Róterdam es algo así como un pequeño paraíso para quienes nos mola la arquitectura moderna.
Desde el puente de Erasmo, de Ben van Berkel y Caroline Bos...
Hasta el fascinante y complejísimo Kunsthal, de Rem Koolhaas, que es una de sus mejores obras y un espectáculo de fluidez espacial y entendimiento de lo que fue el fin de siglo...
Pasando por el Markthal, que quizá es el último gran edificio de MVRDV y que entiende lo que es un edificio mixto comercial y de viviendas como no lo ha hecho nadie.
Porque todas las viviendas están DENTRO DEL ARCO que sirve de cubierta al mercado.
(Sé que ni el Markthal ni MVRDV son santo de la devoción de muchos, pero yo creo, sinceramente, que este artefacto es formidable)
Y muy cerca del Markthal, caminando entre las bicicletas aparcadas junto a la Biblioteca Central, se abre el muelle de Oudehaven, el Puerto Viejo.
Allí, las pequeñas embarcaciones particulares y los taxis-lancha atracan bajo un bosque de viviendas.
La metáfora del bosque es menos poética que literal, porque el propio arquitecto, Piet Blom, consideraba a cada una de sus casas cubo como un árbol, árboles que en conjunto formaban un bosque. «Vivir entre las copas de los árboles, vivir en un tejado urbano».
Ese vivir entre las copas de los árboles, en un tejado urbano, fue la idea generadora del proyecto de las Kubuswoningen, las Casas Cubo y, en efecto, en las casas cubo se vive lejos del suelo.
Las casas flotan en una nube de aristas sólidas a cinco metros de las calles y el canal, sujetas por un sistema de soportes huecos que, como los troncos de una casa árbol, sirven de acceso, escalera y estructura a cada vivienda unifamiliar.
Ese concepto del árbol-casa construido ya sería suficiente para entender la particular sensibilidad que bullía en la arquitectura de Róterdam en 1978, fecha en que se presentó el proyecto, pero si las Kubuswoningen son un símbolo de la ciudad es por dos razones enlazadas:
1. La hemos visto en todas las fotos y la entendemos a la primera mirando al conjunto desde la plaza o internándonos bajo esas copas metálicas.
Las Casas Cubo están inclinadas.
Las casas cubo están insólitamente giradas a cuarenta y cinco grados respecto al eje vertical.
Cada cubo se apoya en uno de sus vértices sobre el tronco hexagonal de hormigón, desafiando la gravedad en un equilibrio que volatiliza cualquier noción de suelo, paredes o techo.
También desde el interior, todo lo que creemos que es suelo, pared o techo se vuelve una caja lisérgica extraída de Alicia en el País de las Maravillas.
En serio, las fotos interiores no le hacen justicia al asunto porque no sé cómo se puede hacer justicia a este interior.
No sé cómo se puede cocinar en este cocina o dormir en esta cama o sentarte en este sofá sin perder la noción de lo que es vertical y lo que es horizontal.
Incluso las imágenes aéreas son MUY difíciles de interpretar.
Esto es la foto de satélite del conjunto. Sin ninguna modificación. Parece un añadido digital con Photoshop, pero no, las cubiertas de las Casas Cubo son así.
Y así.
La decisión de inclinar los cubos es sencillísima pero revienta la imagen tradicional de la vivienda. Al caminar por sus calles peatonales nos descubrimos bajo una geometría desconocida, incluso de difícil lectura.
Pero, ¿por qué son así? ¿Por qué son inclinadas? ¿Por qué hacer que algo sea más difícil de entender e incluso de vivir?
¿Fue solo un capricho de Piet Blom?
Pues que fue una ida de olla arquitectónica de Blom es...plausible. De hecho, las Casas Cubo de Róterdam no fue su primer experimento similar. Cuatro años antes, en el 74, ya había construido algo parecido, aunque bastante más pequeño, en la localidad de Helmond.
Sin embargo, a mí me gusta pensar que las Kubuswoningen son así y son un símbolo de Róterdam porque Róterdam era la ciudad perfecta para experimentar con la arquitectura moderna, pues allí casi no había patrimonio antiguo.
Porque Róterdam fue reducida a escombros por los nazis.
