La cepa del coronavirus que afecta a Venezuela es tan agresiva que ha provocado el repunte de una enfermedad autóctona incurable cuyo nombre científico es "matraca", también conocida como "martillo". Para muestra, este hecho que ocurrió el 21 de julio en el Distribuidor Altamira.
Ese martes, cerca de las 4pm, efectivos de la Policía Nacional Bolivariana detienen en su módulo a cuatro motos. En una de ellas se trasladaba una pareja. La señora, enfermera privada, acababa de salir del trabajo y se dirigía con su esposo a su casa en Petare.
Los policías los abordan de manera agresiva, sin ofrecer mayores explicaciones. Revisan los papeles y constatan que todo está en orden. Sin embargo, explica uno de los agentes, no basta con tener al día esos documentos. Para estar en la calle, necesitan un salvoconducto.
La enfermera responde que vienen de trabajar y que muchos están circulando en la calle. Al final, le pregunta si deben pagar alguna multa por no tener salvoconducto, pero el policía de forma cortante responde que le retendrán la moto.
Según el policía, tenían que llevarlos a la sede de El Llanito para luego enviar la moto a un estacionamiento en Charallave. "Son órdenes de arriba", decía. La enfermera preguntaba qué delito había cometido, señalaba que era trabajadora y por eso el policía la tachaba de grosera.
A todas estas, uno de los motorizados detenidos habló aparte con otro policía y rápido pudo salir del lugar. Cuando la enfermera le preguntó cómo había resuelto el problema, el hombre le respondió con un sugerente: "¡eso está listo!".
Antes de salir a El Llanito, el policía le dice a la enfermera que la moto se quedará en el estacionamiento de Charallave "hasta que levanten la pandemia". Indignada, la enfermera le respondió que eso era una locura porque ambos sabían que en horas iban a desvalijar la moto.
Ya en El Llanito, a la enfermera no le permiten el ingreso a las instalaciones. Solo puede entrar su esposo, que luego le advierte: "esto es un guiso que están montando, allí dentro tienen más de 30 motos. El que no tiene plata, pierde la moto".
Ante esta situación, la enfermera tuvo que darle su quincena, 100$, para que no se llevaran la moto. Tras recibir el dinero, el policía le dijo al hombre: "si tu mujer no fuera tan grosera, hubiésemos negociado en el Distribuidor Altamira por menos y te ahorrabas el mal rato".
Otro de los detenidos acababa de comprar su moto, pero aún no tenía los papeles a su nombre. Ese fue su primer error. El segundo es que, por los nervios, sacó sin ninguna discreción un fajo de billetes verdes, que pronto desaparecieron de la escena.
"¡Están matraqueando allá dentro!", le comentó el muchacho pálido a la enfermera. Todo este "mal rato" duró dos horas, entre 4 y 6 de la tarde. Muy estricta la cuarentena y el salvoconducto, pero dice la enfermera: "apenas les mojas las manos, se acaban las 'órdenes de arriba'".
