Thread by @SupsipS

Tengo algo de trabajo, pero... quieren una #HistoriaMacabraMacabrona ? Les voy a contar de mi amiga Sandra (cambié su nombre) y lo que representó para ella haber sido pareja de un narcotraficante de cierto rango en el estado.
10 likes y empezamos!!!

Ok, ya están los 10. Empezamos.

Sandra fue mi mejor amiga allá a mediados de los 90's, es originaria de un municipio del lado oeste de Jalisco y la conocí en la universidad, cuando ella estudiaba Administración y yo iba a las clases de oyente. Hicimos click de inmediato. Era una

chica muy delgadita, con una sonrisa simpatiquísima, que invitaba a sonreír cuando la veías, contagiaba, su tez morena y sus grandes ojos la convertían si no en una muchacha hermosa, sí en una chica atractiva, atrayente por simpatía. Era desenvuelta, desenfadada, podía

platicarte una desgracia enorme, pero lo hacía con tal soltura y desparpajo que no era raro terminar riendo a carcajadas con sus ocurrencias. Pasó el cuatrimestre y yo no pude entrar a la universidad, así que dejé de asistir, pero mi amistad con Sandra no terminó ahí.

Nos gustaba citarnos en un café en el centro de Guadalajara que dejó de existir hace muchos años, pero que en ese entonces se llamaba La Esquina. Estaba situado en la esquina de 16 de septiembre y la Av. Juárez.
No recuerdo como dimos con ese sitio, pero se convirtió en nuestro

lugar favorito para vernos y ponernos al día de nuestras cosas.
En esas pláticas donde a menudo se juntaban desayuno con comida o comida con cena (y no nos corrían, aunque pedíamos café o un refresco y pasábamos horas con el mismo) fue cuando me enteré de su relación con Esteban.

No estoy segura del nombre de aquel hombre, en una de esas hasta es su nombre real.
Bueno, pues él era narcotraficante y no cualquiera, tenía a su cargo buena parte del estado e incluso parte de Colima. No era un narquito menor nomás.
Por ese tiempo a mi me parecía genial,

pues crecí en un pueblo donde el narcotráfico era bien aceptado, común, donde el tío, el vecino, el amigo de la infancia podían dedicarse a eso y ni modo de rechazarlos (esto pasa todavía en muchos lugares del país).
Entonces, su historia al principio me parecía de cuento de

hadas.
Había ocasiones en que Sandra traía dinero y me compraba algún detallito, nada extravagante, ella casi siempre pagaba la cuenta de nuestros encuentros para platicar, otras veces no traía nada de dinero e incluso, alguna vez llegó con un golpe en el ojo y una historia

divertida de "como se lo ganó por respondona".
Su relación con Esteban inició cuando era adolescente. Tenía 14 años, cercanos a 15. Él la vió volver de misa y le gustó, así sin más. Así que esa noche le llevó serenata con mariachi. Al día siguiente le mandó rosas, lo cual le

causó problemas con su violento padre a Sandra. Esa vez, la golpeó con un cable que le dejaron marcas en piernas y brazos.
Pero Sandra, acostumbrada a los golpes de su padre, era bastante terca y porfiada. Casi que esa fue la señal para que decidiera hacerle caso a Esteban...

Y entonces ocurrió una desgracia. Sus padres tuvieron un accidente, causado por el padre de Sandra, por el cual perdió su trabajo y estuvo en cama por meses, sin poder caminar. La mamá de Sandra no trabajaba entonces y entró a la escuela normal, para convertirse en maestra, pero

mientras, no había dinero en casa ni para comer. Eran Sandra, su mamá, su hermano, su padre y un primo al que sus padres adoptaron cuando su mamá lo dejó con ellos.
Los sábados por la mañana, a las 6, Sandra salía con cuidado de no despertar a nadie y se veía con Esteban en la

esquina de su casa. Él la llevaba al mercado y ella compraba todo lo necesario para que comieran en la semana. No crean que él era el tipo derrochador y presumido del estereotipo de narco. Con gusto y con cierto orgullo le compraba el mandado a Sandra, para que tuvieran qué comer

y al mismo tiempo para burlarse de sus padres. Tipo: ando con ella y se callan o no tragan. Más de una vez se lo echó a Sandra en cara, más de una vez su papá se rehusó a comer por días, de humillación y coraje. Fueron tiempos difíciles para la familia, pero cuando el papá pudo

volver a trabajar, ya no necesitaron la ayuda de Esteban.
Sandra recibió de nuevo la prohibición de verlo. La mamá de Sandra comenzó a trabajar como maestra y la situación económica mejoró notoriamente. Dependieron de Esteban algo más de un año.
Sandra se sentía orgullosa, pues

había apoyado a su familia. Además, él era muy guapo, estaba enamorada, a pesar de saber que no era la única mujer con la que él se relacionaba, pero sí con la que estaba más encaprichado. Y pocas cosas peores que un narco encaprichado, amigos.

