En los años 2002 y 2003 trabajé en una gran empresa de consultoría tecnológica. Fue después de dejar el tema de la representación de futbolistas en París y antes de irme a México. Me aburría mucho (y tenía que ir a trabajar en traje) pero aprendí algunas lecciones muy valiosas.
Os comparto una que recordé ayer. Un día, tuvimos una reunión para presentar una oferta a una licitación pública. Tras una acalorada discusión, se tomó una decisión sobre un tema en la que yo no estaba de acuerdo. Salí furioso de la reunión porque me parecía un grave error.
Al día siguiente, fui a ver a mi jefe y le dije, con la arrogancia de mis veintitantos años algo así como:
-Fulanito está equivocado, me parece increíble que no lo veas.
Su respuesta se me quedó grabada:
-Claro que lo veo. Pero a veces debes dejar que tu equipo cometa errores.
-Fulanito está equivocado, me parece increíble que no lo veas.
Su respuesta se me quedó grabada:
-Claro que lo veo. Pero a veces debes dejar que tu equipo cometa errores.
En aquel momento me pareció absurdo pero una década más tarde, entrenando equipos de fútbol, lo entendí. No hay aprendizaje más fuerte que el que provocan nuestros errores.
Disculpas por esta chapa que no interesa absolutamente a nadie.
Que tengáis buen día.
Disculpas por esta chapa que no interesa absolutamente a nadie.
Que tengáis buen día.
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