Thread by @esttoper

Mi opinión sobre el Chelsea de Frank Lampard:

Del plantel repleto de talento e infinitas combinaciones creado en verano, Lampard debía decidir qué jugadores era prioridad potenciar y cuáles debían adaptarse a papeles más secundarios, en pro de que brillaran otros.

A excepción de Jorginho y Gilmour, el perfil general de la plantilla compartía el gusto por un fútbol vertical, que promoviera correr mucho y elaborar poco. Así, Lampard iba a simplificar el juego con balón, priorizando el encontrar acomodo a los buenos.

Sin embargo, el que tenía pensado que fuera su foco de ataque, Hakim Ziyech, estaba lesionado y no iba a poder ser titular hasta la Jornada 7. Durante ese mes y medio hasta el regreso del marroquí, el Chelsea iba a ser un banco de pruebas que dejaría pocas certezas positivas.

A la baja de Ziyech se unía la de Pulisic, alternativa de Lampard a tipo sobre el que volcar el ataque cuando falta el ex del Ajax. Con las ausencias intermitentes de Chilwell, Thiago Silva o Mendy, y con Kepa y Marcos Alonso horribles, sólo cabía sobrevivir.

En este trayecto, cada partido era una guerra que nada tenía que ver con la anterior, a la espera de recuperar efectivos. El 4-2-3-1 era el sistema base (que mutaría en días gordos a 4-3-3 vs Liverpool o 3-4-2-1 vs ManU), pero demarcaciones y roles no tenían continuidad.

Jorginho y Kanté eran intocables en el medio. Delante, baile de posiciones con el fin de integrar a Havertz, que llegó a partir de extremo derecho y MP en el 4-2-3-1, de ‘9’ en 4-3-3 y de doble MP en 3-4-2-1 hasta “asentarse” de interior derecho en 4-3-3 con la entrada de Ziyech.

Difícil construir algo sólido en lo que creer si cada intento se cae con errores individuales anticompetitivos. Pero Mendy y el poder disponer ya del cuarteto defensivo titular (James – Zouma – Thiago Silva – Chilwell) pusieron el cero en la portería, base sobre la que crecer.

La entrada de Ziyech mandó a Jorginho al banquillo (al ostracismo, más bien: 23 minutos jugados en las 7 jornadas siguientes de Premier, cuando venía de 5 titularidades en las primeras 6), convirtió el 4-3-3 en innegociable y todo se ordenó. Bueno, todo menos Havertz.

El Chelsea se convirtió en un equipo, ya sí, muy serio. La estructura tenía al Kanté más posicional de ‘5’, con 5 atacantes delante que se sienten más delanteros que medios y 2 laterales con gran capacidad ofensiva, pero que medirán sus incursiones de acuerdo a la idea colectiva.

Su seguridad atrás no iba a partir sólo del juego sin balón, sino de la simplificación de sus ataques (centros laterales y juego directo, con un ‘9’ rematador y capaz de bajar balones) que buscan máxima garantía de poder finalizar porque el objetivo es no desordenarse nunca.

El Chelsea tiene muchos argumentos en ataque que no necesitan de un sofisticado trabajo colectivo para ser determinantes, por lo que estructurar la defensa y encajar las piezas le podía valer para competir desde ya.

Lo vertical de sus atacantes y tener 4 grandes pateadores (diestro y zurdo en cada banda: James - Ziyech y Chilwell - Mount) iba a enfocar su producción ofensiva a 3 argumentos devastadores por calidad individual: centro lateral, balón parado y contragolpe. Nada de mediocampo.

Lampard iba a potenciar esta idea colocando 2 rematadores natos (un ‘9’ + Werner de extremo), minimizando el juego entre líneas para evitar pérdidas en asociación y cargando el juego en banda como 1ª opción (la derecha prioritariamente), alternada con el juego directo.

Cuando Ziyech recibe abierto en derecha, se activa su dualidad con James –suele guardar la posición, sólo desdoblando si ve que genera ventaja–; interiores, el ‘9’ y un Werner libre se alternan en ofrecer apoyo interior, trazar paralela e ir a remate; y Chilwell ataca 2º palo.

