La envidia esta detrás de los acuerdos perder-perder
HILO
Escribo sobre la envidia porque he observado el gran poder destructor de este pecado capital. He detectado que se toman muchas y malas decisiones bajo su influencia y no debería ser así.
HILO
Escribo sobre la envidia porque he observado el gran poder destructor de este pecado capital. He detectado que se toman muchas y malas decisiones bajo su influencia y no debería ser así.
Los siete pecados capitales fueron enunciados por el papa Gregorio Magno (siglo vi) y los estudió ampliamente santo Tomás de Aquino. Esos vicios reciben el calificativo de “capitales” porque se consideran el origen de otros muchos pecados; son una fuente de desgracias.
La virtud que se opone a la envidia es la caridad, que es la gran virtud.
Deus caritas est, es la primera encíclica de Benedicto XVI. “Dios es caridad”: Dios es amor. Caridad es desear y hacer siempre el bien al prójimo. Que para enfrentarse a la envidia debamos recurrir a la caridad nos alumbra sobre la magnitud del reto.
El filósofo José Antonio Marina considera la envidia una pasión. Y pasión se define como “sentimientos intensos, vehementes, tendenciales, con un influjo poderoso sobre el individuo”.
Es, efectivamente, un sentimiento destructivo que a muchas personas les resulta difícil gestionar e incluso dominar. Caín mato a su hermano Abel por envidia.
La envidia es una característica intrínseca de un destroyer (destructor). El envidioso piensa que si una idea no es suya no debería triunfar, ya que otra persona se llevará una medalla y se produciría un reequilibrio de poder, que le perjudicaría.
La Real Academia Española define la envidia como una tristeza o pesar por el bien ajeno, es inaudito que se llegue a preferir el mal de todos antes que reconocer el mérito de un tercero.
Ya dijo Napoleón que la envidia es una declaración de inferioridad.
Borges dice: “El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: “Es envidiable”. ¡Cómo nos describe el lenguaje que utilizamos! Los neurolingüistas tienen un gran futuro.
Si Borges tiene razón, y me parece que sí, nos enfrentamos a un entramado de mediocridad.
Sin duda, la envidia está detrás de los acuerdos perder-perder: “Ni para mí ni para ti; que lo partan en dos”. Esa es la terrible frase que pronuncia la mujer que intentaba robar un bebé.
El sabio rey Salomón resuelve el contencioso sobre la maternidad de un niño provocando un acuerdo perder-perder: “Partid por el medio al niño vivo y dad la mitad de él a la una y la otra mitad a la otra”.
La renuncia al acuerdo de la verdadera madre y la aceptación del mismo por parte de la falsa le permiten al rey resolver el dilema.
La falsa madre, dominada por la envida, prefiere la muerte de otro niño. El suyo había fallecido y no puede soportar la felicidad de otra madre, así que no le importa que todos pierdan: si yo no puedo tener el mío, tú tampoco tendrás el tuyo.
A la guerra y a romperlo todo. Muchos de nuestros políticos piensan: como no mando yo, cuanto peor, mejor. Así nos va: en vez de aprender de la historia nos empecinamos en repetirla.
No podemos trabajar obviando la envidia. Hay que evitar que se introduzca en un proyecto, en una organización, en una sociedad.
La discreción es una buena estrategia para enfrentarse a la envidia destructiva y a la mediocridad. Es recomendable procurar no despertarla, no provocarla.
Cualquier sugerencia sobre cómo, si no evitarla, al menos gestionarla será muy bien recibida, porque este asunto es una gran barrera para avanzar.
Necesitamos menos competición y más cooperación, menos envidia y más admiración por el éxito y la aportación de los demás, que esperamos sepan compartir.
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