Sandra pronto comenzó a sentir demasiada presión. En su familia, para que no lo viera, con golpes incluídos. Con Esteban, que no le iba a dar permiso de abandonarlo... así que decidió anunciar que quería estudiar la universidad en Guadalajara. En esos tiempos la conocí.

Ella era lista, se daba a querer, pero faltaba mucho a clases. Más de una vez, como iba cada fin de semana a su pueblo a ver a sus padres, un convoy de camionetas le cortaban el paso al autobús en el que iba. Todos se asustaban. Hombres armados subían a por ella y se la llevaban.

Nadie metía las manos, ni una denuncia. Nada. Era Esteban, que tenía ganas de verla y llevársela unos días o él, que tenía que irse "al rancho" a esconder un tiempo y no quería estar solo.
El rancho era un lugar donde ni siquiera había agua corriente, ni luz. El agua venía de un

pozo, se alumbraban con lámparas. A ese lugar apartado cercano a la sierra nadie iba a encontrar nunca a Esteban, quizá porque no era fácil imaginarse a alguien con poder metido en un lugar tan incómodo.
Pasé todo el cuatrimestre tomando notas para Sandra, presentando tareas y

trabajos en su nombre, al fin que yo no estaba en listas.
Ella contaba la historia como si fuera algo muy romántico, pero entre ese aire de película que tomaban sus relatos me di cuenta que él la golpeaba. Decir un sí donde él esperaba un no, le podía significar un bofetón.

Si él lo deseaba, la ropa de Sandra no estaba a su alcance y debía andar desnuda o semi desnuda todo el tiempo. Abusaba sexualmente de ella en lo que definía como "es que es muy brusco", "yo no tenía ganas, pero a él eso no le importa y ni modo".
Creo que el maltrato dentro de su

familia la predispuso a aceptar el maltrato por parte de sus parejas. "Así es esto" solía responder, resignada y con una media sonrisa.
Un día hubo un operativo para cazar a Esteban. Ella estaba con él cuando le avisaron. Para protegerla, la abandonó a media carretera Colima-GDL,

sola.
Consiguió que una buena persona (afortunadamente) la acercara sin dinero, sin maleta, sin nada, a Guadalajara y de ahí pidió ayuda a las chicas con las que vivía en una pensión.
Esteban desapareció por un par de años. Se rumoraba que huyó a EEUU y Sandra fue aprendiendo a

ser una adolescente más normal... hasta que se topó con Hugo. Él no era narcotraficante, era drogadicto, pero era tan violento o más que su padre o Esteban.
Él asesinó a la niña que Sandra esperaba, en su vientre, con una golpiza cuando ella tenía 7 meses de embarazo...

por esos tiempos ya casi no veía a Sandra. Estaba enojada con ella por tonta, por caer cada vez con un hombre peor y me alejé de ella. Me dolió mucho no haber estado cerca para consolarla por el asesinato de su bebé.
Un día recibió una llamada que la hizo temblar: Esteban...

le hizo saber que estaba bien, que no la había olvidado, que la recordaba con cariño.
Le contó que se casó, que tenía dos hijos... y que había mandado a alguien a que hablara con Hugo, para avisarle que si la volvía a tocar, no se la iba a acabar.
Hugo la dejó al poco tiempo.

Sandra estaba embarazada de nuevo.
Pero Hugo ya no volvió con ella, quiero suponer por el miedo de que Esteban, a la distancia (no sé si en EEUU o en la cárcel, esa parte no la tengo clara) podía mandarlo desaparecer.
Al final, Esteban fue su ángel de la guarda...

Sandra encontró después un mejor hombre. Tuvo una hija más, hermosísima a la que llamó Selene, con sus mismos ojos grandes y sonrisa cautivadora.
Vive a unos 20 minutos de mi casa, pero dejamos de frecuentarnos, nuestras vidas tomaron rumbos distintos. A veces sucede así.
Fin.