Paciente mujer de 25 años de edad que consulta, llegando a mí de una manera totalmente casual, por tener la impresión de “no conseguir tener una vida normal”. Ha vivido en múltiples países sin tener jamás un trabajo estable.
Cuál nómada, en cada lugar donde ha pasado un pequeño periodo de tiempo, se ha buscado la vida para poder vivir mientras planeaba su siguiente destino. Nunca consiguió ser una buena estudiante y siempre tuvo grandes problemas de atención.
No está satisfecha con quien es ni con lo que ha conseguido o dejado de conseguir ser desde su caos personal. Pero para ella, todo tiene en parte una explicación: La #ansiedad.
Explica que desde siempre viene padeciendo unos ataques de ansiedad ingobernables que han ido afectando y transformando poco a poco muchos aspectos de su vida.
En consecuencia, ha ido desarrollando toda una serie de conductas evitativas, de seguridad, en torno a la constante anticipación del miedo y del miedo al miedo.
Describe los episodios tanto por la sintomatología somática como por las sensaciones “mentales” que estos asocian. Suele notar un gran malestar en el cuerpo, una presión extremadamente incómoda en el pecho y un sabor malo en la boca.
Ello se acompaña de la extraña sensación de despersonalización y desrealización, donde tanto la impresión de sí misma como del entorno se vuelve alejada y extraña.
Sin poderlo evitar, este conglomerado de sensaciones físicas y mentales desencadena un pánico atroz y profundamente invalidante.
Hace mucho deporte y es precisamente durante periodos de actividad física extenuante que solía tener muchos de estos episodios. Por ello ha ido explorando y cambiando una infinidad de veces la manera de ejercitarse.
Además de todo ello, conforme ha ido pasando el tiempo, cada vez tiene más claro que su memoria va a peor. Se siente más lenta, menos capaz de atender y mucho más olvidadiza.
Hasta aquí, cualquiera podría encontrar en el relato de esta persona, los síntomas e incluso desencadenantes típicos de muchos cuadros de ansiedad con ataques de pánico asociados.
Pero como siempre insistimos, con independencia de si nos gustan más o menos ciertas etiquetas o posicionamientos teóricos, las cosas son lo que son, con total independencia de nuestro posicionamiento.
Y ello, nos guste o no, nos obliga a considerar siempre todas las alternativas posibles. Algo que solo podemos hacer si conocemos bien las alternativas posibles y las características que estas pueden asociar.
Aquí, el primer matiz, es que la paciente refería que los primeros ataques de ansiedad que ella recordaba aparecieron cuando tenía unos 5 años edad.
Estos ataques sucedieron sin ningún desencadenante obvio. De hecho, muchos de ellos, sucedieron de noche, en la cama.
Posiblemente, no sea lo más frecuente que un “trastorno de ansiedad” debute a los 5 años de edad y si sucede, seguro merece la pena ir un poco más allá de ciertas obviedades relativas a los posibles desencadenantes.
Otro aspecto relevante tenía que ver con las sensaciones “somáticas” que explicaba. Insistía mucho en la desagradable sensación de presión y dolor en el pecho que seguía un curso ascendente desde el estómago.
Todo ello, se acompañaba de un desagradable sabor en la boca que tenía matices de algo quemado, amargo y malo.
Dirigiendo la entrevista a valorar lo que ya empezaba a ser una posibilidad razonable, explicaba que había tenido épocas donde sucedían de manera muy regular muchos episodios de Déjà vu.
Finalmente, algo sucedía de noche que ella consideraba parte de la ansiedad en forma de bruxismo, puesto que en no pocas ocasiones se despertaba con la boca ensangrentada y mordida.
Había recibido tratamiento farmacológico y psicoterapia alcanzando unos resultados muy dispares: Mejora, estabilidad, empeoramiento, etc.
Tenía un diagnóstico de ansiedad y se le habían explicado una infinidad de supuestos desde donde elaborar el porqué había desarrollado estos síntomas y porque permanecían a lo largo de su vida.
Los episodios de ansiedad y los ataques de pánico son “eventos” que todas las personas sanas podemos tener y que, en determinadas circunstancias, por su recurrencia e intensidad, suponen un problema ampliamente conocido.
Resulta evidente, que hay toda una serie de elementos contextuales que pueden jugar un papel extremadamente relevante o total en el desarrollo y persistencia de los cuadros de ansiedad, incluso de los más severos.
Esta chica, efectivamente, tenía episodios de ansiedad en forma de ataques de pánico. El problema residía en el desencadenante o etiología que había pasado totalmente desapercibida durante todos estos años.
