Se me pasó esta belleza de Kotaku de la semana pasada. Una desarrolladora cuenta cómo un juego de Barbie Rapunzel la hizo amar el gaming, rastrea a sus creadoras y encuentra una historia que da bronca y a la vez inspira. kotaku.com/the-incredible…
La estructura está lejos del template de "artículo sobre historia de los videojuegos". Es personal, autorreferente, y hasta tiene ilustraciones hechas por ella. La nota no pierde un gramo de valor periodístico. Todo lo contrario. Exponer el punto de vista enriquece cada pregunta.
De a poco este estilo se vuelve más popular. El autor ya no se despega de lo que escribe, el tono se vuelve narrativo, la introspección es parte del asunto. Es la onda de Kalata, del Digital Antiquarian, de Parish en su podcast. Me encanta.
Es un cambio gradual pero consistente. Aún historiadorxs más académicxs como Laine Nooney, Frank Cifaldi o Kate Willært tienen cuentas de twitter (y a veces hasta streams) relajadas, donde exploran sus propias obsesiones y la razón por la que escriben de lo que escriben.
Ni hablar de los youtubers o tuiteros como @dosnostalgic. El trabajo que hacen es valiosísimo y contagia esa forma de narrar. Me cuesta mucho todavía quitarme el almidón del reviewer, pero con #JuegosCondenados y @CronoTripper espero animarme más a ese camino.
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