Quien hoy escribe ✒️ en #CuentosDeMedianoche no es su editor, sino un fantasma 😱 anónimo que decidió relatar su propia historia y la de tantos fantasmas de la ciudad que han quedado en la desmemoria del caraqueño, de esos que seguimos allí pero de los que ya nadie se acuerda...
Debo confesar que traté muchas veces de "convencer" al editor para que escribiera sobre nosotros, pero no tuve éxito: Encendía de repente su computador y le dejaba información pero no la revisaba; movía cosas y dejaba pistas, pero no las tomaba en cuenta...
En su biblioteca sacaba los libros y los dejaba abiertos en algunas de nuestras historias, pero entonces llegaba su esposa y los volvía a colocar en su sitio... eso sí, con el acostumbrado sermón: "¡Luis volvió a dejar todo regado en el escritorio, siempre hace lo mismo!"
Así estuve intentándolo pero nada, de nuevo llegaba el sábado y le daba prioridad a los fantasmas, espantos y aparecidos más conocidos en #CuentosDeMedianoche y nosotros de vuelta a la banca, ¡olvidados!
Por eso decidí hacerlo yo mismo e iniciar este relato, que dedicaré a algunos de los fantasmas que conozco de aquellos sitios que frecuentaba cuando aún tenía vida material... ¿me acompañan?
En ese entonces pasé los mejores años de mi vida en la Plaza Bolívar y sus alrededores, era el punto de encuentro por excelencia de los caraqueños.
A las 05:00 pm, nos reuníamos en la plaza para conversar y ponernos al tanto de las noticias (y uno que otro chisme) del día.
Todos nuestros temas eran muy relevantes, desde poesía, arte y cultura hasta las últimas novedades científicas, tecnológicas y de todo tipo que nos llegaban de Europa y los Estados Unidos.
La gente no preguntaba ¿qué se dice en Caracas?, sino ¿qué se dice en la Plaza Bolívar?
Al llegar la noche nos íbamos a la inolvidable 🍺 Cervecería Donzella🍻 lugar de culto y centro de la llamada "movida nocturna caraqueña", regentada por Don Pepe Donzella, el "Rey de la 🍻 Cerveza", siempre atento, cordial y servicial.
En Caracas las cervezas se servían en grandes copas alemanas, "pumpás", como el sombrero de copa, las cuales dejaron de conseguirse durante la I Guerra Mundial; desde entonces, se usaban unos tarros lisos, sin adornos ni tapas, a los que se les llamó simplemente "Lisas" 🍺🍻
Disculpen, me dejé llevar por los recuerdos y me desvié del tema principal...
Al retirarnos de la Donzella, bajo el efecto de numerosas "Lisas" 🍺🍻 encima, salíamos en grupo, sin separarnos hasta dejar el centro, caminando raudos a casa y sin mirar atrás.
Las calles caraqueñas escondían sus misterios, sombras y fantasmas en cada esquina. Allí hacían vigilia espantos y aparecidos, vivían anclados a ellas como viejos centinelas, caminando de un lado al otro, asustando 😱 o jugándole alguna broma a los caminantes nocturnos.
Justo en la esquina de La Torre y al frente de la Catedral era donde más había actividad paranormal, allí hacían sus apariciones el conocido "Enano de la Catedral" y las almas errantes que vagaban buscando sus sepulturas en el viejo cementerio eclesiástico.
Allí precisamente hacían vida las "siete cabezas de la Catedral" 💀💀⛪️💀 tratando, desesperadamente, de buscar el resto de sus cuerpos, que fueron descuartizados en 1814 por orden de José Tomás Morales, comandante general del ejército realista.
Las mismas correspondían a siete oficiales españoles que se negaron a reconocer la autoridad de Morales, siendo ajusticiados en Oriente y sus cabezas traídas a Caracas y puestas al sol en la Plaza Mayor, hasta ser enterradas el 13/12/1814 en el cementerio de la Catedral.
Las "siete cabezas de la Catedral" 💀⛪️💀 se dejaban ver con en las oscuras y solitarias noches caraqueñas, pidiéndoles a los caminantes trasnochadores que les ayudarán a encontrar sus cuerpos. Éstos, lívidos de pánico, pegaban la carrera sin pararse hasta llegar a sus casas...
Pero no sólo eran las almas de estos españoles, sino las de muchos condenados y ejecutados en la horca en la antigua Plaza Mayor, cuyos cuerpos quedaban colgados por días como advertencia a los caraqueños del destino que sufrirían si osaban enfrentarse al poder de la monarquía.
Si la suerte nos acompaña al cruzar frente a la Catedral y no aparecen "las siete cabezas", hay que tener cuidado si escuchamos, pasada la medianoche, rezos, voces y cánticos fúnebres de un oficio de difuntos que, con velas encendidas, piden ayuda para salir del purgatorio.
