Paciente varón de 60 años de edad que consulta refiriendo una queja subjetiva extremadamente frecuente en muchas de las personas que nos vienen a ver: “tengo problemas de memoria y han empeorado durante los últimos años”.
Explica que su memoria nunca fue muy buena y sabe reconocer situaciones concretas donde esto se hacía evidente. Cuenta que se le olvidan citas, nombres de gente que le presentan, que se tiene que anotar todo, que en el trabajo se siente torpe.
En realidad algo así le viene sucediendo desde hace 20 años, cuando por primera vez ascendió a una posición laboral más exigente y allí empezó a preocuparse por su percepción de bajo rendimiento y de olvidos in crescendo, pero fue lidiando con ello.
Más recientemente, ya rozando los 60, ocupó un nuevo cargo, ahora si, con mucha responsabilidad y muchas expectativas puestas en su persona. Eso fue el detonante, esta vez estaba convencido de que algo le estaba pasando.
Consultó con un equipo de especialistas y se le hicieron todo tipo de pruebas. La exploración neuropsicológica mostró problemas a nivel de codificación y recuperación, algunos problemas atencionales, en memoria de trabajo, en memoria visual y unas fluencias en el límite.
Se pensó en algo incipiente y se procedió acorde: Resonancia, PET de 18F-FDG, analítica completa y búsqueda de biomarcadores en LCR. Todo resultó absolutamente normal y se consideró la posibilidad de un cuadro ansioso-depresivo de base.
Pero no le convenció, buscó una segunda opinión y así le conocimos. Incuestionablemente estaba preocupado por los problemas que seguía teniendo y porque no había notado ninguna mejora al iniciar un tratamiento antidepresivo.
Incuestionablemente intranquilo, no paró de moverse durante toda la exploración, especialmente cuando se frustraba tratando de resolver algunas tareas simples.
Por ejemplo, aparentemente no podía repetir más de 4 dígitos. Aparentemente, porque nada más empezar a repetirlos suspiraba, se enfadaba, afirmaba no poder o me contaba “el truco” con el que intentaba “retener”.
Aparentemente, porque cuando le insistía en que “se dejase de historias” y me repitiese los números, podía repetir 4, 5, 6 y casi 7 cifras. Entonces decía “bueno si claro ahora si porque me he concentrado”.
Aprendiendo listas de palabras el problema era parecido. En consecuencia, aparentemente recordaba unas pocas palabras, aunque con pistas las recordaba todas y no las olvidaba.
Copiando algunas figuras llamaba la atención lo mal que planificaba, la pésima estrategia y la impulsividad. Afirmó unas 7 veces haber terminado para inmediatamente rectificar y añadir algún detalle que había omitido. Finalmente, hizo una figura perfecta.
Todo lo demás, absolutamente normal, como la resonancia, como el PET, los marcadores en líquido, las analíticas y la exploración neurológica. Paralelamente, nada significativo, aparentemente, a nivel conductual.
Impulsivo, inquieto, movido, inatento….volví de nuevo a su vida, a cuando empezaron estos problemas y retrocedimos más atrás, mucho más.
En la escuela era incapaz de mantener la atención. Lo intentaba siempre, intentaba tomar apuntes, pero terminaba distrayéndose por nada, haciendo dibujitos o molestando al de al lado.
Ya entonces era impaciente, impulsivo, inatento y profundamente desorganizado y lo sabía, igual que sabía que nunca había dejado de ser así.
Tomaba notas para todo, en unos folios grapados que siempre perdía o que finalmente ni entendía. Procrastinaba hasta la saciedad, tomaba decisiones absurdas, pero conseguía ir lidiando con todo.
Su vida estaba parcialmente condicionada por estas “particularidades” pero más allá de las 20000 discusiones con su mujer por sus despistes y caos, poca cosa.
Hasta que llegó un primer trabajo exigente. Allí, por primera vez, sus trucos y destrezas fracasaron y así, por primera vez, esas “peculiaridades suyas” le dieron problemas.
Pero era un hombre inteligente, así que otra vez fue superando las dificultades, especialmente gracias a que con el tiempo todo en su trabajo era previsible y le venía organizado.
Entonces llegó el gran cambio, el de hacía pocos años y esta vez si, todo se derrumbó. Nada le servía para hacerle capaz de hacer frente a tanto trabajo, presión, eficiencia exigida…
“Soy un absoluto desastre, un caos, todo desorden”, pero a él le preocupaba la memoria. Así que le expliqué el papel que juega la atención y la estrategia en la formación de la memoria y en la resolución de determinadas exigencias que nos plantea la vida.
¿Pero por qué ahora? ¿Qué le estaba pasando? En realidad, pasarle no le estaba pasando nada que no llevase pasándole desde siempre. En realidad, muchas veces, el problema que en esta persona se hizo evidente a los 60 años de edad se hace evidente mucho antes.
Antes, cuando suceden cambios y cuando las exigencias del contexto pueden con cualquier mecanismo de compensación.
Eso es, al pasar de curso o al llegar a la universidad o al empezar un trabajo o al independizarse….
