Seguimos hablando de #Antropología en #DeQuéQueréisQueHablemos. Tras la conceptualización general, esta semana os proponemos un hilo sobre antropología, género y feminismo. ¿Os animáis a dialogar sobre ello?
En el siglo XIX aparecen varios movimientos sociales en defensa de los derechos de las mujeres. Quizás el más importante será el movimiento sufragista pero también trata el tema el socialismo y anarquismo dentro de sus demandas sociopolíticas. 
Las reivindicaciones del movimiento sufragista se centró en la participación política de las mujeres y en el derecho a voto, así como a la crítica del poder del esposo de tomar todas las decisiones en la vida marital (tanto en lo sexual como en lo material).
Sus logros en el siglo XIX y principios del XX son muchos, no sólo el sufragio universal. También la organización de las mujeres en asociaciones para luchar por sus derechos, como las Convenciones americanas, desde la primera en Seneca Falls (Nueva York, 1848).
Durante este periodo se aceptaba el determinismo biológico, convertido en empírico por el positivismo. El carácter de la mujer se explica mediante a causas relacionadas con la naturaleza, su capacidad reproductora y su instinto maternal, justificando la subordinación al hombre.
En los años sesenta del siglo XX grupos pacifistas, estudiantiles y antirracistas aúnan sus fuerzas en lo que se denominó la Nueva Izquierda. Entre las filas de este grupo se encontraban las feministas, afiliadas o no a partidos políticos.
No obstante una parte se desliga, pues más allá de las luchas contra las desigualdades que generaban las democracias liberales consideran que en sus estructuras políticas se reproducen los mismos problemas de género que fuera. Se denominan Movimiento de Liberación de las mujeres.
Los logros de este nuevo feminismo son varios: representatividad política, maternidad sin peligro, anticoncepción, igualdad de oportunidades, corresponsabilidad familiar o descodificación de imágenes sexuadas.
La tesis de la teoría feminista, trasversal dentro de otras corrientes como el psicoanálisis o el estructuralismo posmodernista, ha generado diferentes corrientes: el feminismo radical e institucional del XX o el ecofeminismo, el feminismo multicultural o el postcolonial del XXI.
A esta teoría feminista le debemos categorías de análisis tan conocidas como patriarcado o género, empoderamiento o transversalidad. Esta teoría se fue desarrollando a través del trabajo de numerosas autoras de las cuales queremos destacar tres nombres.
Simone de Beauvoir, filósofa existencialista y escritora, desarrolla los fenómenos de presión y exclusión con relación al sexo, indicando que la mayor contradicción que se da en las sociedades es la lucha de sexos, antes incluso que la lucha de clases.
Elisabeth Bandinter impugna el instinto maternal y la construcción del sujeto varón. Para ella el patriarcado, que universaliza las diferencias entre sexos estereotipando conductas, tiene un carácter universal y su análisis por ello es más psicológico que antropológico.
Para Betty Friedan el problema de género no atañe sólo a las mujeres sino a la sociedad en su conjunto, pues la situación de las mujeres tiene su origen en un sistema cultural que no les permite desarrollarse fuera del sistema ideológico patriarcal.
La antropología feminista, a pesar de que las feministas practican la antropología cultural desde sus inicios (como vemos en Margaret Mead) no fue reconocida formalmente hasta la década de los 70.
Ya desde finales del siglo XIX encontramos ejemplos de antropólogas "autodidactas" como Alice Cunningham o Matilda Coxe. También estaban las esposas de los antropólogos profesionales, que facilitaban el trabajo de sus esposos con traducciones y transcripciones, como Margery Wolf.
Si bien antropólogas como Margaret Mead y Ruth Benedict son representantes de la historia de la antropología feminista, las antropólogas de color y otros grupos étnicos también tuvieron su papel en los conceptos teóricos del campo, como estudió Hortense Powdermaker.
La antropología de mujeres, con obras como de Golde "Mujeres en el campo", o "Mujeres, cultura, y sociedad," de Rosaldo y Lamphere fue un intento por recuperar a las mujeres como actores culturales distintivas hasta entonces borradas del enfoque del estudio antropológico.
A raíz de la crítica de Gayle Rubin al "sistema sexo/género", la antropología de las mujeres se transformó en antropología del género. El género era un conjunto de significados y relaciones afines al sexo biológico. La mujer no era una comunidad o categoría evidente por sí misma.
Hoy en día, la antropología feminista surge de la antropología del género para abarcar el estudio del cuerpo de las mujeres y su intersección y su relación con las fuerzas culturales, médicas, económicas, entre otras.
Esto incluye la expansión de la política feminista más allá de la antropología cultural o física, la lingüística o la arqueología. Se ha convertido la antropología feminista en un sitio en que se unen los estudios culturales, la historia, la literatura y los estudios étnicos.
Así mismo, las mujeres situadas en los márgenes o periferias se han situado como capaces para transformar un feminismo que dejaba poco lugar a indígenas o afrodescendientes.
¿Creéis que el feminismo y sus ramificaciones políticas o antropológicas deberían estar más presentes en los museos de antropología?
Y el resto de museos, ¿pueden hacer más para hacer lecturas que visibilicen tanto a las mujeres como al conflicto de género?
Os escuchamos.
Y el resto de museos, ¿pueden hacer más para hacer lecturas que visibilicen tanto a las mujeres como al conflicto de género?
Os escuchamos.