A las 13:20 horas del 14 de mayo de 1940, el chillido de las alarmas antiaéreas se desparramó a ambas orillas del Neuwe Maas. A los pocos minutos, cincuenta y cuatro bombarderos Heinkel He 111 de la Luftwaffe lanzaron un total de 97 toneladas de explosivos sobre el núcleo urbano.
Un bombardeo por saturación que, sumado a la alfombra de incendios que desencadenó, redujo la práctica totalidad del centro de Róterdam a cascote, virutas y ceniza. Aunque solo murieron unas 800 personas, más de 85.000 mil se quedaron sin hogar.
Habían desaparecido casi 25.000 viviendas, más de 2.300 comercios, 800 almacenes, 62 escuelas y 24 iglesias.
Y digo que habían "desaparecido" porque, como se ve en las fotografías de la época, la ciudad que albergaba el puerto más importante de Europa quedó convertida en un páramo.
Y sin embargo, tan solo cuatro días después del bombardeo, la autoridad portuaria de Róterdam comenzó un plan de reconstrucción completo. Pese a lo colosal de la empresa, el plan se terminó de redactar en apenas un mes.
La historia construida había desaparecido, así que la ciudad decidió construir una nueva historia a través de una nueva narrativa.
Apostarían por la vanguardia arquitectónica como definidor de la imagen urbana. Como símbolo. Todo sería nuevo porque todo tenía que ser nuevo.
Por eso (quizá por eso) unas viviendas extrañas, flotantes, inclinadas y un poco difíciles de vivir, son un símbolo de Róterdam.
Porque tras casi desaparecer, la ciudad solo pudo renacer despegada de todo lo que existió antes. Como queriendo olvidarlo todo.
Solo podía renacer siendo radicalmente nueva.
A toda costa.
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Todas las imágenes del hilo de hoy están acreditadas en la descripción de la primer fotografía de cada tuit. Todas se han usado bajo su correspondiente licencia.
Como se me olvidaron los créditos del primer tuit, los pongo ahora:
1. Alex DROP BY-NC-ND 2. GraphyArchi CC BY-SA 3. Google.
Bajo el hielo ártico se esconde el espacio más importante de la Tierra. Un almacén indestructible con semillas de (casi) todas las especies comestibles, para que la civilización pueda renacer si llega el Apocalipsis.
El 23 de octubre de 2020, la marca de galletas Oreo lanzó una muy peculiar campaña en la que anunciaba la existencia de un búnker en el Ártico donde había guardado la receta original, además de leche en polvo y varias galletas envasadas en mylar.
Cuando llegó a Ellis Island, Rafael Guastavino no era un inmigrante pobre como muchos de los hombres y mujeres que habían hecho el trayecto por el Atlántico en su mismo barco.
En un campo de Illinois hay una casa que es un prodigio. Una joya transparente y revolucionaria. Tanto que su dueña llevó a juicio al arquitecto porque no se podía vivir dentro.
¿O fue por otra razón?
En #LaBrasaTorrijos de hoy, el culebrón de Mies y la señora Farnsworth.
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(Se recomienda la lectura del hilo de hoy acompañada de la siguiente banda sonora).
Respecto a las cuentas que roban contenido a otras cuentas, tengo un pálpito y no me suelo equivocar: estamos más cerca que lejos de que exista una ley que identifique y sancione el plagio de contenido digital.
Se mueve mucho dinero y cada vez se va a mover más como para que esto sea el Salvaje Oeste.
De igual manera que está claro cuando una canción es un plagio y cuando es una versión, el número de párrafos copiados exactos como para que un libro se considere plagio, hay que regular toda la creación digital, desde videos hasta tuits.
En 1928, Henry Ford construyó una ciudad entera en medio de la Amazonía.
Una nueva Detroit en la selva, y cuyos habitantes debían ser vegetarianos y abstemios, pero acabó destruida en una revuelta de nativos semialcohólicos.
Nuestra historia comienza en 1876, cuando el explorador británico Henry Wickam decidió hacerse rico.
Como no le importaba demasiado lo de la legalidad, lo que hizo fue robar 500 kilos de semillas de árbol del caucho y las trasladó de contrabando desde Brasil hasta Inglaterra.