Y no debemos olvidar la presencia en el centro histórico de los "Güijes", pequeños y muy fastidiosos seres de luz similares en aspecto a los duendes, que pueden adoptar cualquier forma o género, aunque aparecen casi siempre como niños pequeños, negritos o ancianos enanitos.
Los "Güijes" se esconden en las esquinas oscuras, en las fuentes y espacios húmedos, así como en los árboles y jardines, por lo que muchos han hecho de la Plaza Bolívar su lugar favorito. Sólo buscan fastidiar o burlarse de los transeúntes, pero no ocasionan daños mayores.
Al acercamos a la Casa Amarilla, antigua Casa de Gobierno, hay que tener mucho cuidado ya que allí moran las almas de los condenados a muerte en sus tiempos como cárcel, pero también las de los presidentes Francisco Linares Alcántara, Raimundo Andueza Palacio y Cipriano Castro.
Y, para finalizar nuestro recorrido, no podemos olvidar al fantasma de Antonio Leocadio Guzmán, prócer de la Federación, fundador del Partido Liberal y padre de Antonio Guzmán Blanco, quien aparece en los predios del viejo Convento de San Jacinto, en donde estuvo preso.
Según se cuenta, al morir Antonio Leocadio Guzmán en 1884, exhaló un quejido de dolor tan profundo que se escuchó en toda Caracas y que, al serle administrada la extremaunción, el sacerdote no pudo resistir tal cantidad de pecados y enloqueció.
Aunque su cuerpo fue embalsamado en 1928, su ataúd fue abierto para mover sus restos en el Panteón Nacional, encontrándose sólo una lata llena de agua fétida, lo que dio lugar al comentario de que el maligno se lo llevó.
🖼 Antonio Leocadio Guzmán;
Martín Tovar y Tovar, 1874
Pero si de lamentos y gritos se trata, los trasnochadores caraqueños deben evitar cruzar por la esquina de El Principal, ya que en sus predios moran las almas en pena de quienes perdieron sus vidas en las lúgubres mazmorras del antiguo cuartel principal de la Guardia Real.
En las noches oscuras, al sonar la última de las doce campanadas del reloj de la Catedral, se escucha una atormentante sucesión de fuertes golpes de martillos, cesando bruscamente para darle paso a los gritos lastimeros de los condenados pidiendo clemencia.
Los golpes de martillo eran dados por los mismos condenados, quienes debían preparar el cadalso para su propia ejecución en la madrugada en la Plaza Mayor.
Pero no todas las presencias, espantos y aparecidos caraqueños están asociadas al dolor y la tristeza, por lo que no podemos olvidar a Mr. Middleton, representante diplomático del gobierno inglés, quien desde 1894 se dedicó a proteger a los perros callejeros de la ciudad.
Mr. Middleton suele ser visto, en las tardes caraqueñas, en el trayecto que llevaba desde el Hotel Saint Armand hasta la Casa de Gobierno, actual Casa Amarilla, seguido de una larga fila de perros callejeros marchando en correcto orden.
Y para terminar nuestro relato de hoy, recordamos al fantasma del noble amigo Cenizo, el popular perro mestizo de la Plaza Bolívar que, al morir su dueño, se mudó a los pies de la estatua ecuestre del Libertador y convirtió a la plaza en su hogar.
Cenizo aún sigue sus andanzas como siempre y, al llegar las docd del mediodía, se deja ver de manera ceremoniosa frente a la estatua, con su cabeza en alto y la mirada fija en Bolívar, manteniéndose inmóvil por algunos minutos en honor y reverencia al Padre de la Patria.
Su respeto era tal que le ladraba e impedía el paso por el centro de la plaza a quienes venían con paquetes.
En las noches acompañaba a los grupos de señores que se reunían con sus sillitas a conversar y, a las once en punto, se retiraba a dormir en los escalones de la policía.
Cenizo murió el 29 de agosto de 1927, lo que representó una de las noticias más tristes para los caraqueños, quienes lo convirtieron en un amigo más, compañero de tertulias y edecán honorario del Libertador... su fantasma sigue recorriendo día a día nuestra Plaza Bolívar.
Con este interesante relato del fantasma anónimo, que prácticamente invadió la redacción, invitamos a nuestros seguidores a participar con sus propias experiencias, cuentos y relatos en 😱 #CuentosDeMedianoche 💀
¡Gracias por acompañarnos!
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"Carro de marca Ford, nada lujoso ni nuevo. Era común en Venezuela llamar por la marca, en vez de por el nombre genérico, a todos los primeros artefactos eléctricos o vehículos a motor que se importaron".
