Ahora, muchos pensaréis que la Ronda de Noche es todo menos barroca: no parece haber ni diagonales, ni curvas, ni trampantojos, ni drapeados imposibles. Parece más bien una foto congelada en el tiempo.
Pero si comparamos con los retratos de grupo que se hicieron antes y después, esta obra es una lección de cómo ordenar el caos que supone retratar a mucha gente.
Y eso que éste es un Frans Hals, un primera espada.
Cuando en 1640 la Kloveniersguilde (guilda de arcabuceros) me encargó que pintase un retrato de grupo de su guardia cívica ya se imaginaban que no iba a hacer algo tradicional.
Volvamos con el cuadro de Frans Hals. Es el prototipo de retrato grupal: figuras estáticas, posando claramente, rostros bien iluminados y ordenadas por rangos = clientes contentos.
Han pagado, se pinta lo que quiere el cliente.
Yo fui un paso más allá: quise captar el movimiento.
¿Y cuál es el movimiento más importante de una guardia cívica? Pues participar en un desfile o en una exhibición de tiro.
¿Pensabáis en una ronda? Estamos en paz con los españoles y las milicias ya no están para la guerra.
Frans Banninck Cocq era el capitán de la compañía y protagonista central del cuadro.
Porta una vara de mando, hecha con caña de Indias, un objeto lujoso símbolo de su rango.
Su mano izquierda extendida proyecta una sombra sobre su segundo, el lugarteniente Van Ruytenburch. Un símbolo de poder sobre su subordinado. Pero hay más...
La sombra sobre el traje del lugarteniente forma el escudo de Ámsterdam.
El mensaje está claro: estamos aquí para proteger la ciudad.
Están hablando entre ellos, ajenos (o no) a la compañía. El capitán le da la orden al lugarteniente para iniciar la marcha. Para que empiece el movimiento.
Y el movimiento empieza detrás de ellos.
Un hombre levanta la bandera con el escudo de la ciudad de Ámsterdam...
...el tambor empieza a sonar.
Como consecuencia del ruido, un perro se asusta...
... y un niño sale corriendo.
Esto es puro movimiento. Puro Barroco.
Detrás de ellos hay una figura misteriosa a la que no se le ve la cara. Vestido a la antigua, lleva un arcabuz y un casco con hojas de roble, símbolo de la fama y victoria.
Más que representar a alguien en concreto parece un símbolo de lo que tiene que ser la guardia cívica.
Además en el cuadro os doy una lección de cómo disparar un arcabuz.
La figura de la derecha lo está cargando. El personaje-símbolo de la milicia está abriendo fuego. Y finalmente el hombre de la izquierda lo está limpiando tras el disparo.
Más movimiento. Puro Barroco.
Otro personaje enigmático es la mujer del cuadro.
¿Mi mujer Saskia? ¿La hija de un miembro de la compañía? ¿Un ángel? ¿La Victoria? La verdad es que he vuelto locos a los historiadores de arte con esta figura.
Lleva una bolsa con pólvora, armas de fuego y un gallo muerto con las garras.
Pertenecían a la compañía de los kloveniers, conocidos también como clauweniers (la guilda de las garras -juego de la palabras holandés-). Así la chica sería otro símbolo de la milicia.
Las compañías estaban formadas por 120 miembros. Yo retraté a 19. Para ello, cada uno tenía que pagar 100 florines. El capitán y el lugarteniente estaban exentos de pago. Cobré 1600 florines, una buena suma para la época.
El tamborilero era un empleado municipal y no pagó nada.
Conocemos el nombre de algunos de los retratados por una placa adosada a la pared del arco, en que figuran todos los nombres. El problema es que a día de hoy, muchos son ilegibles.
¿Estoy escondido en el cuadro? Ni lo afirmo ni lo desmiento. Pero ese hombre barbudo con un sombrero al fondo resulta muy sospechoso.
¿El cuadro gustó?
Pues al capitán mucho, que encargó dos copias para él.
Pero los pintores de retratos de grupo de Ámsterdam me criticaron mucho.
¿Por qué?
Volvamos al cuadro de Hals. Todas las cabezas tienen el mismo tamaño, están bien alineadas. Miran de frente al espectador o se muestran en un perfecto perfil. Y están bien iluminadas.
Yo... Bueno... Hice otra cosa.
Mi representación es más realista. Unas cabezas tapan a otras. Unas solo se intuyen. Me interesaba más la composición global que los retratos individuales.
Pero es una composición muy bien pensada con unos claros ejes horizontal y vertical, y dos diagonales marcadas. Hay más.
En 1715 el cuadro fue recortado. En esta copia de Gerrit Lundens se indica todo lo que falta. Que no es poco.
El cuadro pasó por varias localizaciones. Pensado para el Gran Salón del Klovenierdoelen de Ámsterdam, en 1715 se traslada al Ayuntamiento, por lo que hubo que recortarlo para adaptarlo a su nuevo espacio.
Durante las Guerras Napoleónicas se trasladó a Trappenhuis, hasta que el propio Napoleón decidió traerlo nuevamente al Ayuntamiento, ahora Palacio de los Dam. El Palacio Real de Ámsterdam. Napoleón sabía lo que hacía.
Tras las Guerras, volvió a Trappenhuis, ahora Academia Holandesa de Ciencias. Y en 1885 a su destino definitivo: el Rijksmuseum.
El barniz, la suciedad y el humo (estuvo 70 años al lado de una chimenea) le quitaron la luz, haciendo creer que se trataba de una escena nocturna.
Pero una espectacular restauración que terminó este año le ha devuelto su imagen.
Espero que este hilo os haya gustado tanto como me gustó a mí hacerlo.
Evidentemente este trabajo no se hace solo. Hay mucha bibliografía en papel consultada y sobre todo la magnífica página del Rijksmuseum:
En estos tiempos de cierres perimetrales y viajes reducidos, tomamos rumbo a Venecia. La Venecia de hace 300 años, para recordar a un artista muy poco conocido y que merece nuestra atención.
De la Venecia del S. XVIII siempre se recalca la imagen de ciudad decadente, que vivió mejores tiempos artísticamente, sobre todo si echamos la vista atrás y recordamos la gloriosa época de los Giorgione, Tiziano, Tintoretto y Veronese.
Y la literatura y el cine no han hecho sino alimentar está idea romántica-decadente de la Venecia del S. XVIII.
Casanova, Federico Fellini (1976), creo que uno de los directores favoritos de @anapinan.
Si el exterior de la catedral de Albi puede parecer muy sobrio, anodino o "marciano", como alguien dijo por aquí, el interior no puede ser más impresionante.
Lo primero que nos llama la atención es el magnífico órgano del S. XVIII. Bajo él, el mayor Juicio Final pintado en la Edad Media.
Desconocemos su autor o autores. Fue encargado por el obispo Louis I d'Amboise y pintado entre 1474 (su nombramiento como obispo) y 1480 (consagración de la catedral). Mide 18 x 13 metros. Las franjas rojas y amarillas en el inferior hacen referencia a sus armas heráldicas.