Los guerrilleros ANTIFASCISTAS, Gloria Magdalena Suárez, Maximiliano Cuetos Alonso, Bartolomé López Medina, y el colaborador Juan Mª Medina Hernández, fueron asesinados por la guardia civil franquista en Sevilla, en 1952
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Gloria Magdalena Suárez, “Isabelita” nació en La Brañeta, Laviana (Asturias) en 1922. Cuando su hermano Juan se incorporó a la guerrilla antifascista, Gloria desarrolló su actividad contra la dictadura funcionando como enlace en la guerrilla de su hermano. ⬇️⬇️
Elementos franquistas la persiguieron, detuvieron, y en varias ocasiones la pegaron e incluso violaron. Gloria consiguió escapar con su novio Maximiliano Cuetos Alonso «alias Larido», y en el año 1948 se echaron juntos a la sierra. La pareja ya no abandonó las armas.
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Maximiliano Cuetos Alonso nació en Carabeo (Asturias) en 1925. Poco después de establecer relaciones con Gloria Magdalena Suárez, sufrió torturas en el cuartel de la guardia civil. A finales del otoño de 1949 consiguió echarse al monte para incorporarse a la guerrilla de ⬇️⬇️
Agustín Llaneza, “el Gitano”.
Bartolomé López Medina nació en Jimena (Jaén) en 1916. Estaba afiliado a la UGT y durante la guerra al PCE. Exiliado en Francia desde 1939, en otoño de 1947 regresó a España clandestinamente para incorporarse a la guerrilla asturiana donde era ⬇️⬇️
conocido como “Pedro el Andaluz”. Mandó una de las partidas del grupo que lideraba Agustín Llaneza.
Gloria, Maximiliano y Bartolomé decidieron trasladarse a Sevilla tratando de eludir el cerco policial que se había estrechado en torno suyo tras la muerte de Juan Magdalena a ⬇️⬇️
mediados de agosto de 1951, y el fallido intento de Bartolomé López Medina de pasar a Francia poco después, resultando herido aunque no de gravedad.
El 15 de noviembre de 1951, un taxi dejó en el portal n.º 66 de la calle Canal, en la barriada del Cerro del Águila de ⬇️⬇️
Sevilla, a los tres, que habían llegado horas antes a la capital hispalense en un tren procedente de Madrid.
En la vivienda vivían Francisca López Segura, hermana de padre de Bartolomé, su esposo, Juan Mª Medina Hernández (empleado municipal de Parques y Jardines) y su hija ⬇️⬇️
María, además de la también hermana de Bartolomé, Ana María López Medina y su anciana tía María Manuela López Viedma.
El 25 de diciembre Maximiliano Cuetos amenazó con una pistola a un paisano algo bebido, sargento del ejército franquista, que molestaba a Gloria, un amigo ⬇️⬇️
del fascista los siguió hasta la casa del Cerro del Águila; los guerrilleros detectaron el seguimiento y abandonaron inmediatamente dicho domicilio. Rehabilitaron una vieja vivienda en la calle José Valero, y allí se trasladaron junto a Juan Mª, su esposa e hija, en febrero ⬇️⬇️
de 1952.
La guardia civil de Sevilla ya andaba tras sus huellas. El 22 de marzo 15 guardias rodearon la vivienda. El operativo arrancó a las 15,00, a los 30 minutos todo había terminado. En el suelo de la casa yacían los cuerpos sin vida de Juan Mª Medina Hernández y de ⬇️⬇️
los tres guerrilleros.
Bartolomé López Medina presentaba cuatro heridas de bala en tronco y extremidades, «con orificios de entrada de atrás hacia adelante».
Fue inhumado, al igual que sus compañeros, en la fosa común de «Los Disidentes» del cementerio sevillano. ⬇️⬇️
Maximiliano Cuetos Alonso murió por tres heridas de bala en la cabeza.
Gloria Magdalena Suárez tenía dos balazos en el pecho y otros dos en la cabeza.
📝: SBHAC. El Rastro del Águila. Todos los Nombres (José Antonio Jiménez Cubero
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#TalDiaComoHoy un 29 de marzo de 1956, Juan Carlos, con 18 años, mató de un disparo a su hermano Alfonso de 14.
Disparó con un revólver de calibre 22. Eran los hijos de Juan de Borbón y de María de las Mercedes de Borbón. Alfonso era uno de los potenciales herederos ⬇️⬇️
de la dinastía real Española. Alfonso era el preferido de la familia, divertido, inteligente y más simpático que su hermano.
