Un día como hoy, 33 años atrás, aconteció uno de los mayores escándalos de la historia de la cultura popular.
El 3 de marzo de 1989, Madonna tocó las puertas del mismísimo Vaticano con Like A Prayer, y denunció el racismo estructural danzando entre cruces en llamas.
Abro hilo.
Like A Prayer, el cuarto álbum de estudio de Madonna, es un manifiesto de feminidad pop de proporciones bíblicas: fue el período de su trayectoria que culminó su transición hacia la madurez artística en toda regla, para cuya consecución su sencillo homónimo resultó crucial.
Like A Prayer, su primer corte promocional, inauguró su campaña por todo lo alto: una composición pop inaudita, un acompañamiento visual polémico, un trasfondo palpablemente erótico y, por consecuencia, un escándalo entre círculos conservadores de la sociedad internacional.
A sabiendas de la envergadura de sus aspiraciones, Madonna firmó un contrato publicitario con Pepsi, cuyo valor ascendió a 5 millones de dólares.
El anuncio en cuestión fue visto por 250 millones de espectadores, pero también desencadenó rígidas críticas en numerosos sectores.
Dicho spot mostraba imágenes que podían asociarse con suma facilidad a algunas de las escenas contenidas en su vídeo musical y, a raíz de la controversia, se instó a un boicot de los productos de Pepsi, que derivó en que la compañía retirase el anuncio.
A la crisis de reputación que estaba enfrentando el grupo Pepsi (que repercutía sobre numerosas franquicias, tales como Taco Bell) se sumaron las peticiones del Papa Juan Pablo II, quien instó a que Italia rechazase las producciones artísticas de Madonna.
La controversia también provino de agrupaciones tradicionales estadounidenses, si bien la retirada del anunció no impidió que Madonna obtuviese aquellos 5 millones de dólares de Pepsi, ni tampoco que Like A Prayer se convirtiese en un éxito rotundo.
Like A Prayer deslumbró por igual al público y a la crítica gracias a su espléndida combinación de unas firmes guitarras (¡obra de Prince!), la acertada integración de un órgano, una percusión irresistible y un coro de góspel épico. Un éter sin precedentes en la historia del pop.
Como toda obra maestra que la industria fonográfica engendrase para la cultura popular de masas, su disposición visual debía configurarse acorde a las expectativas depositadas.
Tres décadas más tarde, Like A Prayer continúa siendo el vídeo más controvertido jamás publicado.
Like A Prayer narra el proceso introspectivo posterior a la atestiguación de un crimen sobre el cual Madonna, a posteriori, testificará ante la policía.
El desarrollo de sus secuencias, eso sí, destaca por renunciar a los mandatos del orden cronológico.
Madonna se adentra en una pequeña iglesia, en la que comienza a reflexionar sobre el asesinato que acaba de presenciar, en la cual figura una imagen de un santo negro -aspecto qué alentó la polémica-, que guarda relación con el crimen acaecido previamente.
La víctima del homicidio es una mujer, quien fallece a manos de miembros del Ku Klux Klan. Cuando un hombre negro asiste a socorrerla, es arrestado por la policía. Este hecho, mismamente, es el desencadenante de la crítica antirracista de Like A Prayer.
El Ku Klux Klan es una agrupación supremacista blanca estadounidense que acostumbraba, entre otros rituales, a la quema de cruces.
Es por ello por lo que Madonna interpreta las estrofas de la canción entre ellas: pese a los progresos sociales, la discriminación racial persiste.
Las imágenes de Madonna entre cruces ardientes simbolizan la transgresión absoluta de la cultura popular en pos de su significación política y supone, con alta probabilidad, el manifiesto antirracista más sagaz que jamás haya ideado una artista pop blanca.
Tras una introspección litúrgica, que vincula la noción de experiencia religiosa con el éxtasis sexual, el falso sospechoso es liberado.
Se incorporan, además, secuencias de una relación interracial, que eran retratadas escasamente durante aquella época.
El componente carnal de Like A Prayer, tan sutil como para no incurrir en la irreverencia gratuita (sino, más bien, en una dualidad poco decorosa) se evidencia, por ejemplo, en esta remezcla, que pregunta (con sutileza) si Dios contempla ciertos actos.
Sus presentaciones en directo también acentuaban los escuetos límites conceptuales entre la plenitud generada por el encuentro con Dios y el clímax de una relación sexual. Así lo evidencia su frenético número para el icónico Blond Ambition Tour.
Así, Like A Prayer exhibe con enmascaramiento el fingido velo de puritanismo que caracteriza a la sociedad estadounidense. En el plano compositivo, de hecho, llega a crear un paralelismo entre la felación y el rezo: “Estoy arrodillada, y quiero llevarte hasta allí”.
