El discurso de Larreta de hoy es indicativo de que Pato Bullrich está midiendo muy bien.
Basta de llamarle extremismo a oponerse a chorros y fascistas que no respetan la ley.
Exigir el respeto a las normas es algo básico, no una postura extrema de halcones.
Exigir el respeto a las normas es algo básico, no una postura extrema de halcones.
Y basta de llamarle diálogo o tibieza, según la valoración que se haga de la postura de Larreta.
No es dialoguista ni es tibio: es acuerdista de cúpulas a puertas cerradas. Y eso es otra cosa.
No es dialoguista ni es tibio: es acuerdista de cúpulas a puertas cerradas. Y eso es otra cosa.
No hay nada de tibio en Larreta, y tampoco hay democracia nórdica en su voluntad de diálogo. Es la política vieja que se sienta a puertas cerradas para negociar corporativamente en los términos de la política, al margen de la gente.
Tampoco hay nada de halcón y confrontativo en salir a bancar a la gente en Olivos anoche: es asumir la representación real de una demanda. Y sí, también hay cálculo político. Pero con representación.
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