He estado leyendo mucho estos días eso de "maricón es un insulto nada más, no quiere decir que la persona que lo dice está pensando en la orientación sexual del otro".
Pues sí y no.
Un breve hilo sobre cómo las palabras adquieren significado!
OJO: no hablo en un sentido etimológico, eso es otro nivel de análisis. Me refiero a significado para el hablante en el momento de hablar.
Lo primero: el significado de una palabra no es solo "lo que quiere decir", sino el conjunto de respuestas emocionales que despierta en nosotros, y ambas cosas se aprenden igual: por condicionamiento.
Esto quiere decir que se aprenden asociaciones entre un sonido o grafía (la palabra) y una serie de cosas que están en el momento en el que se usan. Por ejemplo, la palabra "no" adquiere un papel determinado por cómo y cuándo la decimos.
Ahora imaginemos que usamos la palabra "gamba" siempre de la misma manera: dicha con desprecio, en un contexto de una frase que hace que se asocie con cosas negativas, como ver a un tío caerse y decir "vaya gamba el tío ese", o "¿Quieres que te dé una torta por gamba?".
La palabra "gamba" se asociará con ese contexto verbal (y no verbal) y pasará a significar algo malo (es decir, a provocar respuestas desagradables en nosotros si la oímos).
En este ejemplo, ¿quién querría que le llamaran "gamba"?
Y ahora imaginemos que la palabra "gamba" se usa para designar comportamientos que, si los lleva a cabo un chico, se consideran "malos".
No bailes así, que pareces un gamba.
Vaya vocecilla, qué gamba.
Esos pantalones que llevas son un poco de gamba.
El significado de la palabra es "malo", y además se usa como herramienta de control del comportamiento social, voluntaria o involuntariamente.
Pero un momento! Es que "gamba" es un animal marino! ¿Acaso las personas que lo usan de esa manera están llamando a la persona "animal marino"? ¿Están pensando que esa persona parece tener bigotes largos y antenas y vivir en el lecho marino?
Pues obviamente no, porque cuando hablamos hacemos un uso de las palabras que obedece al significado que han adquirido en nuestra experiencia y que es sensible al contexto, no necesariamente en el significado consignado a los diccionarios, no digamos ya la etimología.
¿O es que alguien piensa en un útero cuando habla del metro de Madrid?
Así que, cuando usamos la palabra "gamba" en un contexto no técnico, no estamos hablando de un crustáceo marino: estamos designando algo desagradable y emparejado con lo socialmente censurable por motivo de parecer "impropio de un hombre".
Este condicionamiento no requiere un razonamiento especialmente complicado: se ve a alguien hacer algo o actuar de una forma y la palabra "nos salta", en sentido metafórico.
Así que de acuerdo, puede que no estés pensando en la orientación sexual de alguien cuando usas "maricón". Pero lo que está claro es que esa palabra está asociada con cosas negativas, y es esa asociación la que te hace decirlo.
Y si lo está para los heteros, imaginad para los que tenemos esa palabra asociada con amenazas, con miedo, con violencia.
Así que no me vengáis con excusas de mierda: detectáis algo que no se ajusta a lo que debería ser "un hombre" y lo señaláis y lo marcáis para su descarte.
Y si lo usáis mientras matáis a un chaval a golpes, o pegáis a un niño, o gritáis a otro conductos que os ha cortado el paso... No les estáis llamando "bonitos", precisamente.
Otro día hablamos de cómo la categoría comportamental "ser un hombre" se construye fundamentalmente a base de castigar alternativas ("no hagas eso" "no digas eso" "no reacciones así").
Resumen: no nos toméis por tontos, por favor.
Y que me perdonen mis compañeres de profesión, porque no he sido muy técnico. Contexto, contexto.
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Leer la entrevista con las amigas de Samuel es horrible. Horrible desde todo punto.
Y la cosa empezó con algo que todas las personas LGTBIQ+ hemos vivido: alguien que te insulta, así, de la nada. Esos segundos de desorientación en los que piensas "pero si no he hecho nada".
Y por suerte (y me retuerce tener que decir "por suerte"), casi siempre queda ahí. Te insultan, se ríen de ti y se van. Y te quedas con la sensación de inseguridad, de desconcierto, de ira... Y de miedo.
De miedo porque uno nunca sabe si va a pasar de eso a mayores. Y es que puede pasar y es muy difícil de anticipar. Y te puede ir la vida en ello.