En base a la fenomenología que describía y a la cronología, tenía claro que muy posiblemente detrás de todo ello había una explicación que no forma parte del ámbito en el que yo me considera más experto: #Epilepsia.
Derivé el casó a mi buen amigo el Dr. Javier Salas quien le solicitó un estudio de EEG con privación del sueño.
Y aquí tenemos la causa: Descargas epileptiformes generalizadas que presentan proyección fronto-temporal bilateral alternante y se incrementan con la fotoestimulación.
La epilepsia puede adquirir muchas caras. Todo depende de “donde suceda” la actividad anormal y que papel jueguen las zonas implicadas en determinadas sensaciones, procesos cognitivos, sensitivos o motores.
Efectivamente, la actividad epileptiforme en determinadas estructuras íntimamente relacionadas con las sensaciones viscerales y con el procesamiento de determinadas emociones, puede desencadenar experiencias como las que explicaba esta chica.
Obviamente, la gran mayoría de personas que presentan cuadros de ansiedad, incluso muy parecidos a los que esta chica explica, no tienen epilepsia.
Pero como siempre, en ciertos matices o aspectos fenomenológicos, pueden residir pequeños signos de alerta que nos deberían obligar siempre a salir de nuestra zona de “confort teórico” en busca de algo más parecido a la verdad.
Y si, las “etiquetas diagnósticas” pueden ser (y son) muy útiles si se saben utilizar, porque en muchas ocasiones nos permiten llegar a otro tipo de causa potencialmente tratables y mejorar extraordinariamente la calidad de vida de las personas.

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May 1
Paciente varón, natural de un país lejano al nuestro. Demasiadas cosas han ido cambiando en él, en su modo de ser, de comportarse, de moverse.

Su madre explica un embarazo normal, parto con fórceps, cribado metabólico normal, desarrollo normal.
Era un chico sociable, hablador, algo despistado, bueno en la escuela. A los 8 años le diagnostican una enfermedad de Parthes a raíz de dolor y problemas de movilidad de la cadera. Es intervenido y pasa dos años en silla de ruedas.
Mejora, pero persisten problemas de movilidad de la cadera y dolor, especialmente en el pie. Hace deporte. Curiosamente, corre y nada sin tantos problemas como en la deambulación normal.
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Nov 24, 2021
Y luego están los absolutos desastres, en todos los sentidos. Paciente mujer, 63 años. Sin antecedentes. Consultan buscando segunda opinión por diagnóstico reciente de demencia vascular sobre la base de los hallazgos en imagen (un infarto lacunar) + episodio de desorientación.
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Nov 9, 2021
Paciente mujer, 81 años y múltiples antecedentes. Ademas de la hipertensión y diabetes “de siempre”, lleva 6 meses horribles: Empieza diálisis, fractura de húmero, ingreso, fémur, ingreso, sd confusional, clostridium y un infarto.
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Se sienta en una silla de ruedas inmóvil. Responde con monosílabos. “Levante la mano derecha”. Parece que lo intenta, pero no lo consigue.
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Oct 11, 2021
Paciente varón, 30 años. Intervenido de un tumor frontal hace 2 años. Acude solo. Dice que le dicen que pierde la memoria aunque afirma que no es cierto.
Hace algunas semanas, en un control, detectaron una recidiva del tumor. No es operable. Nuevamente es un glioblastoma, un tumor maligno, sumamente agresivo y con un pronóstico generalmente malo, muy malo.
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Oct 10, 2021
Hace algunos meses compartí mi experiencia personal con el caso de mi abuela. Creo que hoy, en el #DiaMundialdelaSaludMental, la historia y la lección merece ser recuperada.
#diasaludmental #SaludMental
Ella, una mujer con una envidiable salud a sus 90 años, padeció una sepsis generalizada, una infección que la mantuvo ingresada por mas de una semana.
El cuadro se hizo evidente en forma de un síndrome confusional agudo, fluctuante, con disminución del nivel de consciencia. En una infección dental estaba el origen de lo que ahora afectava a su hígado, a sus órganos y a su razonamiento.
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Oct 10, 2021
Hoy, en el día de la #SaludMental, recordar que existen múltiples factores precipitantes o desencadenantes de este tipo de problemas. La complejidad con la que estos problemas se expresan, su variabilidad, sus matices, su impacto…
son indisociables de la naturaleza causal multidimensional que hay detrás. No hay explicaciones fáciles ni simples. Tampoco hay culpables. No siempre es el contexto, no siempre es un fallo evidente en el cerebro…
No todas las formas de tristeza son depresión, ni necesariamente la depresión es tristeza. Del mismo modo que el nerviosísimo no es un trastorno de ansiedad ni ser meticulosos, rígidos o incluso un tanto obsesivos es un TOC
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