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Oct 28, 2021 39 tweets 17 min read Read on X
En California hay un pueblo congelado en el tiempo. Platos en las mesas, cuadernos en los pupitres y pianos a media canción. Todo idéntico al día en que se abandonó.

Porque es un pueblo QUE NO SE PUEDE TOCAR.

En #LaBrasaTorrijos de #Halloween, la Maldición de Bodie.

HILO 👇
A finales del verano de 1859, un pequeño grupo de buscadores de oro se internaron en el valle de Willow Creek, al norte de California.

Entre ellos se encontraba un viejo pistolero retirado en busca, nunca mejor dicho, de un futuro mejor.

Se llamaba William S. Bodey.
Allí, junto a un riachuelo sin nombre, Bodey encontró una veta de oro y plata.

California estaba inmersa en plena fiebre del oro y ellos habían ganado. Habían cambiado su suerte.

Era 30 de octubre de 1859.
Tres días después, en medio del valle, junto a ese riachuelo sin nombre, se desató una terrible tormenta de nieve.

Faltaba más de un mes para que el tiempo fuese tan frío. Era inexplicable.

Pero sucedió.
Los buscadores se refugiaron en una cueva natural pero Bodey quiso salvar todo el oro que había conseguido.

Los fardos pesaban demasiado y el viejo pistolero se quedó atrás.

Al día siguiente, encontraron su cadáver bajo la nieve y lo enterraron sin demasiado boato.
Pero antes de enterrarlo le quitaron todo su oro. Al fin y al cabo, él no iba a necesitarlo.

Lo que no sabían es que, al hacerlo, al quitarle lo que era suyo, habían desencadenado una maldición que acabaría con un pueblo que aún ni siquiera había nacido.
Pasó un año y, en vista de que la veta no se acababa, los demás buscadores fundaron un pequeño pueblo junto al riachuelo.

Lo llamaron como a su antiguo amigo, pero como nunca habían visto su nombre escrito, lo deletrearon como recordaban. Había nacido Bodie, California.
Durante las siguientes décadas, Bodie creció más o menos al calor de la minería hasta que, en 1890, un enorme filón convirtió el pueblo en una pequeña ciudad, con más de 10.000 habitantes censados (más los que no quisieran aparecer en ningún registro).
En su apogeo, Main Street de Bodie contaba con 65 saloons, 40 tiendas de comestibles y materiales, 10 sucursales bancarias, dos bandas de música, tres funerarias y una cárcel.
Cada vez llegaba más gente a Bodie y cada vez *moría* más gente en Bodie. Las peleas y los tiroteos eran frecuentes y la ciudad cogió la fama de tierra sin ley.

A sus habitantes les llamaban "The Bad Men of Bodie". Y quizá lo eran.
Y entonces llegó el incendio.
El metal precioso había comenzado a escasear y, además, aparecieron nuevas vetas en Utah y Arizona que atrajeron a la gente de Bodie, quienes fueron abandonando el pueblo poco a poco llevándose sus cosas...

...llevándose lo que pertenecía al pueblo de William S.. Bodey.
A principios de 1912, cuando ya habían cerrado la mayoría de los saloons y los comercios y solo quedaba uno de los 7 periódicos que se publicaban en la ciudad, un enorme incendio se declaró en una de las minas.

En una de las más antiguas.

Y lo arrasó todo.
Dicen las leyendas locales que los pocos habitantes que quedaban se refugiaron en la iglesia y vieron deambulando por las calles del pueblo en llamas la figura fantasmagórica de un viejo pistolero.

Y dicen que le oyeron decir: "Que os sirva de aviso. NO TOQUÉIS LO QUE ES MÍO".
A la mañana siguiente, se habían consumido todas las casa de todos lo que habían abandonado el pueblo.

Solo quedaban en pie un puñado de edificios.

Y la iglesia, de madera pero milagrosamente intacta entre el pasto negro y consumido.
Por supuesto, el folclore y la leyenda atribuyó tanto el declive como el incendio al fantasma del viejo William Bodey, al que comenzaron a llamar Wakeman "el que despierta".
Sea como fuere, la leyenda creció y creció mientras el pueblo estaba cada vez más vacío.

Se decía que todos los que se llevaban algo del pueblo al abandonarlo sufrían terribles rachas de mala suerte: divorcios, muertes de hijos recién nacidos, enfermedades terribles...
Por eso, cuando los habitantes no tenían más remedio de irse del pueblo, porque ya no había nada que hacer y nada que comer allí, dejaban las cosas exactamente igual a como estuviesen ese último día de su vida allí.