Guataro,
Trina Larralde
(1909-1937)
"... ningún automóvil entre los que circularon por las calles de Caracas en los años veinte, suscitó tan cariñosos sentimientos de simpatía y ternura como los livianísimos Fords del modelo «T» que habían aparecido en la ciudad desde 1916."
Aquiles Nazoa
"Con su aspecto infantil y su marcha temblorosa, con sus delgadas llantas que parecían de bicicleta y sus pequeños faros que sugerían la mirada de un animalito triste..."
Aquiles Nazoa,
📗 Caracas física y espiritual
📷 Guillermo José Schael,
"El Automóvil en Venezuela", 1969
Una fotografía del amigo @JAL69
que nos devolvió a aquellos agradables días de paseos familiares en el Dodge Dart Special Edition 1977 de nuestro padre (QEPD), exactamente igual a éste, que contrastaba en tamaño en el garaje con su Ford LTD Landau del mismo año.
Era un vehículo muy agradable, con el que te sentías a gusto por su tamaño compacto (para los estándares del momento y, sobre todo, al compararlo con el LTD), su manejo cómodo y un equipamiento bastante completo.
En él hicimos nuestro primer viaje entre Maiquetía y Mérida.
Antes de comprar el Dart Special Edition 1977 en Litoralcars, Maiquetía, Papá usaba un Dart 1973, vino tinto, modelo muy característico por sus luces traseras empotradas en el parachoques; lo entregó como inicial al comprar el Ford LTD Landau en Maracaibo.
Una frase que evoca en el caraqueño profundas emociones, anunciando la llegada del frío decembrino y de #Navidad 🎄 propicia para la reflexión y el reencuentro con familiares y amigos, para cerrar viejas heridas y dejar atrás las diferencias.
Coincidiendo con el Adviento y el inicio del frío en Caracas, Antonio Pacheco bajaba de Galipán con su arreo de burros cargado de flores, siempre entonando una copla que lo anunciaba, una sonrisa y su mensaje de paz, de amor, alegría y esperanza.
Aunque en los últimos años se ha intentado asociar a Pacheco con la imagen de un anciano de larga barba gris, como una suerte de Santa Claus caraqueño, su verdadero aspecto no distaba mucho del de cualquier otro galipanero.
Hoy en #SaboresVenezolanos abrimos una ventana para explorar los fogones, sabores y platos más representativos de la exquisita gastronomía andina, pero descubriéndola de la mano de un venezolano excepcional: Don Tulio Febres Cordero, el "Patriarca de las letras merideñas".
Hablar de Don Tulio Antonio Febres Cordero, "Don Tulio", 1860-1938, es un verdadero honor pero al mismo tiempo un gran compromiso, debido a la grandeza y proyección de su vida personal y profesional, destacando como escritor, poeta, historiador, periodista, docente y abogado.
Pero Don Tulio siempre fue un poco más allá. Era inquieto, curioso e incansable y no hubo oficio que escapara de su interés: Fue tipógrafo, encuadernador, calígrafo, dibujante, pintor, relojero y hasta zapatero. Siempre en su Mérida natal, a la que amó y mantuvo en su corazón.
Primer vuelo desde Londres a Caracas de British Overseas Airways Corporation BOAC, realizado el 10/28/1958, abordo de los nuevos turbohélices Bristol Britannia.
El vuelo se prestaba con escalas: Londres, Bermuda, Barbados, Trinidad & Caracas [Maiquetía].
El Bristol Britannia mantuvo el predominio de los vuelos desde Londres hacia otros destinos de la Commonwealth y terceros países, siendo uno de los turbohélices más populares antes de ser sustituidos por el DH Comet.
📷 Bristol Britannia en línea de producción. Filton, UK, 1957
Curiosa publicidad, en idioma italiano, del vuelo Londres-Caracas de British Overseas Airways Corporation BOAC, abordo de turbohélices Bristol Britannia. Octubre 1958.
¿Sabías que el término "patiquín" era comúnmente usado en Caracas para referirse a los caballeros jóvenes de buen vestir y de ropa elegante, educados, bohemios y galantes, que hacían del opinar y la buena charla sobre cualquier tema su oficio principal?
En el interior del país se les veía a los "patiquines" un tanto despectivamente, refiriéndose a ellos como jóvenes vanidosos de la ciudad, presumidos en el vestir y en sus modales, de refinado lenguaje y presuntuosos en sus relaciones con los demás.
Pero no todos en aquella Caracas veían con buenos ojos a los "patiquines", considerándolos como una nueva generación de jóvenes ociosos, despreocupados, superficiales y sin sentido en la vida, que perdían su existencia en las cantinas.