En breve, escribiré en el @nytimes sobre el uso político de la pandemia.
Algunas reflexiones que rodean ese texto —hilo el hilo y rizo el rizo:
Hace un tiempo, leía que Estados Unidos tiene problemas para manejar los detalles, pero cuando se trata de gestionar grandes operaciones logísticas, opera como una aplanadora.
La vacunación ha sido un ejemplo: un despliegue de película de clavar los dedos en el asiento.
Biden anunció que inocularían 100M de dosis en sus primeros 100 días como presidente: las duplicó. He visto el despliegue cuando me vacuné en Arizona. Miles de personas en sus autos viboreando por los carriles demarcados en los estacionamientos del estadio de los Cardinals...
cientos de voluntarios verificando las citas en tabletas, ayudando a las enfermeras, dirigiendo el tráfico denso. En treinta minutos —incluidos los quince de espera tras la inyección— estaba en camino a casa.
La lógica fue que la decisión política, sostenida por fundamentos sanitarios, debía ser operativamente efectiva y eficiente. Incluso los gobernadores republicanos más ortodoxos —el de Arizona es uno— recibieron las vacunas y pusieron sus administraciones a trabajar.
Un mérito indiscutido radica en centenas de organizaciones de la sociedad civil. Todos esperan que Biden celebre el éxito, pero todos saben también que fueron millones de personas las que trabajaron para que la logística no falle.
Los voluntarios fueron cruciales. Durante estos meses hay registros abiertos para que cualquier persona pase 9 horas apoyando a enfermeros. Yo fui uno. Me tocó el turno noche, de 9:00 pm a 6:00 am. Excluido un lapso entre las 2.00 y 3.00 am, el flujo de coches no cesó.
Dejé de contar cuando por mi tienda ya habían pasado más de 200 autos. Había otras 9, otras más activas. Los voluntarios de las dos tiendas adyacentes eran un contador, un vendedor de Target, una estudiante de química, un jubilado, un estudiante de PhD en ASU, un ex marine.
Eran demócratas, republicanos e independientes (a los que pregunté). Nadie era un activista partidario. No llevaban pins, broches, chalecos de sus fervores. Éramos, todos, gente común.
No había, ni siquiera olías o anticipabas, ventajismo alguno.
Me cuesta leer el mismo escenario en demasiados países de América Latina. En varios lugares —🇻🇪🇳🇮🇧🇷🇲🇽🇸🇻🇵🇪🇦🇷— ha habido una politización más o menos descarada de las vacunaciones. Una maniobra perversa e inhumana: salvar vidas con el fin de inducir el favor electoral.
No puedo dejar de pensar el acto como otro acto de abuso de la función pública: ante un acontecimiento que requiere vocación de servicio sin banderas, muchos corren demasiado rápido para llevar agua para su molino.
No debiera sorprendernos: cuando no hay propuestas, hay eslóganes; sin plan, hay consigna; y cuando no hay estadista, quien dirige una nación es un político. Y uno bastante simple.
Pero sorprende, y malamente, porque *no debiera ser así*.
Por la rueda desarreglada de nuestra cultura política (y nos cabe parte), hemos dejado la representación política en manos de patanes, ladronzuelos, demagogos patéticos, mocosos pedantes, tiranitos y tiranos, autócratas de libro.
Y claro: no salen flores del mal abono.
Tiempos de carroña política. Candidatos que llegan a las presidencias apurados por acumular poder y una vez en la magistratura se preguntan ahora cómo hacemos.
La improvisación nos ha costado demasiadas vidas. La incapacidad. La inoperancia.
Y ahora muchos lucran con los vivos
El leninismo —que se planteaba tomar los cuarteles por asalto— al menos supo qué haría después: muertes con un plan. Es tan baja la calidad de la política que hoy nos queda lo último disponibles: improvisadores con la boca llena de grandilocuencia vacía. Muertes sin un plan.
Ahora muchos invocan a la patria o a la nación o a la fe de los ciudadanos para lanzar campañas de vacunación. Con o sin plan para controlar la pandemia, muchos de ellos se llenaron de excusas contra los críticos y se felicitaron por sus, dizque, estrategias.
Tapan el sol con un dedo, procuran distraer con circo una matanza silenciosa: las tablas de muertos son brutales. Como el virus ha sido agresivamente letal en casi todo el mundo, se consuelan: no estamos solos. Y todos nos perdemos entre tanta cifra. Normalizamos que sean tantos
Ahora, cuando sus malas decisiones provocaron tantos muertos como si en cada país hubiera ocurrido una guerra, encontraron que las vacunas les dan la chance del canalla: vistámonos de santos y de héroes de la nación y convoquemos a vacunarse como si la patria fuera en ello.
