He tenido a bien ser uno de los afortunados, elegidos al azar, en jugar con la opción de control de respuestas que están probando para ver si se implementa globalmente, o no.
Es como estrenar un juguetito y querer ver qué hace en el patio de la escuela a la hora del recreo frente a los demás amigos.
Esta serendipia que creó, chiripa le llamamos en mi tierra, es por demás muy interesante, útil y, a decir verdad poderosa.
De hecho para muchos no pasa de ser un juguete, muy entretenido y divertido. Porque además es uno de los tantos usos que se le puede dar.
Cada cabeza frente a cada pantalla es un pequeño mundo de este fabuloso universo que nos permitimos construir colectivamente. Y eso, justo eso, es uno de los primeros encantos de participar aquí.
Muchos dudan todavía de su alcance en la vida real, pero no se puede negar ya que permean uno y otro, con fronteras cada vez menos perceptibles.
Medio disfuncional, con pésimo humor, no muy buen estado de ánimo, pero colectiva.
A diferencia de sus similares sociales como Facebook, YouTube, Snapchat, Instagram, los otros en el otro lado del mundo, Tiktok, Twitter tiene una magia muy peculiar, un encanto muy singular:
Reduce tanto la sensación de distancia entre usuarios que muy fácilmente se rompe esa barrera digital y surgen amistades en el mundo de ladrillo.
Y ¿sabe sr don Jack?
Eso también permite la sensación de confrontar, reclamar, exigir y exhibir, a las autoridades, de cualquier tipo o nivel.
Un solo tuit de ciertos usuarios basta para sacudir sistemas financieros de países completos, para alertar a los sistemas de defensa de otros tantos.
Seguro lo sabe, igual que su vecino de andanzas, don Zuck.
Esta cosa tan surrealista tiene el poder de hacer y deshacer gobiernos, en conjunto con sus símiles.
También para mucha gente este espacio en su pantalla es el lugar donde sienten, donde pueden, venir a desahogar mucho de lo que no pueden en el mundo real, por una u otra razón.
(no les diga, sr don Jack, pero Twitter si puede lograr ese cambio, solo que a las autoridades es lo último que les gusta admitir).
Pero ¿sabe sr don Jack?
Nomas que hay un detalle no tan, errrr, positivo.
Esta dualidad ha llevado a la gente en el poder a interpretar ideas según les conviene como refugios a sus afanes autoritarios.
Sí hay quien también cree que esta en su libertad hacer y decir absolutamente lo que se le pegue la gana, por más agresivo, excesivo y trasgresor que sea. Muy de la naturaleza humana.
¡Oh si! Pero perdí el foco. Creo.
¡Ay señor don Jack! Tanto que se puede decir de esta cháchara tan divertida que resultó aquella mini bitácora personal basada en SMS que se les ocurrió junto con sus cuates Biz y Evan.
El tipo de comentario negativo, queja pues, que más recibí, hasta ahorita, es de gente que tiene la prisa de expresar su malestar y no pudo, en los tuits que he puesto con opciones que limitan las respuestas.
La gente tiene la sensación, puede ser que muy fundamentada, que los políticos y demás autoridades, se encerraran más, se aislaran más, y tendrán más elementos para ignorar lo que les resulta adverso.
Y a la vez, potenciar el alcance de SU propio mensaje, sin contrapesos ni contrastes.
Impone una sola voz, sus ideas y se pueden amplificar favorablemente al permitir que solo los afines participen de la conversación al no poderlos confrontar directamente en esa línea de conversación.
Tal vez justo ese caos frenético es parte de su encanto. No es Telegram. No es Whatsapp. No es Facebook.
Si el control de las respuestas queda, comuniquen sus virtudes, sus límites y alcances, siempre poniendo por delante justo esos mismos valores que hoy le dan el encanto a este rincón de la red.
El miedo que la autoridad, en todo el mundo, le tiene al ecosistema digital delata su valor para la democracia, hoy tan amenazada, tan menguada.
De esa misma manera, como antes, ojalá, no sea una forma de atentar contra la identidad de este Twitter tan caótico, pero tan fascinante. Tan libre.
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