Los platos en las cocinas, los tarros en las despensas.
Los cajones de las cómodas llenos, las estufas a medio consumir, los coches como si acabasen de surcar las calles embarradas.
Bodie fue abandonado definitivamente en 1942. En 1961 fue inscrito en el Archivo Nacional de Lugares Históricos y, en 1962, se creó el Bodie State Park, con el objetivo de conservar el pueblo tal y como estaba.

Es un símbolo de los Estados Unidos de América.
Desde ese momento, se organizan visitas guiadas en las que los guardas siempre avisan de que NADIE, NUNCA, BAJO NINGÚN CONCEPTO, se lleve nada del pueblo.

Ni un plato, ni un vaso, ni una tabla, ni un clavo. Ni una roca.

Porque, si lo hacen, caerá sobre ellos la maldición.
Y, aún así, lo hacen.

Casi cada semana, a los buzones del parque llegan paquetes con objetos robados de Bodie y cartas de disculpa. Desde que fueron allí, su vida está sumida en la desgracia.

"Este clavo es de Bodie. Esto no debería haber pasado. Nada debería salir de Bodie".
A día de hoy, la visita a Bodie es como viajar a un bloque de ámbar congelado en el tiempo. Casi se puede escuchar el sermón interrumpido en la iglesia y el billar repiqueteando en el saloon.
Eso sí, hay que tener mucho cuidado de dejarlo todo tal y como está, de no tocar nada, si no queremos que nos caiga encima una maldición inexplicable.
(Un momento. ¿Seguro que es inexplicable?)
(¿No será que el tuit anterior es un plot twist?)
Efectivamente, hay un plot twist y la maldición no es inexplicable y, de hecho, no es una maldición.

En realidad, la leyenda comenzó al poco de inaugurar el Bodie State Historic Park. Y la propagaron los propios guardas para evitar las continuas vandalizaciones del pueblo.
La idea era que, con lo de la supuesta maldición del pistolero fantasma, la gente se cortase un poco de robar recuerdos del pueblo.

Porque claro, la peña se llevaba tarros, jarrones, platos, sillas y hasta un piano entero.
Eran los 60 y los 70 y la gente se encontraba en algo muy parecido al decorado de una peli del Oeste, así que decían: "Kevin, trae la bolsa que estos cacharros nos los llevamos pa casa".
Y sí, durante un tiempo, la "maldición" funcionó pero entonces llegó otra maldición más grande: la del turismo masivo e idiota.
Parece que a la gente le hace mucha gracia lo de que haya una maldición por llevarse cosas y aún más gracia lo de devolver esas cosas en paquetes. Así que hay quien no entiende lo que es el patrimonio y roba cosas solo para luego devolverlas.

Desde clavos hasta retrovisores.
Por eso, en los último años, los guardas han decidido que YA NO VAN A CONTAR LA LEYENDA DE LA MALDICIÓN.

Han concluido que hay demasiada gente irrespetuosa y que, si quieren conservar el parque, lo mejor es dejarlo tranquilamente para que el tiempo lo oxide.
Y con estas cuatro imágenes que resumen muy bien el hilo de hoy, vamos a despedirnos de Bodie, del oro, del pistolero fantasma, de los turistas tolais y de #LaBrasaTorrijos de esta semana.

Si os ha gustado, hacedme RTs, FAVs, follows o compradme un revolver Colt 45!
Si os gustan las historias como esta, me he guardado las mejores para TERRITORIOS IMPROBABLES, el libro de #LaBrasaTorrijos.

Lo podéis pedir en la librería que más os guste y también en TODOS los sitios online de este link: tap.bio/pedrotorrijos
Si no queréis perderos ningún episodio de #LaBrasaTorrijos, suscribíos a mi newsletter, para que os avise cuando haya uno nuevo: getrevue.co/profile/pedro_…

Y si queréis leer los capítulos antiguos, están
todos archivados en este hilo de hilos de hilos:
Y también podéis pasaros por mi IG, donde estoy contando historias chulas en otro formato❤️: instagram.com/p/CVfmOz-rIBj/
Las imágenes del capítulo de hoy son de:

Tahoenathan, Tom-, Thomas fanghaenel, Julie Brown, Daniel Mayer, Ashley Wood, Dennis Ariza, Alex Browne, Steve Smith, Boris Edelmann, Kanzos, JLeditor, Double Feature Films y un montón de @jcampog, a quien agradezco muchísimo la cortesía.
#LaBrasaTorrijos se escribe en directo todos los jueves desde el soleado barrio de Villaverde.