Si este señor hubiese tenido 12, 17 o 24 años, posiblemente hubiese recibido un diagnóstico que fácilmente relacionamos con niños, adolescentes o adultos jóvenes.
Pero los niños, adolescentes y adultos con #TDAH siguen haciéndose mayores y dejan de ser niños, adolescentes y adultos jóvenes. A pesar de ello, de tal obviedad, sabemos muy poco acerca del perfil del TDAH en las personas mayores. A pesar de ello, existen.
Evidentemente, el perfil del TDAH en el adulto es distinto al del niño y muy posiblemente en los mayores también. Pero en ellos sigue existiendo el TDAH y algunos de los síntomas centrales que le acompañan.
Y porque no, del mismo modo que algunas personas no reciben el diagnóstico hasta la edad adulta, cuando por X se hace más evidente, puede suceder lo mismo con alguien más mayor.
Soy el primero en reconocerlo. No solemos pensar en esto, pero deberíamos. Seguro que hay entidades más frecuentes, pero una vez asumimos la existencia de algo que denominamos TDAH
¿por qué no vamos a contemplar que también puede persistir en adultos mayores que vienen arrastrándolo desde siempre?
A quien le interese el tema, aquí un trabajo de revisión al respecto. Evidentemente no se puede confundir la persistencia del cuadro con la instauración “de novo” de clínica tipo TDAH en un adulto.
El TDAH existe, independientemente de si sé diagnóstica mal o en exceso, independientemente de si nos gusta o no la etiqueta. Existe cuando lo es de verdad, cuando no lo simplificamos a niños movidos o gamberros.
Entonces existe desde la infancia y en muchos casos, cambiando parte de su aspecto, persiste en la edad adulta y por supuesto, durante la vejez. Como en este caso.
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Paciente varón, 62 años y un periplo de profesionales de la salud a su espalda. Hace 10 años le diagnosticaron un síndrome de piernas inquietas.
Especialmente por la noche en la cama, le inundaba una sensación de malestar y entumecimiento en sus piernas, acompañada de una creciente ansiedad que le obligaba a moverse y a levantarse.
Hacía algunos años que convivía con diversos síntomas depresivos, aparentemente explicados por el trágico fallecimiento de su hijo unos años antes. La tristeza, la frustración, el desánimo, la ansiedad… ¿Como no iba a estar mal después de eso?
Uno de esos casos que llegan por casualidad, que no son tu especialidad y que te enseñan de todo y más:
Paciente varón, adolescente, 14 años. Consultan a neurología por cuadro progresivo de alteración de la marcha, tics, trastorno de conducta y desintegración del lenguaje.
Explican desarrollo normal, adquisición del lenguaje normal, escolaridad normal. A los 8 años dx de TOC. No explican bien que lo motivó. A los 10 años empieza a desarrollar múltiples tics complejos y vocalizaciones. No aportan informes.
A los 11 años añade múltiples episodios de irritabilidad y agresividad, retraimiento social, conductas de evitación y mal rendimiento escolar. Le ve una psicóloga y le pasa unos test.
El próximo octubre (19 a 22) tenemos un evento crucial en Barranquilla (Colombia) para todas aquellas personas interesadas en la enfermedad de #Huntington (EH).
Por segunda vez, @FactorH_LatAm -H organiza la “Latinamerican Huntington’s disease Conference” que este año contará con un elenco de ponentes de primerísimo nivel.
Además, el día 23 lo dedicaremos a realizar una campaña sanitaria en el área de Juan de Acosta, donde reside uno de los clústeres de personas afectadas por la EH más grandes del mundo.
Paciente varón, 57 años, acude acompañado de su hermano. Entra sonriente, con esa expresión “desubicada” que tantas veces hemos visto.
Le pregunto de donde es, donde y con quien vive, desde cuando, si está casado y a que se dedica.
Me cuenta que vive en una ciudad cercana a Barcelona desde hace cuatro años, que ahora vive con toda su familia, que estuvo casado durante dos años, pero no salió bien, que trabaja de camarero, pero lleva dos meses de vacaciones.
Paciente mujer de 64 años que consultó por tener la impresión de que le cuesta encontrar las palabras desde hace unos 6 meses. Su madre padeció una Enf. #Alzheimer y falleció recientemente.
Ella estaba sumamente angustiada por la posibilidad de tener la misma enfermedad y obviamente, estaba lidiando con todos los sentimientos que acompañaban una pérdida tan reciente.
De hecho, tanto ella como su acompañante explicaban antecedentes de mucha ansiedad de toda la vida que se ha visto exacerbada tras la muerte de su madre
Paciente mujer de 25 años de edad que consulta, llegando a mí de una manera totalmente casual, por tener la impresión de “no conseguir tener una vida normal”. Ha vivido en múltiples países sin tener jamás un trabajo estable.
Cuál nómada, en cada lugar donde ha pasado un pequeño periodo de tiempo, se ha buscado la vida para poder vivir mientras planeaba su siguiente destino. Nunca consiguió ser una buena estudiante y siempre tuvo grandes problemas de atención.
No está satisfecha con quien es ni con lo que ha conseguido o dejado de conseguir ser desde su caos personal. Pero para ella, todo tiene en parte una explicación: La #ansiedad.