Para empezar, esto dependía del tipo de enterramiento se realizase. Había tres métodos: incineración, inhumación y embalsamamiento, aunque esta última no fue habitual.
Cuando una persona moría, se esperaba a que su cadáver se enfriase para lavarlo y perfumarlo, envolverlo en una toga y, en ocasiones, colocarle una corona en la cabeza y otros ornamentos que el difunto hubiese llevado en vida.
A veces, se le colocaba en la boca una moneda para pagar a Caronte y poder cruzar el lago Estigia -práctica de influencia griega que se desarrolló desde época augustea-. Este proceso podía realizarlo la familia o profesionales en el caso de familias ricas.
Una vez el cadáver listo, el resto de familiares y allegados podía visitarlo. Ante su lecho se entonaban cantos fúnebres -neniae- por las plañideras, acompañadas de flautas y harpas.
Después se realizaba la pompa, el traslado del difunto al recinto funerario. Normalmente era de noche, excepto si se trataba de niños o gente pobre. En el trayecto participaban familiares y libertos, y se podía acompañar con el sindo de cuernos o trompas.
Un familiar o amigo portaba una máscara de cera -imago- con el rostro del difunto. Esta máscara después se conservaría en la casa familiar junto a las de sus antepasados.
Vimos los tipos de inhumación en el post anterior. En cuanto a las incineraciones, el cadáver podía ser quemado in situ (bustum) o en otro lugar (ustrinum) y después enterrados en una fosa (loculi).
La presencia de objetos quemados atestigua la práctica de lanzar parte del ajuar a la pira durante la cremación y depositar otros objetos del ajuar a posteriori. Las piras solían ser rectangulares y las cenizas se guardaban en un recipiente.
Tras el funeral, la familia se purificaba con agua y fuego (suffitio), con ceremonias en honor al muerto, que incluían banquetes. Cuando el cadáver del difunto no se encontraba en el lugar en que debía realizarse el sepelio (muertos en combate, p.ej.) se construía un cenotafio.
Fuentes:
García, E. (2001). Algunos apuntos sobre las prácticas funerarias de época romana en Valentia. Universitat de València. 📚
Abascal, J.M. (1990). Arqueología de la muerte. Universidad de Córdoba.📚
Ilustración de portada del Museo de la necrópolis de Oiasso.🖌️
¿Sabías que Dédalo, el padre de Ícaro, fue un ingeniero e inventor famoso en la antigüedad?
¿Y que tuvo que huir de Atenas por asesinar a un discípulo suyo y terminó en Creta trabajando para el rey Minos?
¡Dentro hilo! ⬇️
Pasifae, la esposa del rey, se enamoró de un toro blanco surgido del agua gracias a Poseidón. La reina pidió a Dédalo que le construyese, en secreto, una vaca de madera para meterse en ella y poder tener relaciones sexuales con el toro. De estas relaciones nacería el Minotauro.
Más tarde Dédalo construyó el laberinto del Minotauro y aconsejó a Ariadna dar un ovillo de lana a Teseo cuando éste se metiese en el laberinto para matar al monstruo. Cuando Minos se enteró, lo encarceló junto a su hijo Ícaro en el laberinto.
¿Sabías que en la Antigua Roma el padre de familia podía decidir sobre la vida o la muerte de sus hijos y esclavos?
Al mando de la familia estaba el pater familias, o padre de familia. La sociedad romana era patriarcal y jerárquica y la familia era el pilar fundamental de la sociedad, por lo que reflejaba los mismos elementos de jerarquía y preponderancia del hombre sobre la mujer.
El pater familias tenía la máxima autoridad y podía decidir, amparado por la Ley de las XII Tablas, sobre la vida y la muerte de sus hijos, su esposa y esclavos, y de todos los que estuviesen ‘’bajo su mano’’, sub manu. También podía vender a sus hijos como esclavos.
¿Sabías que los egipcios tenían una forma similar a la actual de saber si una mujer estaba embarazada ?
En el Papiro de Berlín, o Papiro 3038 (ca. 1350-1200 a.C.). se explican dos maneras de averiguar si una mujer estaba embarazada e incluso el sexo del bebé. ⬇️
1. Cebada y farro. Colocados en bolsas con arena y con la fecha, la mujer debe mojarlos con la orina cada día. Si la cebada crece, dará a luz a un niño. Si crece el farro, dará a luz a una niña. Si ninguno germina, ella no está embarazada. (Bln. 199).
2. Para distinguir a una mujer que va a dar a luz de una que no va a dar a luz. Una sandía, molida y en un recipiente con leche de mujer que ha parido un hijo varón: dosificarlo. Debe ser ingerido por la mujer. Si vomita, ella dará a luz; si eructa, no va a dar a luz. (Bln. 194).
¿Sabías que los pretorianos cumplían un montón de tareas a parte de la de proteger al Emperador?
De hecho, de esta última se encargaban unos pocos elegidos, siendo miles los destinados a otros puestos. Espías, detectives o bomberos eran algunas de sus funciones.⬇️
En especial, los speculatores eran agentes especiales. Espiaban o investigaban en busca de conjuras contra el emperador. Destacaban por llevar unas caligae diferentes, conocidas por ‘’caligae speculatoriae’’.
Los speculatores augusti protegían directamente al emperador y
permanecían fuera de palacio, pues dentro solía ser la Guardia Imperial Germana la encargada de proteger al princeps. Eran comandados por el ‘’centurio speculatorum’’. Dentro de la Guardia, los speculatores eran la élite.
Conocemos a la Guardia Pretoriana como la unidad encargada de la protección del emperador en la Antigua Roma, pero los pretorianos existieron antes que la propia figura del emperador. ¿Cómo es posible? ⬇️
En el siglo II a.C. Escipión hacía un pulso con el poderoso Aníbal. La primera referencia a un grupo de pretorianos fue en su marcha hacia Numancia. Escipión avanzaba escoltado por quinientos amigos, sus mejores hombres, a modo de guardia personal.
El pretorio era la tienda del comandante, en este caso Escipión, y como sus amigos, su escolta personal, acampaba al lado de su tienda -el pretorio-, se les empezó a denominar ‘’pretorianos’’.
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Cuando Octavio Augusto asumió el papel de princeps vitalicio en el 27 a. C., decidió
¿Sabías que en la Antigua Roma había buceadores capaces de infiltrarse en ciudades enemigas, sabotear naves e incluso destruirlas?
Estos buceadores portaban solamente un cuchillo, una esponja con aceite y un tubo para respirar, causando verdaderos desastres en las filas enemigas.
Tenemos constancia del empleo de buceadores en la guerra desde tiempos antiguos. Por ejemplo, en el 332 a.C. fueron usados para sabotear los espigones construidos por Alejandro Magno en su asedio a Tiro.
Tito Livio nos cuenta cómo los urinatores -buceadores- recuperaron el tesoro que el rey Perseo lanzó al mar para evitar que cayese en manos enemigas en el siglo II a.C.
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Según Plinio el Viejo, los buceadores portaban una esponja empapada en aceite dentro de la boca que mascaban,