Ahora que quieren castrar y amaestrar —también— a los pocos hombres de campo que quedan, es momento de reivindicar la espectacular Rapa das Bestas de Sabucedo (A Estrada, Pontevedra), en la que, a lo largo de tres jornadas, se marca y se corta las crines a los caballos salvajes.
La rapa de Sabucedo destaca especialmente por haber conservado la pureza de esta tradición: en ella, los 'aloitadores', en su mayoría muy jóvenes, se enfrentan con los caballos de igual a igual, sin cuerdas ni palos, para inmovilizarlos y raparles las crines.
Como toda tradición, la rapa se transmite de padres a hijos, y supone asimilar desde niños todo un código de conducta, basado en la acción y colaboración de tres 'aloitadores': la nobleza de la lucha y el peligro que suponen constituyen una experiencia que curte cuerpo y espíritu
La rapa tiene una fuerte base religiosa: se celebra bajo la protección de San Lorenzo, a quien se encomienda el pueblo en una misa al amanecer. Después, vecinos y visitantes salen al monte a buscar los caballos y conducirlos hacia el curro, recinto de piedra donde se hará la rapa
La técnica de sujeción de los caballos es ancestral y supone la colaboración de varios mozos: uno se sube al lomo de un caballo, otro se cuelga de su cuello, el tercero le agarra del rabo y un cuarto va con las tijeras. Todo a pelo, a calzón quitado, con maña y sin arma.
Tras la rapa, se procede al marcaje, identificación, y desparasitación de la bestia. En los últimos años, a algunas yeguas se les pone un GPS. Cabe señalar que los caballos que forman parte de las manadas de los curros son de raza gallega mestiza y el caballo de pura raza gallega
Tras la rapa, los caballos son devueltos al monte. Declarada de Interés Nacional, la Rapa das Bestas de Sabucedo es la más potente, pero también se celebra en otras aldeas de Galicia, como A Capelada, San Tomé o Monte Castelo. Por muchos años y hasta que la modernidad lo prohiba.
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HILO CONTRA EL PROGRESO
Como últimamente he tenido rifirrafes con adalides del progreso, de la ciencia y de la modernidad, voy a montar un hilo sobre el asunto para insistir en lo obvio: vivimos en el Kali Yuga y el devenir humano no se desarrolla de forma lineal, sino cíclica.
Todavía hoy, todavía en esta miserable situación a la que nos ha traído el progreso ese, existen personas que siguen creyendo que la humanidad avanza hacia sus más altas cotas de perfección, que siguen creyendo que nunca se ha vivido mejor, que siguen creyendo en el [super]hombre
Todavía hay quien cree que 'juntos lo conseguiremos', quien cree en su ombligo, en la técnica y en los medios y en la democracia y hasta en todos y cada uno de los miembros del gobierno y la presunta oposición y sus respectivas y reptantes parentelas buscando piso en Alcobendas.
San Antonio de Padua (1195-1231) predicó contra los abusos sociales, mostrándose muy duro con los ricos avaros y con los usureros, a quienes tachaba de «pajarracos rapaces», «reptiles al acecho», «gentuza maldita» o «raza de ladrones que roba y despoja a los pobres indefensos».
En cuanto a ciertos leguleyos y abogados, los calificó Antonio de Padua de «sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres (...) Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias» para engañar a sus clientes.
Contra los banqueros, dijo San Antonio de Padua que «no tienen corazón en el pecho. No ven la angustia de las lágrimas. Carecen de piedad. Sus manos chorrean sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Aplastad a esos ladrones infames bajo las piedras de la maldición».