(Fin del HILO 🇺🇸🪙⚒️⛏️🏚️🏚️🏚️🤠👻)
(Y en el episodio del próximo jueves vamos a conocer a una pareja de arquitectos que, sencillamente, hacen que las personas vivan mejor).

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Oct 24
En Viena hay seis torres nazis de hormigón: colosales, indestructibles. Fueron fortalezas antiaéreas, pero hoy son acuarios o miradores.

Porque la ciudad ha entendido lo que hacer con su pasado: transformar la máquina de guerra en memoria.

Os lo cuento en #LaBrasaTorrijos 🧵⤵️
Si paseáis por Augarten, uno de los preciosoS parques al norte de Viena, enseguida os vais a encontrar, aunque no queráis, con una estructura que desafía la lógica: es la Flakturm G.

La Torre Flak G.
43 metros de diámetro, 55 de altura. Muros de hormigón de DOS METROS Y MEDIO DE ESPESOR Y UN TECHO DE TRES METROS Y MEDIO.

Una máquina de matar. Un símbolo nazi que aún sigue en pie. Image
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Oct 20
Estos son los Gasómetros de Viena, uno de los conjuntos más fascinantes de la arquitectura europea reciente. ¿Por qué? Pues porque es arquitectura industrial —y de hace un siglo— transformada en viviendas.

Son cuatro cilindros gigantes de ladrillo —setenta metros de diámetro, ojo— que fueron en su día depósitos de gas, construidos a finales del siglo XIX para alimentar la red de alumbrado público de la ciudad. Estructuras industriales, apenas utilitarias, y pensadas para desaparecer cuando el gas dejara de arder.

Pero Viena decidió no demolerlos. A finales del siglo XX, la ciudad optó por algo más inteligente y más difícil: transformar el patrimonio industrial en patrimonio habitado. Entre 1995 y 2001, cuatro arquitectos —Jean Nouvel, Coop Himmelb(l)au, Manfred Wehdorn y Wilhelm Holzbauer— intervinieron cada gasómetro para convertirlos en viviendas, residencias de estudiantes y espacios públicos.

Y el resultado es brillante. Porque aquí no solo se conserva una fachada: se recupera una memoria de la ciudad. Se demuestra que los restos industriales, tan olvidados, pueden convertirse en lugares para vivir, para estudiar, para encontrarse. Que el pasado no tiene por qué ser siempre un museo, puede ser una estructura útil.
Las viviendas —en su mayoría de alquiler asequible— se agrupan en torno a enormes patios circulares abiertos al cielo, donde la luz entra con una precisión casi teatral. En el exterior se conserva la piel de ladrillo original; dentro, todo se reinventa. Rampas, galerías metálicas, pasarelas suspendidas.

Un corazón nuevo latiendo dentro de un cuerpo antiguo.Image
El Gasómetro B, de Coop Himmelb(l)au, es el más audaz: un edificio inclinado, de acero y vidrio, que se acerca al muro histórico sin tocarlo. Apenas lo roza, como si entendiera que el respeto no consiste en quedarse quieto, sino en moverse con cuidado.
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Oct 15
Esto redondo que tengo detrás en el video no es una galería de arte ni una casa. Es, oficialmente, el país más pequeño del mundo. Se llama Kugelmugel, y está en medio del Prater de Viena. Su historia, aviso, parece una broma muy elaborada, pero es completamente real:

En los años setenta, en el otro extremo de Austria, un artista llamado Edwin Lipburger decidió construirse una casa esférica. Una bola de madera habitable, de unos veinticinco metros cuadrados, que iba a usar como estudio para sus cosas de artista (que, por lo visto, requerían mucha superficie curva).

Hasta que apareció la burocracia. Le dijeron que necesitaba licencias, permisos, sellos, tasas… y él, muy digno, contestó que no, que el arte no paga licencias. Que si Austria no lo entendía, se independizaba. Y se independizó.

Proclamó la República de Kugelmugel —que significa algo así como “la bola en la colina”—, y se declaró soberano. Diseñó una bandera (la austríaca, pero con los colores del revés), escudo propio, incluso sellos.