Su profundidad sonora y su impacto cultural es tal que, al contrario que otros de sus clásicos de la década de los ochenta -que han sido omitidos en infinitas ocasiones-, Like A Prayer ha formado parte del repertorio de la gran mayoría de giras de Madonna.
Sin ir más lejos, fue el tema escogido para el cierre de su espectáculo de medio tiempo de la Super Bowl, que tuvo lugar en el año 2012.
Su acompañante fue CeeLo Green y, de no haber sido por su cirugía vocal, quizás habríamos podido presenciar un dueto entre Madonna y Adele.
Por incontables méritos, Like A Prayer subsiste en el imaginario colectivo como el himno por excelencia de Madonna; si bien cuesta imaginar qué otra pista en la historia del pop ostenta su grado de grandiosidad. ¡Ni siquiera Vogue, pese a su magnificencia!
Like A Prayer cristaliza las implicaciones sociopolíticas que la cultura pop puede imbuir, es un hito de la secularización de la música contemporánea y, además, uno de los episodios más disruptivos de la historia del feminismo inmortalizado en la esfera artística.
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Hoy se cumplen diez años desde que Madonna sirvió excelencia electropop, un despliegue homoerótico-festivo de corte religioso, y una coreografía de infarto a la edad de 53 años.
Aquel 2012 subestimó injustamente el espectáculo EDM de Girl Gone Wild.
El 2 de marzo del 2012, Girl Gone Wild se editó como el segundo sencillo extraído de MDNA, su duodécimo álbum de estudio.
Al contrario que Give Me All Your Luvin’, encuadrada en el dance y con leves influencias disco, Girl Gone Wild se encomendaba al electro, así como al techno.
El 26 de febrero del 2016, Charli XCX pisó el acelerador del futurismo, y anticipó una corriente explosiva de pop de vanguardia.
Vroom Vroom, a pesar de ser un EP que apenas sobrepasa los 10 minutos de duración, sintetiza a la perfección su propuesta innovadora.
Una de las artífices de su producción avant-garde fue Sophie, quien falleció en el año 2021, y que se encargó de encauzar la identidad artística de Charli XCX a un plano sonoro menos convencional, trasladado a las fronteras más experimentales entre el pop y la electrónica.
El giro que efectuó la artista británica desde su proyecto predecesor, Sucker (2014), se definía por la excesiva fortaleza del sintetizador, que resultaba especialmente palpable en el corte homónimo, Vroom Vroom: una absoluta bomba de relojería.
Hay una línea delgada entre tener una opinión no favorable hacia aquellos temas publicados de MOTOMAMI, y desmerecer a Rosalía mediante acusaciones y clichés misóginos, sencillamente por no conectar musicalmente con la etapa artística en la que se encuentra.
En mitad del aluvión de críticas está gestándose una narrativa de condescendencia -eminentemente machista- en la que, incluso, se atribuye el giro compositivo de MOTOMAMI con respecto de El Mal Querer a la presunta monopolización de C. Tangana como letrista en este último.
Ni siquiera es cuestión de hacer hincapié en las comparaciones apropiadas. Por inverosímil que resulte, MOTOMAMI se halla respaldado por un deseo de realización artística mucho más genuino y auténtico que El Mal Querer, pese a lo que sus respectivos contenidos aparenten albergar.
El 22 de febrero de 1998, Madonna se postuló como la gran artífice de la popularización de la música electrónica, mediante un retrato de maternidad y espiritualidad.
24 años más tarde, Ray Of Light supone la obra maestra definitiva de la historia del pop femenino.
Abro hilo.
El nacimiento de Lourdes León -más conocida como Lola- tuvo lugar el 14 de octubre del año 1996. Poco después del parto, Madonna comenzó a involucrarse en la gestación de su séptimo álbum de estudio, que acarreó su proceso de grabación más longevo hasta aquel entonces.
Ray Of Light desembocó en el cese del silencio artístico más prolongado de su discografía, tras su incursión en los dominios del R&B por medio de Bedtime Stories (1994); si bien su reputación se había incrementado en 1996, gracias a su papel protagónico para la película de Evita.
El 20 de octubre de 1992, Madonna editó Erotica, e introdujo un cambio de paradigma con respecto del rol de la mujer en la industria musical.
Su 29º aniversario contribuye a tomar conciencia de hasta qué punto las reglas del juego habían cambiado para siempre. Abro hilo.
Erotica trajo consigo el primer fracaso de Madonna. Seis millones de copias no es una cifra baladí, pero Vogue se había consagrado como el himno absoluto del año 1990, y The Immaculate Collection, su último recopilatorio, había logrado comercializar más de 30 millones de copias.
¿Cuáles fueron los desencadenantes de su rendimiento comercial tan pobre? Sin duda, su tonalidad sexual desempeñó un papel relevante, pero el elemento más influyente fue Sex: el libro con fotografías de Steven Meisel en el que Madonna relataba sus fantasías y vivencias sexuales.