Thiago Silva es pieza capital en ataque por su precisión en el desplazamiento largo y su capacidad para filtrar pases interiores, conducir si le dan metros o encontrar rápido al lanzador de la contra cuando su equipo roba.

A sus 36 años, Lampard ha protegido a Thiago Silva con 2 bestias físicas cerca (Zouma y Kanté) y un lateral de contención en escenarios duros + una idea que no le lleva a sufrir jugando continuamente a 50m de su arco. Contexto y confianza (capitanía) han resaltado sus virtudes.

El trabajo del Chelsea en balón parado ofensivo es increíble. Seguramente, el mejor equipo de Europa en esta faceta. Su nivel de producción habla por sí mismo.

Con Mason Mount como cerebro del equipo y extensión de Lampard en la cancha, el XI y los roles estaban definidos. Sólo iba a estar en disputa el ‘9’ (Abraham y Giroud), mientras se iba a intentar hacer caber a Havertz en el interior derecho, lugar natural de Kovacic.

A la par que el Chelsea inicia su buena racha de la mano de Ziyech, Havertz contrae el Covid. Kovacic rinde a buen nivel en su lugar, pero cuando vuelve el alemán recupera la titularidad de inmediato. Lampard sabe que el techo de Havertz es más alto y le otorga confianza ciega.

Ziyech era una ocasión de gol a cualquier altura del campo. Su rapidez para armar esa zurda que es un cuchillo hacía sistema. La fiabilidad defensiva llevó a Lampard a jugar a que pasaran pocas cosas. Que el ‘sistema Ziyech’, individualidades, contragolpe y estrategia decidieran.

Pero Ziyech se volvió a lesionar. Lampard lo tuvo claro: ese rígido 4-3-3 iba a ser ‘lo mismo’ (centros), con un atacante franquicia en banda a pierna cambiada y el ‘9’ y Werner rematadores, solo que Pulisic al ser diestro jugaría en izquierda y Werner pasaba a la derecha.

Con este cambio, Mount iba a tener más protagonismo (poderoso Pulisic–Mount–Chilwell en izquierda), pero se perdía, además del pie de Ziyech, el factor sorpresa de James –cuyo rendimiento se elevaba por automatismos y su entendimiento con Ziyech– y la diagonal de Werner.

Errores individuales puntuales (penalti de Mendy vs Everton, gol al contragolpe en el descuento con el equipo volcado vs Wolves, penalti de James vs Arsenal) y la falta de acierto fueron erosionando la dinámica positiva hasta desmoronar al equipo, que pasó a jugar realmente mal.

Havertz era un elemento extraño en el sistema que sólo restaba, incluso cuando el equipo jugaba bien. No hay adaptación y sus continuas pérdidas de balón le impiden tener continuidad, minan su confianza y deja de atreverse. Nada de ese increíble jugador que se vio en Leverkusen.

El nivel de Havertz en las derrotas vs Everton (Pulisic es baja y juega de extremo derecho, como faro del ataque) y Wolves hace que Lampard lo saque del equipo. Necesita resultados y no puede perder más tiempo en integrarlo. Ni el sistema logra darle nada ni él da nada al equipo.

Muy distinto es el caso de Timo Werner, que pasó de ser un ‘desatascador’ al inicio cuando el equipo buscaba el norte, a atravesar una mala racha cara a puerta mientras su juego seguía produciendo muchísimo, y a una última fase errática fruto de esa ansiedad cara a gol. Volverá.

El Chelsea es un equipo saturado física y mentalmente, con 8 jugadores que lo juegan prácticamente todo salvo lesión, inmersos en un calendario inhumano. El parón de la Premier tras este fin de semana debe servirle de mini-pretemporada clave para trabajar cambios.

La mejora del Chelsea pasa por activar a esos suplentes que va a necesitar sí o sí, recuperar a Havertz y encontrar la armonía sin Ziyech, más allá de ese 4-3-3 donde cada demarcación tiene un orden jerárquico de jugadores a ocuparla (adaptar sistema a jugadores y no al revés).

Este domingo hay un Chelsea – Manchester City y Hakim Ziyech está de vuelta. Será interesante ver qué camino toma el Chelsea en estas 7 semanas que restan para su enfrentamiento con el Atlético de Madrid en octavos de Champions.