidó, no ha de ser algo nuevo para la comunidad internacional, que la habrá notado y constatado en muchas oportunidades, y no es para nada conveniente que los actores internacionales que apoyan a nuestra causa mantengan reservas al respecto, cuando es
vital actuar, en cambio, de manera explícita y consecuente, sin ningún tipo de silencios ni omisiones que pudieran dar erróneamentea a entender a dicha falsa oposición que será designada por defecto para la transición del país, a lo cual contribuye toda evasión del tema y envía
un mensaje de total abandono a la sociedad civil independiente, que por ello mismo aprovecha mediante este Manifiesto la ocasión de reiterar ante el mundo su total rechazo y no-reconocimiento a dicha pseudo-oposición, desautorizándola (por su penosa y corresponsable conducta) a
toda participación en la liberación de Venezuela.

XV. Si ha de haber intervención militar extranjera, lo cual profundamente deseamos (y sería apreciado tanto por Venezuela como por el mundo —en nuestro caso por razones humanitarias, y en el de la comunidad internacional por su
propia paz y seguridad—), los abajo firmantes manifestamos, con total certeza y fundamento, que dicha intervención, aun erradicando físicamente al régimen narco-terrorista de Nicolás Maduro, sería incompleta, e incluso contradictoria, si un Gobierno de Transición quedase en manos
de la misma casta partidocrática representada por la Asamblea Nacional que nos condujo primero a este régimen, a finales del siglo XX, y luego se camufló en un rol de pantalla opositora (negociada con éste durante dos décadas), por lo cual nunca insistiremos demasiado en advertir
que una intervención armada en Venezuela debe evitar terminarse en una ingenua y torpe entrega del país a la mafia política que aseguró por tanto tiempo la propia vida del régimen, lo que sería una tragedia y sólo puede impedirse mediante una liberación completa, donde sea
reservada una prioridad exclusiva a la sociedad civil independiente venezolana en la refundación institucional y política de su maltratada y agónica Nación.

Fin del Manifiesto.

X. P.
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