El 29 de marzo, jueves santo, después de una misa en la iglesia de San Antonio de Estoril, la familia regresó a casa. «A las 8,30 de la noche, ⬇️⬇️
el coche del médico de la familia, el doctor Joaquín Abreu, paró a las puertas de Villa Giralda«. Según se supo, habían estado en el cuarto de juegos, en el primer piso de la casa, entretenidos en tirar al blanco (unas farolas) con un pequeño revólver. ⬇️⬇️
#MiguelHernández fallecia en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942 #TalDíaComoHoy, con tan sólo treinta y un años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo V. Aleixandre compuso un poema.⬇️⬇️
Miguel Abad Miró formó parte del reducido séquito fúnebre q, con la viuda, acompañó los restos mortales del poeta hasta el cementerio y corrió con los gastos del enterramiento.
Fue enterrado el 30 de marzo, en el nicho núm 1009 del cementerio de Nª Sra del Remedio de Alicante⬇️⬇️
En abril de 1939, recién concluida la guerra, se había terminado de imprimir en Valencia El hombre acecha. Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista presidida por el filólogo Joaquín de Entrambasaguas, ordenó la destrucción completa de la edición.
Sin embargo, ⬇️⬇️
Faltaban cuatro días para el final de la Guerra Civil. El Stanbrook, un buque carbonero británico de 1.500 toneladas, había fondeado en Alicante con la orden de cargar naranjas y azafrán.
En la explanada del puerto bullía una multitud agotada después de tres años de combate,⬇️⬇️
miles de civiles y soldados republicanos que vieron en el puerto levantino, todavía no tomado por el bando franquista, la única puerta para huir de la represión que les esperaba.
Abrumado por la tragedia, el capitán de la nave, un galés de 47 años llamado Archibald Dickson, ⬇️⬇️
cambió el plan inicial de embarcar provisiones por el de evacuar a civiles.
Al atardecer del 28 de marzo de 1939, el Stanbrook partió hacia Orán con la última carga civil que zarpó camino del exilio antes de acabar la contienda, 2.638 pasajeros que protagonizaron una ⬇️⬇️
Esteban Muruetagoiena Scola salió del juzgado «destrozado, desorientado y diciendo incoherencias». Su cuerpo y su forma de actuar no dejaban lugar a dudas de lo que había vivido durante los diez días de incomunicación en manos de la Guardia Civil.
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El doctor Esteban Muruetagoiena fue detenido en su domicilio de Oiartzun en la noche del 15 al 16 de marzo de 1982 acusado de haber atendido, en calidad de médico, a un militante de ETA herido, hecho por el cual había sido absuelto tres años antes.
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Nadie supo de su detención hasta dos días después, cuando, alarmados ante su ausencia en el consultorio, varios vecinos del municipio fueron junto al alcalde a su casa. Nada más llegar, se percataron de que algo le había sucedido.
Tras varias gestiones e indagaciones, ⬇️⬇️
Jorge Caballero Sánchez fue apaleado y apuñalado #TalDíaComoHoy el 28 de marzo de 1980, frente al cine Azul, en la Gran Vía de Madrid, por un grupo de extrema derecha.
Murió quince días después a causa de los daños ocasionados por la agresión.
Era afiliado de CNT, militaba ⬇️⬇️
en el sindicato de la construcción de Madrid.
Ese día 28, a las 10.20 de la noche, Jorge y su novia salían del cine Azul, donde acababan de presenciar la película La Naranja Mecánica. Ya en la calle, se detuvieron al borde de la acera, con el propósito de esperar un taxi en ⬇️⬇️
el que pudieran volver a casa. De repente se les acercaron siete u ocho muchachos de entre quince y dieciséis años. No portaban distintivo político alguno, ni objetos contundentes visibles. Al parecer, habían visto la insignia con la «A» Anarquista, motivo por el cual ⬇️⬇️
BARTOLOMÉ GARCÍA LORENZO, Antifascista e Independentista Canario, 21 años, estudiante de magisterio, militante del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC).
Con su barba en punta y la frente despejada y tersa, estaba
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aquel 22 de septiembre de 1976 en el 4º piso del bloque “Divina Pastora”, de la barriada “Somosierra”, la casa de su prima Antonia, con ella y su bebé.
Seis policías franquistas, “grises”, 4 del cuerpo general de policía y 2 de la policía armada, acudieron a la vivienda de
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Antonia Lorenzo y tocaron la puerta.
Bartolomé abrió y se encontró unos hombres armados con metralletas que lo apuntaban. Bartolomé, asustado, intentó cerrar. Los sicarios del régimen franquista no se lo pensaron dos veces y descargaron sus armas:
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