Va hilo con todas las frases de Facundo Memes, neurocoso, para su colección.
La primera, bastante evidente:
La segunda la levantaron del programa de @vivicanosaok como si fuera real. Les avisé, pero ni bola 🤣
A partir de ahí, traté de escribir frases más ridículas para que se notara que era una parodia. No hubo caso, siguieron tomándolas como reales y empezaron a circular por Whatsapp. 😆
No imorta cuán pavota sea la frase, siempre hay alguien que se indigna o pregunta "¿En serio dijo eso?"
Alguien me acusó de "Tomar las frases de Manes fuera de contexto" 😂 , asi que escribí:
Continué intentando que la ridiculez intrínseca de las frases dieran una pista sobre su cualidad de parodia (además de poner "neurocoso"). Y no, no hubo caso, alguien siempre la tomó como real:
Más explícito no podía ser acá que la cosa es un chiste:
Más explícito todavía, ya no sé cómo hacer para que se note:
También tuve que aclarar que esta no es real.
Y esta también.
A partir de esta, cambié "Facundo Manes, neurocoso" por "Facundo Memes, neurocoso". Casi nadie lo notó.🤣
Aumentamos el nivel de ridiculez, pero mucha gente es inmune.
Con esta @TaricoAriel hizo un audio espectacular 🤣
Aquí va el audio:
Otra más. El cambio en el estilo es porque a veces las hago en el celular.
La última hasta ahora.
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Sé que hay buenos, responsables y cumplidores, pero en general qué tipos jodidos son los desarrolladores de software. No quiero trabajar más con desarrolladores.
Como siempre hay demanda, les importa un comino conservar al cliente o al empleador. Al otro día consiguen trabajo. Si trabajan remoto, se dan el lujo de no contestar mensajes ni llamadas. Si trabajan on site, están mandando CVs a su próximo empleador desde tu oficina.
Les parece lo más normal del mundo incumplir plazos de entrega. Siempre están por terminar, y ese "ya termino" puede durar semanas. Y uno está atrapado, sabe que mandarlo al impropio significa perder lo poco o mucho que ya hizo el tipo y empezar de nuevo con otro desconocido.
Sobre la prestigiosa revista The Lancet:
En 1998 esa revista publicó un estudio del entonces Dr Andrew Jeremy Wakefield, que relacionaba la aparición de casos de autismo con la aplicación de la vacuna triple.
Ese fue el origen del movimiento antivacunas.
Gracias a ese artículo, y al activismo del chanta de Wakefield, la tasa de vacunación cayó notablemente en Estados Unidos y se registraron brotes de sarampión, enfermedad que casi estaba erradicada.
En 2004 una investigación de un periodista del Sunday Times descubrió que Wakefield tenía intereses económicos en el asunto, porque estaba tratando de patentar una vacuna propia.