Es de manual. Ante el desastre, la Patria, concepto quisquilloso. Es curiosa esa idea de Patria como vacuna: si no duele cuando te la inoculan, puede producir algún efecto secundarios, llega tarde y llena de pompa, es poca, acaba rápido. No te salva, evita que estés peor.
Claro, mejor tener vacuna que no poseerla. La patria es más jodida: en general, más que vivir por ella, se muere por ella. Pero a los canallas les encanta llenarse la boca con la nación, la bandera, el acto de fe comunal.
El usufructo sectario del Estado es normal en América Latina, de manera que no debiera sorprendernos que numerosos gobiernos profundicen esas prácticas ante situaciones extremas: no saben hacer más que acumular poder, real y discursivamente.
Las vacunas sirven: te salvan de estar peor. Protegen.
Las patrias vacunadoras nada más te clavan. No te salvarás de estar peor por un demagogo que cita el panteón de héroes nacionales a diario cuando debió subirse las mangas y trabajar por los humanos de hoy.
Hay miseria.
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Pre-Covid, viajaba mucho; aun lo hago, para los estándares actuales. Mi ruta usual es USA-Europa.
Si planean viajar, déjenme darles un par de tips. No son sobre medidas de seguridad: es sobre economía.
Su economía.
Vamos.
Si quieren viajar, encontrarán en general vuelos más costosos y largos. Lógico: los países centralizan los puertos de entrada y las aerolíneas consolidan vuelos para tener masa crítica.
Como esa es una acción defensiva, todas se han puesto a pensar cómo pasar a la ofensiva.
Lo encontraron en las "web offers": tickets en sus webs a un precio bastante bajo para vuelos relativamente más largos que en el pasado. Y le pusieron una cereza: eliminaron los fees por cambios.
Nada mal. En esta época no sabes qué sucederá y eliminar ese sobrecosto ayuda.
All and all, me gustó "Rompan Todo", el documental de Santaolalla & His Buddies sobre el rock LatAm. Si no lo hicieran ellos, el 80% de los que estuvieron estarían en cualquier producción no interesada. No es un documental calidad anglo, pero sirve para empezar. 1/4
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Las bandas trascendentes están todas; solistas importantes, también. México (excluida Alex Cotorra-que-alguien-lo-calle) está MB plantado. Argentina igual. Los pesos relativos parecen medidos con balanza nuclear. 2/4
Coincido con @josesimian, también: @bradpitbull666 decía que "el documental logra formar un hilo conductor, una narrativa sobre el rock continental donde en verdad nunca ha existido, y eso ya es bastante" (vbtm de Joe). 3/4
De @ProfesorDoval:
Una calle de NYC, medianoche. Frente a frente, un pandillero con hacha y diente de oro y un universitario iluso, de morralito y guitarra. Ustedes, atónitos, no saben qué pasará: ¡NO MIREN! ¡VOTEN!
De @Colorentropy:
“Sirius” fue la banda sonora de todo lo gringo y del futuro de hace décadas. Ahí se quedó ese proyecto. Orchestral Manoeuvres in the Dark es sólo felicidad.
D-Maker @dmiklos
Entran dos a la jaula, suena uno. #MDM2
Ayer no pude conectarme en todo el día mientras se acercaba el final. Parece ser la historia de mi vida: nunca estoy en los grandes momentos de mi propia vida.
Pues quiero, primero, dejar esto claro: gracias.
Gracias, sobre todo, a quienes están desde el inicio: #LDM fue una tabla de salvación para mí cuando la pasaba muy mal en el confinamiento en España, cuatro meses y 9.000 km de distancia de mi hijo.
El humor perro de todos evitó que pensara. Nunca viví tan feliz mi tontería.
Nombrarlos a todos sería un error, porque han sido, fácilmente, 40-50 amigos y nuevos amigos que acompañaron, día a día, estos meses de juego y lectura asociada.
Cada uno de ustedes saben cuánto han ayudado. Muero de ganas por dar sus nombres, pero un solo olvido me torturará.
No entiendo el festejo por a-Morales en México. Me parece incomprensible cierta recepción heroica por parte de los favorecedores de la 4T: Evo fue derrocado, así es, pero antes cometió varios fraudes. No es un héroe; es un político contradictorio que debe respuestas serias.
(No hay discusión en cuanto al asilo por razones humanitarias, como tal parece ser el caso pues la vida de Evo pareciera estar en riesgo. Lo desalentador es la canonización de Evo como víctima pura, cuando es una víctima con un presente oscuro. Asilen sin santificar, please.)
Evo hizo un tremendo proceso de inclusión de minorías en el inicio de sus mandatos, pero eso no justifica su deseo de perpetuarse en el poder ni la comisión de fraude para conseguirlo. Fue llevado al vacío por una enorme movilización —pacífica—, enfadada por el abuso de poder.