Ni Keops hizo una pirámide, ni Felipe II construyó El Escorial, ni Alfonso X escribió todos esos libros. Pero es que quizá algunos de ellos tampoco pretendieron hacernos creer eso nunca.
Mira, mejor nos explicamos
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A menudo empleamos expresiones como “Ramsés II construyó el templo de Abu Simbel”, aunque obviamente no lo hiciera con sus propias manos ni fuera un proyecto propio.
Se trata de licencias que nos permitimos para hacer más sencillo y comprensible el discurso.
Esto, que es una obviedad, conviene recordar que invisibiliza el trabajo de decenas, centenares o millares de personas que sí que proyectaron, diseñaron y participaron en la elaboración de construcciones, monumentos, obras literarias, películas, etc.
Así, otorgamos todo el mérito a una única persona.
Sin embargo, algunos de esos mismos “protagonistas” trataron de evitar que cayésemos en ese error. Y uno de los ejemplos más bonitos es el rey Alfonso X.
A Alfonso X se atribuye una enorme cantidad de obras de distinta naturaleza: musical, narrativa, poética, jurídica, histórica, científica,...
Aunque obviamente en la mayoría de casos, el rey había participado de forma somera en la elaboración de la obra. Y no lo ocultaba.
En el capítulo XXIII de la 'General Estoria', se explica lo siguiente: «el rey hace un libro, no por que él escriba con sus manos, mas porque compone sus razones y las enmienda y guía y endereza, y muestra la manera de cómo se deben hacer, y de sí escribe las que él manda...
...pero decimos por esta razón que el rey hace el libro. Así, como cuando decimos: el rey hace un palacio o alguna obra, no se dice porque lo hiciese con sus manos, sino porque lo mandó hacer y dio las cosas necesarias para ello».
Las obras de Alfonso X, como en tantos otros casos, no eran obra del rey, sino el resultado del esfuerzo colectivo de algunos de los mejores intelectuales de su época, y así se reflejó en las propias obras.
Parecerá una tontería, pero a nosotros nos resulta muy bonito😊
Esto y mucho más en nuestras dos últimas obras (¡una de ellas es gratuita!):
¿Harto de que los progres quieran CAMBIAR la Historia?
Reconquista, moros, descubrimiento, tribu...
¿Ya no se pueden usar las palabras que SIEMPRE se han usado?
Este es tu hilo 👇
En los últimos tiempos parece que la historia está cambiando mucho.
O más bien parece que la están cambiando. En redes sociales, librerías e incluso en televisión salen “historiadores” que cambian la historia de toda la vida.
Y eso no puede ser. Siempre ha sido de una manera concreta, y ahora vienen a cambiarlo por aquello de la corrección política, la neolengua y los lobbies. Ahora todo es que si las mujeres esto o los lgtb lo otro.
Tonterías. La historia es como es, no se puede cambiar.
A mediados del siglo XIX miles de chinos migraron a los Estados Unidos para lograr también el “sueño americano”, sin embargo, un asesinato y una de las sentencias judiciales más racistas que hayan existido truncaron sus deseos.
Os contamos su historia:
🇨🇳🗽¡HILO!🧵🇺🇸
Para poner algo de contexto viajamos hasta 1848, cuando tocó a su fin la guerra que enfrentó a México y los Estados Unidos a favor de estos últimos.
A través del Tratado de Guadalupe Hidalgo, México cedió California a los EEUU, y solo dos años después se convirtió en un Estado.
Pero no abandonemos aun 1848, porque ese año ocurrió algo que explica en parte el interés de Estados Unidos por esa región: se descubrieron grandes filones de oro.
Te has imaginado muchas veces a Vlad Tepes como vampiro, pero nunca te lo has imaginado como todo lo contrario.
Atención que viene una historia de ángeles, poetas, legiones infernales y, por supuesto, vampiros.
La historia de VLAD TEPES, CAZADOR DE VAMPIROS 👇
En 1875, doce años antes de que se publicase «Drácula», de Bram Stoker, se publicó un poema en Rumanía.
Su título era «Tiganiada» que, traducido a veces como Gitanomaquia, llevaba a confusión, porque se trataba de un poema épico centrado en la figura de Vlad Tepes.
Pese a su publicación en 1875, en realidad se escribió a finales del siglo XVIII, mucho antes de que Stoker pusiese un pie en este mundo.
El autor de Tiganiada fue Ioan Budai-Deleanu, un filólogo, historiador y poeta rumano nacido en 1760 en el oeste de Transilvania.