Thread by @chanmila1

1- Me acordé de los 60 y de mi vecina. La clase media -media empezaba a progresar y adquirir algunos bienes de consumo. La televisión era muy reciente. Sí, hubo una vida en blanco y negro y sin teléfono.

2- Un día se compró los leños a gas para la chimenea y la vecina que tenía enfrente fue y se compró el mismo. Otro día fue la batidora Kengwood que ella llamaba “quengu”. El nuestro era un barrio inglés así que la su forma de pronunciar nos hacía reír mucho.

3- También tenía cortadora de fiambre y compraba el jamón entero, un rallador de pan y todos los gadgets del momento. Era la perfecta ama de casa. Así siguieron las vecinas compitiendo una con la otra.

4-Pasaron por el lavarropas de rodillo (que les cuente alguna abuela), por la cortadora de césped eléctrica y por la máquina de tejer Knittax que Chola pronunciaba “nitas”

5- Hasta que un día apareció flamante en la puerta de su casa el Fiat 600, el famoso fitito con el que se iba a veranear un mes a Mar del Plata. Si se ubican en Mafalda, se pueden imaginar claramente a mi vecina.

6- Iba una vez por semana a la peluquería, venía con pelo batido y mucho spray para no despeinarse. Si le picaba se rascaba con una aguja de tejer y dormía con una redecilla. De más está decir que no se lo lavaba hasta q a la semana semana siguiente volvía a la peinarse.

7- Un hecho que marcó cuán importante era parecerse y competir entre vecinas fue el embarazo de Chola. Si, lo que te imaginás, la vecina, a los dos meses, apareció con panza.

8- En fin, después vino la remodelación de la casa y hacer otro piso arriba para los dormitorios. En esa época tener una casa “de dos pisos” o " en altos" daba un poco de status.

9- Muchos recordamos esa época como la de una vida tranquila, donde la puerta no se cerraba con llave y las bicicletas se dejaban afuera o si te la olvidabas en la panadería, volvías y estaba en el mismo lugar.

10- Donde la maestra siempre tenía razón, le pedías permiso a tus padres para salir y te hacían cambiar si la pollera era muy corta. Una vida simple pero con pautas bastante claras.

11-"No solo hay que ser sino parecer” decía mi padre y lo entendí perfectamente cuando mi perra quedó preñada y hubo que llevarla al campo, en criollo sí, la echó de casa. Mensaje clarísimo para mis hermanas y yo. En fin, cumplimos las tres y de blanco.

12- Usualmente no relacionamos esa infancia tranquila, de clase media donde todos éramos más o menos iguales con la de un gobierno militar. Las dicta blandas le llaman ahora. Se vivía con total normalidad.

13- No había casi robos, mi papá decía “saquenla ropa de la soga” por si venía algún “raterito” de noche. Nos hacía guardar la bicicleta por si nos la robaban, pero la realidad es casi no sucedía. Ningún ladrón mataba. Había códigos.

14- Miseria no había, como mucho alguien tocaba el timbre para pedir ropa usada. Había algún “mendigo” por elección, y no faltaba el loco bueno. Estaban totalmente integrados, formaban parte de la comunidad.

15- Nuestro loco había enloquecido, decían, porque su padre lo había obligado a estudiar abogacía y cómo él quería medicina, estudió las dos. Se le daba por barrer las cunetas de la calle para evitar contagios y aconsejaba a sobre algún remedio natural para la tos o la gripe.

16- En fin, entre tanta locura, miseria y violencia que vivimos hoy se me dio por recordar una época en la que la Argentina no tenía pobres. “El que no trabaja es porque no quiere, trabajo sobra” se decía y era cierto.

17- Las clases más bajas tenían sus casas “de material” quizá el piso o el yeso de las paredes sin terminar, pero tenían baño y cocina y había un plato de comida en la mesa. Lo que hoy sería una villa era entonces un barrio de gente trabajadora.

18- En definitiva hasta los 18 años, en el 73, en que llegó Perón no supe qué era la democracia. O quizá la que vimos no lo haya sido tanto. De un día para otro cambió todo y se instaló la violencia. Fue impactante ver la llegada de Perón a Ezeiza y la recordada matanza.

19- Quedémonos ahí, o más atrás, cuando dejábamos las bicicletas afuera sin preocuparnos.