¿Se ha celebrado ya la ceremonia de inauguración de Tokio 2020 (o 2021)? Hoy, nuestro 🧵 de #arte está dedicado a una de las obras más emblemáticas de Japón, tal vez la más conocida: La gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai. 🌊🗻
La Gran Ola es un ukiyo-e (grabados de paisajes o escenas de la vida cotidiana hechos con planchas de madera). Mide 25,9 x 37,2 cm y fue realizado en 1831. De cada plancha se realizaban múltiples xilografías que se vendían a precios bajos. No era para nada un arte elitista.
A pesar de su nombre, y de la omnipresencia del mar embravecido, el protagonista de la estampa es el Monte Fuji, un lugar sagrado para los japoneses. Representa el volcán visto desde el mar, una imagen como esta pero un poco dramatizada.
La Gran Ola pertenece a una serie de 36 vistas del Monte Fuji. Estas son algunas de las otras 35. Escenas costumbristas llenas de colorido.
Reflejan un Japón que estaba a punto de desaparecer, el del periodo Edo, tradicional, anclado en una sociedad medieval y aislado del resto del mundo. Dominado por una dictadura militar, el bakufu o shogunato, a la que apenas le quedaban tres décadas. historia.nationalgeographic.com.es/a/bakumatsu-y-…
La Gran Ola representa a los pescadores regresando a Kanagawa después de haber vendido su pescado en Edo (Tokio), situado al noreste, a la derecha de la imagen. Es muy pronto, el monte Fuji todavía está envuelto en la oscuridad, el sol apenas ilumina la cima.
La ola no es un tsunami, como muchas veces se piensa erróneamente. Es una ola gigante, un peligroso fenómeno que se forma en la aguas profundas del océano, y que es relativamente frecuente en las aguas japonesas, abiertas al Pacífico. El peligroso sueño de los surferos.
Parece que tenga vida propia, con varios brazos y múltiples dedos que se dirigen directamente a agarrar a los barcos.
Arriba a la izquierda, el título y la firma:
冨嶽三十六景 / 神奈川沖 / 浪裏 (Fugaku sanju-rokkei / Kanagawa-oki / nami-ura, 36 vistas del Monte Fuji, bajo la ola de Kanamura).
北斎改為一筆 (Hokusai aratame Iitsu hitsu, por el pincel de Hokusai, que cambió su nombre por Iitsu).
Para los japoneses la escena es mucho más dramática, tiene que ver con el sentido de la lectura. Nosotros tendemos a mirarla de izquierda a derecha, pero ellos la “leen” de derecha a izquierda lo que la hace más agobiante. Podemos hacernos una idea volteándola.
A pesar del aislamiento de Japón en la época, La Gran Ola tiene algunos elementos que occidentales, como el color azul característico: el pigmento azul de Prusia, importado a través de China. Un color mucho más vivo que el azul índigo tradicional.
No hay una sola Gran Ola. Con sus planchas se hicieron miles de copias y en la actualidad muchos museos tienen una (o más). Estas tres pertenecen al Museo Británico y cuatro al Metropolitan Museum de Nueva York. Todas de alrededor de 1831.
¿Quieres saber cómo es el proceso de impresión de una xilografía como la de La gran ola? Este video del Museo Nacional de Tokio demuestra lo complicado que es imprimir la pintura.
Dependiendo de la mezcla de pigmentos y los tonos que se usen cada cada ola es diferente y eso la convierte en única. Estas dos piezas del Met Museum de Nueva York son completamente diferentes.
Además, a medida que se realizaban las copias (tal vez se llegó a las 5.000), la madera tallada sufría el desgaste del uso y las líneas pierden definición. Fíjate en el mismo detalle de dos Olas del Museo Británico, tan iguales y tan diferentes.
Cuanto más antiguas, más apreciadas son. El desgaste de la firma y el cartucho con el título también nos dan una idea de cuál se grabó primero. Otra vez, un par de firmas del Museo Británico.
Cuando la estampa fue “descubierta” en Europa se convirtió en un icono: Claude Debussy se inspiró en ella para componer su obra La mer. Esta es la portada original.
Y así suena:
La gran obra de Van Gogh que evoca esta ola.
Y, como, no. La más grande.
Esto ha sido todo por esta semana. Esperamos que os haya gustado, que disfrutéis del arte y de los Juegos Olímpicos.
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Esta semana vamos a hablar de una obra de arte poco conocida que es una joya, literalmente. Para elaborarla se usaron varios kilos de oro y miles de piedras preciosas de todo el mundo. Nuevo 🧵 de #arte: La custodia de la iglesia de San Ignacio de Loyola, en Bogotá 👇
Mide unos 80 cm y pesa nueve kilos. Es una pieza barroca confeccionada por el orfebre José Galaz entre 1700 y 1707 por encargo de la Compañía de Jesús. En 1985 fue comprada por el Banco de la República de Colombia, que la expone en su museo de Arte, muy cerquita de la iglesia.
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Lejos del tópico, las catedrales góticas no son solo el fruto del fervor religioso de una época de oscura, son una prueba de los avanzados conocimientos técnicos y de organización de la Edad Media. ¿Cómo se construyeron? ¿Quién lo hizo? Lo responderemos en un nuevo 🧵 de #arte 👇
El Partenón, una obra genial de la arquitectura clásica: su base mide 30,9 x 69,5 m y tiene una altura de 18,1 m. Las medidas de Notre Dame de Amiens (siglo XIII) son 145 m x 70 m y su altura es de 42 m… Y dos torres de más de 60 m de altura y una aguja que llega a los 112.
Levantar el Partenón necesitó de mucho más que fe en los dioses olímpicos, y las catedrales góticas requerían de obreros muy especializados y con grandes conocimientos matemáticos y de ingeniería para sostener tan impresionantes edificios, por dentro y por fuera.
Un tosco templo erigido en el siglo VIII al arcángel san Miguel en un islote de granito frente a la costa de Normandía se ha convertido en un icono de la arquitectura medieval y del patrimonio mundial. Hoy, hilo de #arte sobre la historia y los secretos del Mont Saint-Michel.
Cuenta la leyenda que en 708 el arcángel se apareció repetidamente en sueños al obispo Aubert (más tarde santo). Fue bastante insistente hasta que logró convencerlo.
Aubert era obispo de la desaparecida diócesis de Avranches y el lugar elegido fue la cima del monte Tomba, situado sobre un bosque, en la desembocadura del río Cuesnon, al noroeste de Francia. Situémonos 🗺️ 👇
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Luz y paisaje, sus pasiones: “entre el mar, el sol espléndido, me parecía estar en mis felices días de la playa”. Arriba su obra más conocida, Chicos en la playa (1910), todo luz. Abajo sus pinitos en el tema, Marina (1880), mucho más oscura y comedida.
Entre ambos hay un “Sorolla antes de Sorolla” (Museo Sorolla™), Un pintor que denuncia la situación de la madre acusada de matar a su hijo, la prostitución o las duras condiciones laborales.
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