Thread by @MESA_MH_LATINA

#TalDíaComoHoy El 8 de enero de 1980, una joven de 19 años, Ana Teresa Barrueta fue asaltada a unos 200 m. de su casa, en el barrio de Sangroniz (Lujúa), a 12 km de Bilbao cuando volvía a su domicilio tras asistir a clases de perfeccionamiento de euskera en una ikastola⬇️⬇️

de Sondica. Su cuerpo fue descubierto a las 10 de la mañana en un zarzal por unos vecinos de la víctima. Estaba desnuda, presentaba signos de violencia y abusos sexuales. Había sido violada, salvajemente torturada y asesinada. Las ropas habían sido desperdigadas por los
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alrededores y en el cadáver se apreciaban varias cuchilladas y señales de malos tratos con signos de haber forcejeado con sus agresores, 3 hombres.
Ana Barroeta trabajaba en el servicio doméstico. El martes, como todos los días laborables, acudió a clase.
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Al salir de la ikastola, sobre las 9 de la noche, tomó el autobús que le dejaba junto a un camino por el que se dirigía hasta el caserío familiar. En ese trayecto fue asaltada por sus agresores. Su madre fue contundente: «Lo sucedido a mi hija no se le deseo ni a un animal».
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Su muerte la reivindicó los GAE, Grupos Armados Españoles, una organización terrorista franquista que actuó en el País Vasco durante la transición. Un colaborador policial, Rogelio González Merino, detalló las conexiones policiales del Batallón Vasco Español (BVE)
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con los GAE, Fuerza Nueva y la Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista). Ninguno de los asesinos fue procesado. Este mismo grupo llevó a cabo una matanza de grandes dimensiones, 10 días después en Alonsotegi, al colocar un artefacto en el bar Aldana provocando 4 muertos
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y 10 heridos. «Luchamos por la unidad de España», señalaron en el comunicado leído a un diario.
La Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco de 2010 comunicó que los GAE, BVE, y la Triple A, eran grupos de extrema derecha «que actuaban con un importante nivel
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de tolerancia, cuando no de complicidad con sectores de los aparatos policiales y represivos del estado español. Grupos de extrema derecha y de las fuerzas de seguridad del Estado, aún pendientes de democratizar, sembraron el terror en sectores sociopolíticos vascos,
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normalmente de la izquierda y nacionalistas. Los 74 actos terroristas de estos grupos, además de provocar importantes daños materiales y personales, causaron 66 víctimas mortales entre 1975 y 1990, 6 de ellos fueron realizados por los GAE. Pero solo en 33 casos se abrieron
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diligencias judiciales, de los que solo 17 acabaron con una sentencia firme.
Casi la totalidad de las manifestaciones por las numerosas agresiones sexuales perpetradas por elementos de extrema derecha, fueron reprimidas violentamente por las fuerzas de seguridad españolas,
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provocando heridos. Tras la muerte de Ana Teresa Barrueta, una joven de Bilbao estuvo en coma a consecuencia del ensañamiento de la carga policial. Ante la falta de resultados por la guardia civil sobre la muerte de Ana Teresa, se creó una Comisión de Investigación
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Popular que, de inmediato, fue amedrentada. La abogada feminista Ana Ereño, una de las participantes de la Comisión sufrió un allanamiento de morada en su domicilio del Casco Viejo de Bilbao, y apareció una pintada amenazante «Marxista. Cerda. Te vamos a violar», firmado por
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Fuerza Nueva.
Unos meses después, la joven de 16 años Maria José Bravo fue violada y asesinada por el BVE. Su compañero, Javi Rueda, resultó herido de gravedad.
Aquellas agresiones sexuales quedaron impunes, a pesar de que sus autores fueron, a veces, identificados.
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El manto de la impunidad, las amenazas, intimidaciones, provocaron que las víctimas del tardofranquismo callaran su tragedia. Las denuncias fueron únicamente la parte superior de un iceberg que hoy sigue ocultando su porción más gruesa.
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Actualmente el nombre de Ana Teresa Barrueta aparece en el listado del Informe realizado por el Gobierno Vasco sobre víctimas de Vulneraciones de Derechos Humanos derivados de Violencia de Motivación Política.