A veces, en los lugares más horribles del mundo, emergen historias llenas de bondad. Quizá por eso me interesan tanto, porque equilibran un poco todo el mal que las rodea.
Y si hay que hablar de lugares horribles e historias de bondad en mi cabeza emerge un nombre: Bergen-Belsen.
Si alguien no conoce Bergen-Belsen, solo diré que era el infierno dentro de los infiernos. El campo de concentración donde murió Anna Frank.
Como no quiero ahondar en la maldad de este lugar, os dejaré solamente esta frase Michel Bentine,uno de los soldados británicos lo liberó:
“Se han escrito millones de palabras sobre estos campos del horror, muchas de ellas por presos de esos lugares increíbles. He intentado, sin éxito, describirlo desde mi propio punto de vista, pero las palabras no llegan.
Para mí, Belsen fue la máxima blasfemia.”
Pero dejemos el horror a un lado y vayamos con la bondad.
En este caso la bondad tiene nombre y apellidos: Marcelle Nordmann-Christophe.
Esta mujer que sostiene a su hija.
Marcelle era la mujer de un teniente francés, perteneciente a una familia judía (no practicante) francesa de clase alta.
Gente pensó que jamás acabaría en un barracón de un campo de concentración… pero por desgracia acabaron allí.
Marcelle y su hija, Francine, llegaron a Bergen-Belsen en 1944 como“judías de intercambio”.
Su marido, Robert, había sido tomado como prisionero, al ser un alto rango, podía ser intercambiado por otro alto rango Nazi.
Francine, solo tenía 11 años, pero sus recuerdos permanecen frescos:
“Un camp n'est jamais silencieux, jamais” describe en sus memorias.
Otro recuerdo que le sorprende aún es su primera cena en Bergen-Belsen:
“El primer día no pude probar la sopa, días después la tomé encantada. Esa era la fuerza de los alemanes, mantenernos ignorantes de lo que estaba por venir”.
Lo que estaba por venir era el hambre, frío, tifus, histeria… Como ya os he dicho, el infierno dentro de los infiernos.
Y en medio de ese horror… Dos onzas de chocolate.
Dos onzas de chocolate que Marcelle había conseguido guardar del anterior campo de prisionera de guerras.
Dos onzas de chocolate que significaban esperanza.
Dos onzas de chocolate que reservaba para su hija.
Dos onzas de chocolate para salvarla de la muerte, si era el caso.
Sin embargo, Francine nunca llegó a probar ni una onza de aquel chocolate.
A finales del año 44 llegó Hélène a Bergen-Belsen, una mujer embaraza de casi nueve meses.
Estaba muy flaca y nadie sabía si aguantaría hasta el día del parto.
Pero el día del parto llegó.
Marcelle, junto a otras prisioneras, acudió a ayudar.
Pero antes tuvo una conversación con su hija:
- ¿Te acuerdas de las dos onzas de chocolate?
- Sí, mamá.
- ¿Cómo te encuentras?
- Bien.
- Entonces, si no te importa, voy a darle el chocolate a nuestra amiga Hélène, porque pariendo aquí, podría morir. Y si le doy el chocolate… quizás ayude.
- Sí, mamá, cógelo.
Y no sé si sería el chocolate o la ayuda de aquellas mujeres, pero el bebé nació. Flaco, flaquito, a penas 1.5 kilos. Pero sano.
Al bebé le pusieron de nombre Yvonne, Yvonne Salomon.
Según contaba su madre, Hélène, Yvonne nunca lloró en Bergen-Belsen. Su madre siempre la tuvo escondida entre sus ropas. La niña nunca hizo ni el más mínimo ruido.
Bueno, esto no es del todo cierto, hubo un día que sí lloró.
El 15 de abril de 1945.
El día de la liberación de Bergen-Belsen.
Seis meses después de su nacimiento pudo llorar en libertad.
Y la historia podría quedar aquí. Podría contaros como las dos madres volvieron a casa con sus hijas. Como, a pesar de los traumas se rehicieron. Como la vida se abre paso a pesar de todo.
Sin embargo, esta historia no acaba aquí, porque la bondad siempre encuentra la manera de devolvernos lo que le damos.
Pero, el final... prefiero os lo cuente otra persona:
Una narradora maravillosa:
Francine, la niña que no probó aquel chocolate, la hija de Marcelle y la abuela que, ahora, visita Bergen-Belsen con colegios e institutos para que no se pierda la memoria.
Podéis verlo sin audio, porque está subtitulado... pero la emoción con la que lo cuenta se merece que encendáis los altavoces.
Acabo de volver a ver el vídeo y necesito unos segundos para seguir escribiendo.
Supongo que vosotros también.
Aquí una foto de las dos reunidas:
Yvonne y Francine…
y un poco de Marcelle y Hélène.
Esta entrevista forma parte de una serie documental creada por Naciones Unidas para intentar indagar en la naturaleza humana.
Se llama Human y no hace falta que lo busquéis en ninguna plataforma, están todos los testimonios en Youtube.
A lo largo del fin de semana iré subiendo entrevistas de la serie que también me han parecido maravillosas.
Espero que os haya conmovido tanto como a mí. Hacía mucho que no lloraba escribiendo un hilo.
Por supuesto, se aceptan retuits,likes y onzas de chocolates virtuales...Hoy me encuentro un poco bajito. Así cualquier cosa se agradece.
Si no sabéis quién soy y no habéis leído nunca ninguno de mis hilos, aquí podéis encontrarlos: linktr.ee/Yosoycorra
Y como ya es tradición.
Para empezar el fin de semana: El cerdo feliz.
Hasta el próximo viernes.
Por cierto número 1:
Aunque no sé si es un por cierto, o un...¿Pero qué cabeza tienes Jorge Corrales? Se me ha olvidado poneros al link a la entrevista de Francine. Ahí va. Aunque no cuenta nada que no esté en el hilo, merece la pena por cómo lo cuenta:
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