Thread by @NachoVegasTwit

(1/10) No defender a Puigdemont -igual que a Anna Gabriel o a Valtonyc- como exiliado político pretextando que no es comparable a, pongamos, Max Aub (o a tantos exiliados anónimos), denota una actitud profundamente reaccionaria, por mucho que se empeñe mi querido @AntonioMaestre.

(2/10) Es la actitud del "siempre va a haber alguien que esté peor". Peor que Oriol Junqueras estaba Marcos Ana, un suertudo que no sufrió tantas torturas como Miguel Núñez, todo un privilegiado al que no ejecutaron tras torturarlo como a Heriberto Quiñones... Y así ad nauseam.

(3/10) Es un argumento falaz análogo al de "los funcionarios no tienen derecho a quejarse habiendo tanto trabajador realmente precario". De ese modo solo podrían exigir sus derechos los de más abajo, los que no tienen nada, ni siquiera la capacidad de organizarse para hacerlo.

(4/10) Es el argumento ideal para que nada cambie, porque nadie tiene derecho pedirlo. Es la insolidaridad disfrazada de autoridad moral para repartir carnés de agraviados. La solidaridad siempre se ejerce entre iguales o de arriba a abajo, por eso toda lucha emancipatoria...

(5/10) ...debe ser solidaria con los más desfavorecidos. Por eso condenar la persecución judicial de Puigdemont por parte del Estado debería implicar necesariamente defender la disidencia de otros represaliados, ya sean políticos, músicos, periodistas, activistas o titiriteros.

(6/10) Decir que uno está en una situación más favorable que otra es sencillamente irrelevante, además de una pésima excusa para no mojarse. Tanto como ese otro argumento escuchado a periodistas de medios progres: "Se saltaron las normas". Rosa Parks también se saltó las normas.

(7/10) Y no, Puigdemont no será Rosa Parks; de nuevo es irrelevante la comparación. Pero el argumento es el mismo y eso como mínimo lo invalida. Histórica y afortunadamente muchas personas se saltaron las normas y por ellas hoy gozamos de derechos que nos parecen irrenunciables.

(8/10) Pero aun a cierta izquierda -mayormente madrileña e indolente para con las periferias- le incomoda reconocer que en la pseudodemocracia española hubo y hay exiliadas y presos políticos, torturas, clausuras de medios de comunicación y mordazas a la libertad de expresión.

(9/10) Hoy hay gente en el exilio, presa o condenada por sus ideas políticas, por ponerlas en práctica o por cantarlas. Alguna por injuriar a la ya de por sí podrida corona a ritmo de rap. Otra por "saltarse las normas" para tratar de impulsar procesos democratizadores.

(10/10) Gente represaliada violentamente por el nacionalismo excluyente del Estado alérgico a los internacionalismos solidarios. Quien busque pretextos para no denunciar a gritos este escandaloso déficit democrático es cómplice desde sus cómodas tribunas. Es 'la izquierda' ciega.