Austria, en un nada inesperado giro, no lo reconoció. Le cayeron diez meses de cárcel, aunque luego lo indultaron porque todo el asunto se había vuelto demasiado absurdo hasta para los austríacos.
Eso sí, Lipburger accedio al indulto (tócate las narices) con una condición: él cedía la bola, pero esta debía convertirse en galería de arte.

Y así, la Kugelmugel fue trasladada al Prater, con una última exigencia del artista: que su dirección oficial no fuera de Viena, sino de la Antifaschismusplatz, la Plaza del Antifascismo. El Ayuntamiento, probablemente ya un poco hasta las narices de todo, accedió.
Hoy sigue ahí, una esfera de madera rodeada de árboles y turistas, a pocos metros de la noria de "El Tercer Hombre".

Un país de un solo habitante que decidió que, si el mundo era cuadrado, lo más revolucionario era construirse una casa redonda.
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Oct 10
En 1915, una mujer le pidió a su marido que le comprase unas cortinas.

—Cariño, ¿traes lo que te pedí?
—No, pero he comprado otra cosa: un círculo de piedras que, por cierto, es el monumento más famoso de Inglaterra.

En #LaBrasaTorrijos, el tipo que regaló Stonehenge.

🧵⤵️
Ah, Stonehenge.

Lugar de mitos, de leyendas.

De reencontrarse con los dioses arcanos, con el poder sanador del sol y la luna, con los misterios de civilizaciones antediluvianas... Image
..y también con hostias de la policía, por cierto. Image
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Oct 7
En este video estoy en Viena, en la Michaelerplatz, y este edificio que tengo detrás es donde empezó todo. Aquí nació la arquitectura moderna.

Se terminó en 1909, hace más de un siglo, y es obra de Adolf Loos. Lo verdaderamente revolucionario no era su forma ni su función, sino su ausencia: fue el primer edificio del mundo sin decoración. Nada de molduras, guirnaldas, relieves o florituras. Solo piedra, proporción y ventanas.

Hoy se lo conoce como la Looshaus, la “Casa de Loos”, y tiene el más alto grado de protección patrimonial en Austria —y, siendo honestos, debería tenerlo en el planeta entero—. Pero en su momento fue detestado. Lo llamaron “un montón de estiércol”. El emperador Francisco José, que vivía justo enfrente, decía que era tan feo que prefería correr las cortinas para no tener que verlo desde el Hofburg.
Y algo de razón tenía si uno lo mira con ojos de su tiempo. En 1911, cuando se inauguró, las ventanas eran simples huecos rectangulares en una fachada completamente desnuda. Ni jardineras ni adornos. Nada. La ciudad de Viena obligó a Loos a añadir “algo”, lo que fuera, y él accedió con ironía: colocó unas jardineras con flores, que aún hoy sobreviven ahí arriba como una especie de concesión sarcástica al gusto burgués.
Abajo, en cambio, sí hay ornamento. La planta baja —entonces un banco, hoy una joyería— está revestida de mármol verde y tiene columnas dóricas. Loos lo hizo deliberadamente: quería marcar el contraste. La parte baja, ligada al espacio público, podía dialogar con la tradición; la superior, dedicada a la vida doméstica, debía ser limpia, racional, sin artificio.

De esa tensión —entre lo clásico y lo moderno, entre la plaza decorada y la vivienda desnuda— surgió uno de los textos fundacionales de la modernidad: “Ornamento y delito”, el ensayo en el que Loos proclama que el adorno es una forma de atraso moral. Desde aquí, desde este edificio que un emperador consideró insoportable, empezó el siglo XX arquitectónico.
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Oct 3
En la costa chilena hay un lugar donde la gente no se cambia de casa. MUEVE LA CASA DE SITIO.
Y la mueve tirada por bueyes, por tractores y hasta por barcos.

Pero no es solo eso. Es la expresión del lazo de una comunidad.

En #LaBrasaTorrijos, la minga de Chiloé.
🧵⤵️ Image
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En 1993, el cineasta colombiano Sergio Cabrera estrenó uno de los filmes más interesantes, más combativos y también más divertidos de la década: "La estrategia del caracol" Image
"La estrategia del caracol" es una dramedia que cuenta la historia de unos inquilinos que se rebelan contra su casero de una manera tan divertida como inverosimil: cambian de sitio el edificio donde viven y dejan apenas un trampantojo. Image
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