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¿Cómo era la disciplina en un navío de la Real Armada? ¿Eran muy severos los castigos? ¿Cuáles eran las penas más frecuentes? ¿Habían juicio o garantías legales? Pasar por la quilla: ¿realidad o leyenda? La disciplina y los castigos marineros en un navío de la Real Armada. Hilo.
La disciplina era lo que mantenía cohesionado y operarivo a un navío, ya que tener una tripulación indisciplinada era un grave riesgo que ningún comandante estaba dispuesto a asumir. Por ello se prefería pecar de exceso celo que por defecto en el cumplimiento de las ordenanzas.
La dotación estaba sujeta a un código de comportamiento y a un de honor, donde la simple declaración de un oficial podía condenar a la muerte a un acusado, a no ser que hubiera testigos imparciales que dieran por incierto el testimonio del oficial, lo que no era frecuente.
Para evitar que la ya de por sí férrea disciplina naval se aplicase de forma arbitraria (mucho más dura que en los ejércitos de tierra) se establecieron las penas y castigos en el Tratado V de las Ordenanzas de la Real Armada de 1748.
Hay que decir que, aunque muy rigurosas, no fue necesario acudir a tales medidas extremas salvo en situaciones excepcionales. En la Real Armada, a diferencia de otras marinas de guerra, la disciplina se mantuvo siempre sin grandes problemas y con especial celo en el combate.
En la Real Ordenanza Naval para el servicio de los bajeles de S.M. de 1802, las normas fueron actualizadas. Lo primordial que se esperaba de un marinero o un soldado embarcado era tener obediencia a sus oficiales, sin excusa alguna ni discutir las órdenes que se recibían.
Esto se llevaba a rajatabla y no admitía discusión, se debía obedecer todo lo que se ordenase, y si luego no estaba de acuerdo, el marinero podía exponer su queja por los conductos reglamentarios, pero no podía dejar de cumplir la orden dada. De lo contrario era insubordinación.
Las dotaciones de los navíos españoles eran buenas y aunque se les podía achacar impericia por falta de práctica de navegación en alta mar o falta de experiencia marinera, nunca mostraron mal comportamiento o muestras de insubordinación y tenían buena disciplina a sus mandos.
En todo el siglo XVIII y parte del XIX, al contrario que en el resto de las marinas de Europa, en la española tan sólo se dió un caso de insubordinación o motín, que además fue reprimida sin emplear excesivo rigor. En cambio, la Royal Navy sufrió bastantes casos de motines.
Esto fue debido en gran medida a las malas decisiones y al alcohol, ya que se repartía ron entre la tripulación (los oficiales ginebra). Mientras, en la Real Armada española, el ron (o brandy) sólo se daba en contadas ocasiones, y lo normal era beber vino aguado en las raciones.
En los antiguos usos, los castigos físicos sin delito previo eran utilizados en el momento de las maniobras por el oficial de cubierta para motivar a los más perezosos, aunque, según el reglamento, el comandante era el único que tenía derecho a ordenar los castigos.
Este castigo corporal era una costumbre en todas las marinas de la época, y no indignaba a nadie. Los contramaestres de segunda solían dar rebencazos para estimular el trabajo de los marineros, y por ello el segundo contramaestre era frecuentemente temido entre la tripulación.
Por otro lado, la gama de los castigos por infringir las ordenanzas era muy extensa, y dependía de la gravedad de los delitos: robos, riñas, embriaguez, desobediencia, insultos, faltar al saludo o respeto a los oficiales, insubordinación, motín, blasfemar o faltar a la misa...
Los delitos más leves se castigaban con un régimen de pan y agua o pasar un breve tiempo encadenado a unos grilletes. Por otro lado, los más graves eran sancionados con un castigo particularmente temido entre la marinería: el azote. Este castigo lo aplicaba el contramaestre.
El culpable se colocaba con el torso desnudo apoyado en un cañón o en el cabestrante y recibía los azotes estipulados, siempre en presencia de un oficial y por lo general de toda la dotación. Eso para los marineros, porque los soldados de la guarnición tenían sus propios castigos
En caso de los infantes o artilleroscde marina, el castigado sufría una carrera de baquetas, en el alcázar o el combés, y corría entre dos filas de compañeros que le azotaban con los correajes de sus fusiles o sus baquetas, mandados por un sargento, igual que se hacía en tierra.
Pero existían otros suplicios para las infracciones graves: la caída mojada consistía en izar al condenado a una verga y, soltado precipitadamente sujeto a una cuerda, sumergirlo en el mar; la caída seca, lo mismo pero la cuerda es más corta y el hombre no llega a tocar el mar.
Por último, el paso por la quilla, era el castigo más espantoso, que consistía en pasar al reo de un lado al otro del barco, bajo el agua y arrastarlo por la quilla, donde las astillas y conchas raspaban su espalda. La mayoría no sobrevivían por ahogamiento o por sus heridas.
En caso de grave infracción del reglamento, el culpable se enfrentaba a un consejo de guerra, presidido por el comandante, que era el único responsable de la conducta del barco, de lo que ocurría a bordo y del respeto a la disciplina, así como del cumplimiento de las ordenanzas.
La intransigencia y crueldad del comandante eran proporcionales a la duración de las travesías, si eran efectuadas en compañía de tripulaciones hostiles, que podían transformarse en hordas hambrientas y sedientas, enfermas, agotadas por el trabajo y lejos de sus hogares.
Otros castigos que se imponían eran cortar la mano del que favoreciese el motín, al blasfemo atravesarle la lengua con un hierro al rojo vivo; al ratero, a sufrir azotes sobre un cañón; a los desertores, con diez años de galeras; al amotinado, con la horca...
Al ultrajante estando de guerra, a ser fusilado, etcétera. En el caso de que el delito conllevara pena capital, al reo se le colgaba de la verga del trinquete. Cuando se iba en escuadra, se aplicaba la sentencia como castigo aflictivo para escarmiento de todas las dotaciones.
Pero pocas veces se llegaban a aplicar, ya que se trataba más de que el miedo favoreciera la disciplina que de perder hombres.

Mañana la 2ª parte donde explicaré cada delito con su castigo según la Ordenanzas de 1802.

Láminas de Parrilla y uniformes de Bueno.

Gracias por leer.
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