Una ciudad asediada durante mil días. Qué sucedió en tres años de vida madrileña, de 1936 a 1939. Nunca una ciudad vivió por tanto tiempo entre la angustia y la desesperanza, ni jamás pueblo alguno resistió tanto en tan infrahumanas condiciones. ⬇️⬇️ 
En la ciudad apenas quedaron hombres jóvenes. La procesión diaria de las calles estaba compuesta por ancianos, mujeres y niños. Toda la gente válida había sido arrastrada a las trincheras, por las buenas o por las malas. Hasta en los tranvías desaparecieron los cobradores ⬇️⬇️
para dar paso a las cobradoras, y todos los servicios auxiliares quedaron en manos de mujeres. Madrid se convirtió en la ciudad invencible, que paradójicamente llevaba todas las de perder. Los niños jugaban entre los escombros y las parejas hacían el amor entre las ruinas. ⬇️⬇️
Y de esta maltratada generación salieron los adolescentes de la posguerra. Una generación atropellada que medio siglo después, ya en el ocaso de la vida, aun recuerda, como música de fondo, el tronar del cañón, la sangre y la violencia. A lo largo de los combates hay ⬇️⬇️
vencedores y vencidos, pero no hay buenos y malos. Una ciudad donde no hubo privilegios para vivir ni excepciones para morir, donde la muerte se despertaba todos los días a la misma hora que los ciudadanos.
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